Si algo llama la atención del armado de los Phoenix Suns en esta temporada, sin dudas tiene que ver con la falta de un base natural en su roster. Ya no solo entre los titulares, sino entre cualquier miembro estable de la rotación de Frank Vogel. Esa carencia ha saltado a la vista durante estos primeros meses, especialmente a la hora del cuidado del balón, tratándose del quinto equipo con mayor nivel de pérdidas de la liga.
Los Suns podrían buscar algún traspaso para cubrir ese llamativo hueco que dejaron en su plantel, pero mientras tanto, deben encontrar soluciones internas. Ya no hay tiempo que perder para un conjunto que entró a la jornada de este miércoles afuera incluso de las posiciones de Play-In de la Conferencia Oeste. Y dentro de esas posibles soluciones internas, alguien parece haber dado un paso al frente: Kevin Durant.
Los últimos dos partidos de Durant han mostrado una versión muy poco habitual de uno de los mejores anotadores de todos los tiempos. En la jornada de Navidad, con derrota ante Dallas, llamó la atención que apenas haya tomado 11 disparos -promedia 20,2 en la temporada- en 43 minutos, aunque sí había repartido 7 asistencias. De hecho, los registros de ese encuentro demuestran que KD pasó el balón en 55 ocasiones, cuando en el resto de la 2023-2024 promediaba 43 pases.
Este miércoles, sin embargo, fue mucho más allá en la buena victoria de los Suns en Houston, por 129-113. Y es que no solo potenció esa idea del Durant pasador, sino que además lo hizo alcanzando el récord de asistencias de toda su carrera: 16.
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En los últimos dos encuentros, Durant ha sumado casi tantas asistencias (23) como disparos al aro (27). Algo realmente inusual y más llamativo si tenemos en cuenta las bajas de los Suns -Bradley Beal; Jusuf Nurkic no jugó en Navidad-, que podían presagiar a un KD más protagónico que de costumbre con la anotación. Y en cambio, ha ocurrido todo lo contrario.
Season-high 27 PTS for EG tonight! pic.twitter.com/V1jQqEpvej
— Phoenix Suns (@Suns) December 28, 2023
Ver a este Durant en modo base -no de manera tradicional iniciando las ofensivas, pero sí con una mayor predisposición al pase- es tanto una buena como una mala noticia para Phoenix. La buena: el compromiso del exBrooklyn de buscar soluciones a la situación comprometida del equipo y ajustar las formas que lo han llevado a ser un futuro Salón de la Fama. La mala: en un escenario ideal o hasta normal, no debería ser KD quien asuma un rol que rara vez ha ocupado en su carrera.
La solución tiene más sabor a corto plazo, que a un verdadero problema resuelto para los Suns. A la larga, si quieren competir seriamente en la temporada, todo apunta a que tendrán que incorporar a un base. Y a uno real, no a alguien al que improvisar en esa función a los 35 años y con más de 1.000 partidos en sus espaldas.
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