Para los mercados pequeños como es el caso de Utah Jazz un gran traspaso es, junto al Draft, la única manera de construir o sentar las bases de un proyecto nuevo. La agencia libre resulta territorio vedado para conjuntos en lugares tan remotos y tan poco atractivos para las estrellas. Es por eso que los dos ámbitos donde más énfasis ponen estas franquicias son en acumular la mayor cantidad de talento y experiencia en el banquillo y en las oficinas. La presencia de dos figuras como Danny Ainge y Will Hardy explican en gran medida el gran año de los de Salt Lake City, pero esa es una historia para otro día, pues los protagonistas han de ser siempre los jugadores y Utah tiene dos de un talento aun por mostrar todo su potencial. Esos dos nombres son Lauri Markkanen y Walker Kessler, jugadores con un perfil bajo, un estilo clásico y que en pocos meses se han convertido en los pilares del futuro de la organización.
Ambos llegaron a Salt Lake City como contrapartida de un gran traspaso, los dos más notables que la organización ha realizado en su historia junto a la salida de Deron Williams en 2011. Uno, a cambio de Donovan Mitchell, el otro, por Rudy Gobert.
Para realizar dos operaciones de este estilo, perdiendo de paso a los dos mejores jugadores en cada uno de los intercambios y aun así salir bien parado hay que tener suerte, pero también cierta clarividencia.
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El finlandés llevaba tiempo golpeando la puerta del éxito sin conseguir derribarla. “Fue difícil. Ahora, puede parecer fácil, pero con 21 o 22 años, cuando llega la adversidad, no es el lugar más fácil para estar”, declaró recientemente a KSL Sports. Potencial había, lo que le faltaba era confianza y un rol adecuado a sus condiciones, en el que él fuese importante y además así lo sintiese. Sucede con jugadores del calibre de Markkanen, con unas condiciones físicas inusuales para sus habilidades, que muchos les miran esperando que se conviertan en unicornios, cuando, en verdad, lo que precisan es de tiempo y paciencia. Will Hardy le dio ambas y meses después ha sido titular en un All-Star Game. Casualidades o bien fruto de saber comprender a sus jugadores.
Mientras, la historia de Walker Kessler guarda muchas similitudes con las de su compañero Markkanen. El nativo de Atlanta nació con el objetivo impuesto de su entorno de alcanzar lo más alto. Su padre, Chad, fue una leyenda en la Universidad de Georgia, aunque nunca llegó a debutar en la NBA, aunque acabó ganándose la vida como doctor especialista en medicina espinal. Su tío, Alec, hizo carrera en Miami Heat tras ser pick de lotería y después en Milán.
Con una altura descomunal para un adolescente a Walker no le quedó más remedio que dedicarse a esto, casi como castigo. Fue catalogado como un proyecto de 5 estrellas en etapa de instituto uniéndose a la Universidad de North Carolina y decepcionando en su año freshman. Al joven gigante le tocó dar un paso atrás, poniendo rumbo a la pequeña Auburn y convirtiéndose entre altos y bajos en uno de los mejores defensores del país. "Tuve que aprender a lidiar con la derrota y el fracaso", reflexionó hace poco en The Athletic.
goodnight, jazz fans 💜 pic.twitter.com/RJQmCDBjVU
— Utah Jazz (@utahjazz) February 24, 2023
Aunque el juego cada vez esté más dominado por los aleros y la versatilidad de los guards la altura sigue siendo un factor, uno bastante grande, dicho sea de paso. Utah Jazz está trabajando para construir aquello que los Timberwolves pretendían con la incorporación de Rudy Gobert y que Cleveland Cavaliers ya probó antes de llevarse a Donovan Mitchell: el big ball. En contraposición al small-ball que ha imperado en la NBA en los últimos 10 años se está produciendo una reacción sumamente interesante, la cual tiene que ver con hacer coexistir a figuras de gran tamaño en un contexto abierto y adaptado a la nueva realidad.
No, en Salt Lake City no están tratando de revivir las Twin Towers de los Rockets de los ochenta, sino ocupar un vacío dejado por la progresiva apertura del juego. Con los 2,16 metros de Kessler y los 2,13 de Markkanen, Utah Jazz ha apuntalado una pareja interior que puede servir de punto de partida para un proyecto al que añadir jóvenes y veteranos en los próximos años.
Juntos están produciendo un +4,9 de net rating en los 708 minutos que han compartido en pista, lo cual se divide en un ratio ofensivo de 115,8 y defensivo de 110,9. Teniendo en cuenta las limitaciones del equipo eso se traduce en una de las mejores duplas por debajo de los 25 años de toda la NBA.
Lo cual da lugar a situaciones tan revolucionarias como estas:
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Y en defensa, Kessler es el rey:
El rey del tapón
— 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐩𝐨𝐫𝐭𝐢𝐧𝐠 𝐍𝐞𝐰𝐬 España 🇪🇸 (@sportingnewses) February 24, 2023
1️⃣ minuto y 4️⃣7️⃣ segundos de Walker Kessler poniendo pinchos de merluza a los Thunder
¡7️⃣ sumó hoy ante OKC!#NBA #WalkerKessler #UtahJazz pic.twitter.com/QYLwqN3IvN
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La mejor forma de comprobar el valor de alguien en un grupo es escuchar a quien es el encargado de guiarles, el entrenador:
“En lo que respecta a tener un techo, realmente no veo uno para Walker”, dijo Will Hardy, técnico de Utah a The Athletic. “No hay nada en este momento que me haga verle una gran limitación ahora mismo. Estamos muy orgullosos de Walker y de la forma en que se ha comportado. Empezó abajo. Ha maximizado sus oportunidades tal como se han presentado. Es increíblemente entrenable y competitivo. Y le encanta ser parte de este equipo”.
“Definitivamente queremos ayudar a Lauri a crecer en esos momentos, sin convertirlo en su propio laboratorio Queremos que lo haga dentro de la construcción del equipo y dentro de su propio juego”, añadió Hardy en referencia al finlandés.
Encontrar una identidad propia es la clave en un proceso de reconstrucción como el que está viviendo Utah Jazz, identidad que estos dos particulares gigantes pueden estar confeccionando. El perfil bajo del equipo tiene mucho que ver con Hardy, pero también con la personalidad de estos dos interiores, los cuales noche tras noche dejan números, sensaciones positivas y la sensación de que esto es solo el principio.
Lejos de caer en la lógica de que todo lo nuevo es siempre ilusionante y de potencial infinito, la conjunción de Walker Kessler y Lauri Markkanen traza una interesante línea a seguir para el resto de la NBA y prueba que, a veces, llevar la contraria al resto es un acto de valentía justificada.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.