En el momento en el que los Sacramento Kings apretaron el botón y se deshicieron de su gran proyecto, Tyrese Haliburton, para hacerse con alguien como Domantas Sabonis aquello parecía un episodio más del eterno fracaso de la franquicia californiana. Cambiar un joven por un All-Star con un techo más bien limitado daba la impresión de ser más un movimiento a la desesperada que algo premeditado. Incluso los primeros pasos del lituano en la organización dejaron sensaciones encontradas. Sin embargo, ocurre en la NBA que no siempre es necesario contar con una estrella de primerísimo nivel para tener éxito. Ni siquiera ha de estar en el segundo o tercer escalón de la élite. Simplemente debe encajar con todo aquello que le rodea y, sobre todo, tener una idea clara de lo necesario para ganar. Y probablemente nadie sepa mejor cómo llevar a cabo ese objetivo que Sabonis.
Crecer a la sombra de una leyenda como su padre, Arvydas, quien dominó Europa en las dos últimas décadas del siglo XX como ningún otro en el Viejo continente no fue sencillo. Más proviniendo de un país con tanta tradición y tan pequeño como Lituania. Menor de tres hermanos, Domas fue el que más pronto dejó claro que podría alcanzar, en cierto modo, el nivel de su progenitor. No obstante, su perfil sería bien distinto al del "Zar lituano", llevando hasta el límite aquello que su padre no pudo por el contexto del juego: el pase.
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De perfil más bien bajo y con una sensibilidad especial por la creación ofensiva, Domantas Sabonis ha ido convirtiéndose en uno de los mejores point-centers de su generación. De no existir Nikola Jokic, el lituano sería el interior más prolífico al pase de toda la NBA, cima que ya tocó en 2021 con 75,5 de media por encuentro. Con el paso de las temporadas, Domas ha ido dando forma y moldeando un estilo muy característico. De su ilustre rigidez en ataque ha hecho toda una virtud, utilizando su cuerpo del mejor modo posible hasta convertirlo en algo tan importante como su visión, control o toque.
Sortearle cuando entrega un mano a mano es casi tan complicado como lo sería tratar de saltarle por encima. Sabonis utiliza su cuerpo como un arma ofensiva para crear el espacio necesario para hacer posible la ventaja.
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Hablar de Arvydas Sabonis y del pase supone hacerlo de una de las relaciones más especiales con el juego del básquet europeo. Quizá la figura de mayor talento, condiciones físicas y carácter hasta la llegada de Dirk Nowitzki.
Un gigante que se vio obligado a cambiar su estilo después de una grave lesión en un Aquiles en 1986 y, a pesar de eso, siguió siendo un dominador sin parangón en su contexto. Y lo fue, precisamente, por esa habilidad innata para comprender todo lo que sucedía en la cancha, para conectar con sus compañeros, para romper el molde establecido de lo que debía ser un interior.
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"Son sus ojos, sus dedos, sus manos, los pequeños gestos. Lanza un pase y deja sus dedos de igual modo que mi padre", decía recientemente Tautvydas Sabonis en una entrevista con el New York Times.
Domantas creció escuchando una y otra vez las comparaciones con el mito que fue su padre. "Lo escuchaba en cada partido. Pero sin eso no hubiera llegado donde estoy. Lo usé como combustible para ser mejor", reconoció. Un combustible que le ha llevado a convertirse en todo un jugador de culto dentro del ecosistema NBA. Alguien capaz de cambiar el destino de una franquicia varada a la deriva sin modular un ápice el estilo que le convirtió en All-Star en Indiana.
Y esto ha sido posible por la confianza de Mike Brown en el valor de quien tenía en frente, sin buscar reinventar la rueda o modificar algo que no precisa cambio algo. En contraste, el técnico de los Kings diseñó el sistema para que se adaptase a Sabonis, lo que incluyó forzar a De'Aaron Fox a adaptarse a esa nueva realidad.
Todo el ataque de Sacramento emerge de las manos de Sabonis. Sí, Fox sigue teniendo gran relevancia en la creación individual, pero la ofensiva se mueve al sol del lituano, convirtiéndola en el mejor ataque de la historia de la NBA en términos de eficiencia (118,6).
Incluso no es solo una cuestión de creatividad o de capacidad para resolver situaciones, donde es sumamente intuitivo, Domas asume un número semejante de responsabilidad ofensiva que jugadores del calibre de Jimmy Butler, Joel Embiid o Nikola Jokic. Algo que en un contexto de Playoffs son palabras mayores.
Con 2-0 arriba en la eliminatoria de Playoffs contra los Golden State Warriors Domantas Sabonis se está convirtiendo en la figura más determinante de la serie. Algo que está realizando pese al asfixiante plan defensivo de los vigentes campeones, centrado en evitar que pueda pasar la bola y crear oportunidades desde cabecera y codos. Aun con todo, el lituano ha encontrado la manera de impactar y llevar junto al resto de los Kings a un 2023 de ensueño.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.