¿Hasta qué punto el anillo de 2022 de Golden State Warriors fue excepcional o una continuación de un proceso más largo? ¿Acaso ese éxito fue el canto de cisne de una dinastía que agotaba sus últimos días? La respuesta a ambas preguntas puede quedar resuelta en los próximos meses y es que tras la eliminación de los vigentes campeones a manos de los Lakers en estos Playoffs 2023 ha puesto en duda la viabilidad del proyecto. Un grupo construído alrededor de Stephen Curry, Draymond Green y Klay Thompson capaz de ganar cuatro anillos en ocho años, pero cuya media de edad es de 33,6 y cuya principal figura está encaminándose hacia el ocaso de su trayectoria. Y precisamente por esto último es probable que este particular Big Three pueda haber jugado su último partido juntos.
Draymond Green es la pieza más importante de esta partida de ajedrez. El veterano interior tiene la opción de alargar su presencia a las órdenes de Steve Kerr un año más a razón de 27,5 millones, pero también de no hacerlo y explorar el mercado. Tras ser eliminados en Playoffs, Green no dudó en reafirmar su compromiso con la organización diciendo que "quiero ser un Warrior por el resto de mi vida, quiero seguir con los mismos tipos". Además, Shams Charania y Anthony Slater reportaron que se van a producir negociaciones para una nueva extensión, lo cual no significa que vayan a llegar a un acuerdo.
Es por ello que la franquicia californiana tiene una decisión importantísima que marcará los siguientes años. Y lo más relevante: las opciones de luchar por cualquier objetivo ambicioso. Esa es la disyuntiva que tienen ante sí los Golden State Warriors: ¿mantener el Big Three y honrar su legado o romperlo en busca de un último éxito?
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Por qué los Warriors deberían romper el Big Three
Todo proyecto que se prolonga en el tiempo acaba adquiriendo vicios o aceptando ciertas prácticas que en otros contextos no se permitirían. Es innegable que los Warriors han construído una cultura ganadora, contrastada y capaz de amoldarse a los diferentes cambios en la coyuntura general de la NBA, pero también ha tenido que lidiar con diferentes cuestiones extradeportivas que han limitado su capacidad de estar en disposición de ganar.
Estos problemas se han hecho más tangibles durante el último año natural con Draymond Green como figura principal, bien por su altercado con Jordan Poole, por sus reacciones dentro de la cancha o por su propio rendimiento como jugador. Aunque el interior no es la razón última del desplome de los Warriors ante el séptimo clasificado del Oeste, el descenso de su aportación ha tenido un efecto dominó sobre el resto del plantel, síntoma de que algo puede estar terminándose.
Las gerencias han de tomar la mejor decisión posible para tratar de poner al equipo en disposición de ganar. ¿Puede Golden State volver a optar al anillo con esta misma configuración? Claro. ¿Es factible? Eso ya es más complicado. El juego está cambiando y cada vez es más necesario contar con más figuras fiables desde la larga distancia, algo que con Green y Looney en cancha se dificulta.
¿Cuál es el principal escollo? Que el mercado de Green es prácticamente nulo. Incluso si lograsen darle salida el acuerdo que obtendrían difícilmente mejoraría sus opciones de competir en 2024. De ahí que si optan por romper la baraja y acabar con el Big Three los Warriors tendrían que mover necesariamente a Klay Thompson.
Solo con una liberación general de los salarios del equipo y una reconfiguración del plantel alrededor de Stephen Curry Golden State podría tener opciones de luchar por un nuevo campeonato, aprovechando el final del pico de carrera de la gran estrella.
¿Por qué los Warriors no deberían romper el Big Three?
Al igual que hicieron otros grandes proyectos como San Antonio Spurs ser justos con aquellos que hicieron posible el éxito es condición innegociable para la construcción del legado de estas dinastías. Sin embargo, la realidad que afrontan los Warriors es un tanto distinta a la de otros ejemplos del pasado debido a sus altos salarios y el impacto del impuesto de lujo.
Aun con todo, el Big Three se ha ganado el derecho a caer en la cancha, a despedirse con honores del juego cuando ellos mismos lo deseen o la salud se lo permita. Dar por acabado a Golden State teniendo en cuenta el rendimiento del equipo de Steve Kerr en esta temporada podría ser una peligrosa sobrerreacción en base a los resultados.
La irregularidad colectiva, la gestión de las expectativas de algunos jugadores, las lesiones o la simple dificultad que entraña defender un campeonato son argumentos suficientemente sólidos como para darle un voto de confianza al proyecto.
Estos Warriors que han caído ante unos Lakers que solo ganaron un partido menos en Fase Regular son los mismos que le dieron la vuelta a un 0-2 en Primera Ronda y tumbaron a unos Kings que fueron terceros y tuvieron factor cancha.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.