"No creo que vaya a ser el último partido. Fue una linda historia para todos, pero no se va a retirar. Él, Scottie Pippen, Phil Jackson. Todos volverán. Estoy cansado de escuchar sobre eso". Esas fueron las palabras de John Stockton, el base y líder de Utah Jazz, al terminar el sexto partido de las Finales de la NBA de 1998. Parecía que Michael Jordan le había puesto un broche de oro a su carrera con una conclusión increíble: 45 puntos en el último partido para ganar por 87-86, gracias a un robo y un tiro memorable en la última posesión. Quizá un final tan icónico que a Stockton le parecía irreal.
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No fue el final de MJ en el básquet (dos años después regresó a la NBA para jugar en Washington Wizards) pero si lo fue por el momento y con los Chicago Bulls. Ese 14 de junio de 1998 fue la última vez que Superman se puso su traje icónico, en este caso la camiseta número 23 de la franquicia de Illinois. Ya nada sería igual. Tampoco regresarían Pippen, Jackson ni Dennis Rodman. Fue, aún hasta el día de hoy, el último momento de gloria de los Bulls. Como si el dueño, Jerry Reinsdorf, hubiese hecho un pedido desesperado antes de que Jordan le robe la pelota a Karl Malone y a cambio hubiese aceptado posteriores años de infortunios. El cierre fue tan increíble que permite imaginar algo así.
"No pensé que pudiese hacer algo que supere el quinto partido de las Finales de 1997 (el "Flu Game") pero hoy lo superó", afirmaba Phil Jackson al mismo tiempo. Si, era para tanto: 45 puntos en el partido definitivo de unas Finales, con un último cuarto que fue un concierto: 16 tantos en 10 minutos, incluidos ocho en los dos últimos minutos para remontar lo que hasta entonces era un 83-79 a favor de Utah, que queria llevar la serie hasta un séptimo juego en casa y buscar lo que hubiese sido un final amargo para "The Last Dance".
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De hecho, probablemente no hubiese habido ni serie de ESPN y Netflix ni nada si Jordan no tenía estos actos heroicos una vez más. Scottie Pippen estaba lesionado en su espalda (jugaba infiltrado) y el dolor apenas le permitió disputar 26 minutos en el sexto juego, sin tanto impacto individual (8 puntos, 4 rebotes y 3 asistencias, solo 2 puntos en el último cuarto) aunque si dándole un empujón anímico al mismísimo MJ cuando regresó para el segundo tiempo tras haber jugado apenas 7 minutos en la primera parte, en la que se tuvo que retirar al vestuario.
¿Cómo hubiese estado Pippen en caso de ir a un séptimo juego? ¿Se le hubiese escapado a Utah esa chance en casa tras haber estado 3-1 abajo en la serie? ¿Kukoc (15 puntos en el sexto partido) podría haber sostenido una vez más la responsabilidad de ser la segunda opción ofensiva? Todas estas situaciones son contrafácticas, pero sirven para demostrar la importancia de ese sexto partido y que no fueron unas Finales fáciles para los Bulls.
Chicago se había ido cuatro puntos por debajo al entretiempo, con Jordan autor de 23 tantos en 9-19 de campo y 3-6 en triples, pero Malone contestando con 20 unidades en una noche en la que Dennis Rodman poco podía estar haciendo para contenerlo. Al volver a la cancha, MJ no despuntó en el tercer período: encestó dos lanzamientos sobre seis intentos, falló unos tiros libres y Chicago perdía por 66-61 tras unos golpes atinados por la segunda unidad del Jazz.
No era John Stockton el que llevaba problemas en ese momento, sino Howard Eisley que le plantaba cara a Jordan en un duelo mano a mano de unas posesiones. ¿La humanidad del héroe cayendo? No, apenas un descanso era lo que necesitaba, ya con 35 años en el cuerpo. Tras anotar unos tiros y salir unos instantes, cuando regresó a la cancha para la parte final del último cuarto fue como si hubiese querido dejar su mejor impresión posible, por si era su última vez en la NBA.
MJ tomó lanzamiento tras lanzamiento en los últimos siete minutos y medio, apenas dejándole uno a Pippen y otro a Ron Harper. Metió el primero y luego falló cuatro consecutivos. Ese tiro anotado sirvió para pasar al frente por 74-73, pero los fallos le abrieron la puerta a Utah para un 83-79. Igual, el 23 no se amedrentaba ni se escondía. A Utah le estaba funcionando la cobertura de Bryon Russell y el entrenador Jerry Sloan siguió apostando a ello, buscando que Jordan no lo dañe con ataques a la zona interior. Entonces MJ lo logró una vez, sacó la falta y anotó dos tiros libres.
Lo hizo una segunda vez y empató el partido en 83.
Stockton, que hasta el momento llevaba un 0-3 en triples, finalmente metió un bombazo para el 86-83 del Jazz con 41 segundos restantes. Jordan debía ir por todo de nuevo. Para Russell, que hasta el momento lo tenía a Jordan en 10-21 en los intentos de campo en los que lo había defendido él, llegaría su momento de pesadilla. Primero Su Majestad se le escapó por la derecha y dejó a los Bulls a un punto, de forma rápida. Después Jordan tuvo la inteligencia necesaria para "dormir" a Malone y robarle una pelota clave.
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Última bola para los Bulls, para pasar al frente y quedarse con el título. Jordan contra Russell una vez más, como casi toda la noche. Finta para la derecha como en la jugada anterior. El defensor prácticamente besa el suelo. Freno y tiro desde la zona MJ, un paso detrás de la línea de tiros libres. Swoosh. Todo red. Chicago al frente. Jordan a la inmortalidad.
"Al final del partido tenés que negarle el balón porque es un asesino", comentaba su archienemigo Isiah Thomas en la TV. Después de eso Utah tuvo tiempo para ganar, pero Stockton falló un triple muy bien defendido. Ahora si era el final. El final de la dinastía. El final de Jordan como superhéroe. Ganando su última batalla. Yéndose invicto en Finales.
MJ volvería en Washington, con actuaciones realmente buenas para un jugador de su edad pero ya mostrándose terrenal, en un equipo que no era candidato a nada. Mejor nos quedamos con una última imagen épica. Con un final de película para la serie del Último Baile.
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