Si llegar a la NBA supone algo al alcance de muy pocos, hacerlo con unos orígenes tan remotos como los de Rui Hachimura tiene un mérito mayúsculo. En un país como Japón, donde el béisbol, el sumo o el fútbol superan con creces al básquet como los deportes más populares, una historia como la del alero de Los Angeles Lakers es una entre un millón. Hachimura no solo es alguien proveniente de los márgenes de esta disciplina, también se trata de una figura con un camino sumamente complicado. Uno que ha debido sobreponerse a la barrera racial existente y tangible en la tierra del sol naciente.
Mientras su madre, Makiko Hachimura, era japonesa, su padre, Zakari Jabil, era un inmigrante procedente de Benín, al oeste del continente africano. Esa condición multicultural le puso en una tesitura nada sencilla de resolver. Un informe de las Naciones Unidas publicado en 2006 reconocía la preocupante existencia de un clima de discriminación racial en Japón. No cuesta mucho imaginar cuántas veces Rui tuvo que escuchar a lo largo de su vida el término hafu o bien daburu, palabras despectivas y racistas destinadas hacia las personas con raíces japonesas y de otro lugar del mundo.
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De pequeño, Hachimura trataba de esconderse de la gente, escondía su rostro bajo la capucha de la sudadera o incluso evitaba ponerse de pie, pues hasta él mismo se sentía diferente del resto. Como alejándose de una realidad y un contexto que le rechazaba únicamente por el color de su piel y sus rasgos. Un deseo de ser invisible que las dimensiones de su ciudad natal, Toyama, con menos de 450.000 habitantes, y su espíritu provinciano, hacían incluso más difícil. No había mucha gente con la que Rui pudiera verse reflejado en su vida cotidiana, más en un lugar donde solo el 2% pertenecían a una etnia distinta.
Hachimura, tristemente, tuvo que aprender a lidiar con las miradas, los comentarios, el desprecio y, evidentemente, también con el odio.
"Me miraban porque era diferente. Me acostumbré a ello. Así son las cosas porque no hay mucha gente negra en Japón. Me siento realmente orgulloso de ser mitad africano y mitad japonés. Soy raro, pero estoy contento de ser así", dijo en una ocasión.
La cosa era incluso peor en aquellos lugares más recónditos de la geografía nipona.
"Era todo un reto estar en otras zonas del país, porque ellos realmente no sabían quién era", reconoció en 2018 a Bleacher Report. "Me miraban como si fuese un **** animal o algo así".
Igual que muchos otros niños que sufren discriminación, Hachimura encontró refugio en el deporte. Primero probó suerte en el béisbol, impulsado por el deseo de su abuelo materno. Allí Rui destacó pronto, tanto que sus cualidades físicas llamaron la atención en otras disciplinas. De este modo, Joji Sakamoto se cruzó en su vida.
Sakamoto era el entrenador del Okuda Junior High School y andaba reclutando a jóvenes con potencial para armar un equipo capaz de vencer en el torneo local. El veterano técnico trató por todos los medios de convencer a un Rui que se encontraba cómodo dentro de los márgenes del béisbol. Este, consciente de la estatura del joven, le invitó a un entrenamiento, pero Hachimura ni siquiera se presentó.
Fue entonces cuando "utilizó" a Yudai Baba, ex del afiliado de los Mavs en la G League, para persuadir a ese diamante en bruto hasta que, finalmente, el técnico se ganó su confianza. Sakamoto fue una inyección de ilusión en un niño que, hasta los 13 años, no había pisado una cancha, pero a quien se encargó de convencer de su verdadero potencial. "Tú eres igual que Michael Jordan", le decía al mismo tiempo que le enseñaba una y otra vez highlights de la NBA.
Conforme fue entrenando, Hachimura ganó seguridad en sí mismo, permitiéndole así crecer individualmente hasta convertirse en uno de los mejores proyectos de todo el país y terminar en el Meisei High School, lugar donde conquistó tres campeonatos de instituto consecutivos.
Para cuando completó su ciclo formativo a los 20 años y puso rumbo a Gonzaga, Rui Hachimura ya era el mayor talento proveniente de Asia desde Yi Jianlian.
Sin embargo, todo ese largo camino recorrido hasta cruzar el Pacífico no iba a ser suficiente. De hecho, únicamente estaba por comenzar.
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Hachimura llegó a Spokane sin dominar el inglés, sufriendo para dominar la gramática y acudiendo cada vez que podía al English Language Center de Gonzaga, lugar que desde la década de 1950 ha dedicado sus esfuerzos a ayudar a estudiantes internacionales a manejar el lenguaje. En el primero de sus tres años en la NCAA, el alero solo entendía el japonés, lo que limitaba tanto sus relaciones sociales como la posibilidad de estar mucho tiempo en cancha (130 minutos en toda la temporada). De no haber sido por Ken Nakagaw, graduado de la universidad y uno de los asistentes del equipo de Gonzaga, Hachimura no hubiera pasado de las primeras sesiones de entrenamiento en college.
"Fue realmente duro. Realmente estresante", reconoció en 2018 a ESPN. "No sé cómo lo hice, pero no creo que volviese a hacerlo del mismo modo si hubiera sabido que todo iba a ser así".
El actual alero de los Lakers puso todo su empeño en quemar etapas y hacerse con una lengua y unas reglas completamente ajenas a las que había conocido en toda su vida. Series, música y verse en una situación para la que no había vuelta atrás agilizaron su adaptación a un mundo y una cultura nueva.
Y solo entonces, cuando pudo abrirse y expresarse, Rui Hachimura demostró que era todo aquello que se decía de él en el lejano Japón.
El camino de Rui Hachimura hasta la NBA podría ser perfectamente el guion de una película deportiva. Su historia rellena todas las casillas para un éxito en taquilla. Rechazo desde bien temprano, ostracismo social, un experimentado técnico con buen ojo y un despegue ya sin freno hasta la cima del deporte. Pero quedarse en la imagen final del alero estrechando la mano a Adam Silver en el Draft de 2019 sería perderse la mitad del filme. Y es que para el japonés todo lo que vino después de aquello no ha seguido la proyección esperada en primera instancia.
Primero, una lesión en la ingle en su año rookie sumada a la suspensión del curso en marzo de 2020, con la consiguiente postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio. A la temporada siguiente, un problema ocular frenó cualquier posibilidad de empezar con buen pie la campaña sophomore. Así hasta desaparecer de la faz de la tierra en el arranque de la 2021-2022 por motivos personales relacionados con la salud mental.
La presión de ser un absoluto ídolo de masas en Japón, así como la frustración por el resultado cosechado con su Selección en unos difíciles Juegos de 2021 fue demasiado para alguien de tan solo 23 años. Él se alejó de todo para así poder tener las herramientas necesarias para dar el salto definitivo en su particular carrera NBA.
De ahí que cambiar de aires y salir traspasado en enero con destino Los Ángeles haya podido resultar un giro tan positivo en un Hachimura que, definitivamente, es uno entre un millón.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.