Doug Collins es uno de los protagonistas secundarios del tercer episodio de la serie-documental "The Last Dance". El ex entrenador de Chicago Bulls estuvo a cargo del equipo de Michael Jordan entre 1986 y 1989 y es mostrado como el director técnico que acompañó la gran explosión de MJ, manteniendo una buena relación con él.
John Paxson, jugador de aquellos Bulls, declara que un Collins por entonces joven les transmitía la energía necesaria.
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Pero Collins es mucho más que el entrenador de aquel equipo de Chicago de fines de la década del 80. Antes había sido una estrella del deporte universitario y cuatro veces All-Star en la NBA. Repasamos, en cinco datos, su rol en distintos momentos importantes del básquetbol.
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Protagonista de la final olímpica más polémica de la historia
La vida deportiva de Doug Collins comenzó con el joven nacido en Illinois en 1951 siendo un escolta estrella del básquetbol amateur. Con casi dos metros de altura, Collins era un anotador imparable: promedió 29,1 tantos por partido en sus tres años en la pequeña Universidad de Illinois State y así se abrió un lugar en la Selección de Estados Unidos que participó de los Juegos Olímpicos de Munich 1972.
Hasta esos Juegos, Estados Unidos tenía una hegemonía total en la competencia: se había consagrado campeón en todas las ediciones, desde Berlín 1936 hasta Ciudad de México 1968. Pero en la vuelta a Alemania no podrían repetir.
Los estadounidenses ganaron sus primeros ocho partidos, con buenas actuaciones de Collins como sus 11 puntos frente a Brasil y 10 tantos ante Egipto y Japón. Así llegaron con un balance histórico de 63-0 a la gran final del 9 de septiembre, que los mediría ante la Unión Soviética, el gran rival en plena Guerra Fría.
La final de básquetbol fue la última de aquellos Juegos. La Unión Soviética necesitaba ganar imperiosamente: era la chance de derrotar a los norteamericanos y obtener su medalla dorada número 50 en el 50 aniversario del país. El partido fue violento y los europeos utilizaban su experiencia para prevalecer: a falta de 10 minutos tenían una ventaja de 10 puntos. Pero los jóvenes estadounidenses recortaron la diferencia a una sola unidad y Collins robó el balón a siete segundos del final.
Cuando Doug se iba hacia el aro para encestar un doble, recibió una falta dura con tres segundos en el reloj. Encestó el primero para empatar e hizo lo mismo con el segundo. Ventaja de un punto para Estados Unidos. La Unión Soviética tendría tres segundos para buscar su primera medalla dorada en básquetbol. ¿Momento de pedir un tiempo muerto? Momento de polémica. El reglamento FIBA no permitía entonces pedir un tiempo muerto tras un tiro libre. El entrenador Vladimir Kondrashin había pedido un tiempo muerto antes, pero no se lo dieron luego del primer tiro libre de Collins.
Los soviéticos invadieron la cancha para protestar mientras el equipo reponía desde abajo de su aro y la estrella Sergei Belov avanzaba rápidamente. Por esa invasión se frenó el juego cuando quedaba un segundo en el reloj. La URSS debió volver a sacar desde el fondo, ahora con apenas un segundo disponible, y falló un intento milagroso. Estados Unidos campeón. O no. Renato William Jones, el secretario general de FIBA, ingresó a la cancha y manifestó que debía realizarse de nuevo la ultima posesión pero con tres segundos para la URSS, ya que el árbitro había cometido un error (a esa altura ya habían mil errores).
La URSS entonces volvió a ir por el milagro, realizando una sustitución ilegal en el medio, pero aún así ni siquiera logró intentar lanzar al aro. Estados Unidos volvió a festejar. Pero una vez más los oficiales pidieron que se repita la jugada, ya que había un error en el reloj de juego.
Momento de una tercera reanudación y, finalmente, del milagro: Ivan Edeshko, el de la sustitución ilegal, le puso un pase perfecto de campo completo a Alexander Belov, que tomó el balón y encestó sobre la bocina para ganar 51-50. Se acababa el invicto estadounidense. Los jugadores como Collins, indignados, no fueron a recibir su medalla de plata. El comité estadounidense presentó una protesta, que perdió en una votación por 3-2.
Aquellas medallas, entre ellas la de Collins, continúan esperando en Suiza, pero el plantel estadounidense se niega a ir a buscarlas.
Primer pick del Draft y cuatro veces All-Star
Tras la polémica de Munich, Collins se destacó un año más en el básquetbol universitario y fue escogido con la primera elección del Draft de la NBA de 1973 por Philadelphia 76ers. Jugó poco en el primer año (25 partidos y promedio de 17,4 minutos), pero en su segunda temporada se transformó en un referente ofensivo: desde la temporada 1974-1975 hasta la 1978-1979 aportó un promedio de 19,3 puntos, 3,5 asistencias y 3,4 rebotes, siendo All-Star en 1976, 1977, 1978 y 1979 y el segundo máximo anotador del equipo en la postemporada de 1977, apenas superado por Julius Erving. Philadelphia llegó a la final en esa campaña, perdiendo por 4-2 ante Portland Trail Blazers.
Las lesiones comenzaron a acosar a Collins en el año 79 y dos temporadas después debió retirarse del básquetbol profesional con apenas 29 años, jugando su último partido en noviembre de 1980.
Un entrenador ¿ideal? para el talento joven
Sin poder seguir como jugador, Collins se mantuvo en el básquetbol pero desde el banquillo. Primero fue asistente en las universidades de Pennsylvania y Arizona State y finalmente tuvo su primera chance NBA en la franquicia de su estado natal, Chicago Bulls, con apenas 35 años. Tendría la chance de ser el entrenador del joven de moda, Michael Jordan.
Con Collins como DT, MJ dio el salto a ser realmente una súperestrella: el entrenador pensaba todos los ataques para el #23, Jordan dominó de forma individual la temporada 1987-1988 y los Bulls empezaron a llegar lejos en los Playoffs, pero fueron eliminados por Detroit Pistons en 1988 y 1989 y Jerry Krause y los demás ejecutivos despidieron a Collins, a pesar de que Jordan tenía un gran cariño por él.
Su segunda oportunidad llegó justamente en Detroit, en 1995. Quedaba apenas un veterano de los Bad Boys, el escolta Joe Dumars, y ahora eran el equipo perdedor con el nuevo joven de moda, el alero Grant Hill, mejor novato de la temporada 1994-1995. Como hizo en Chicago, Collins hizo de los Pistons unos ganadores y potenció a Hill para que sea una de las principales estrellas de la liga (miembro del primer quinteto All-NBA 1996-1997). Detroit ganó 54 partidos de fase regular en 1996-1997, Collins fue escogido para ser el entrenador del equipo de la Conferencia Este en el All-Star y todo marchaba bien, pero a la hora de los Playoffs fue eliminado en primera ronda por Atlanta Hawks.
Tras comenzar con récord de 21-24 en la campaña 1997-1998, Collins fue despedido. Trabajó como analista en televisión durante unos años hasta tener su tercera chance al frente de un equipo, otorgada por un viejo amigo.
A cargo de los Wizards de Jordan
Michael Jordan estaba a cargo de las decisiones basquetbolísticas de Washington Wizards y en el verano estadounidense de 2001 decidió dos cosas importantes: que Doug Collins sería el entrenador del equipo y que él, con 38 años, volvería a jugar en la NBA. Una vez más Collins se hacía cargo de un equipo perdedor: los Wizards apenas habían ganado 19 partidos en la 2000-2001 y, más allá de Jordan, eran un equipo con jóvenes (Rip Hamilton o Kwame Brown) y con veteranos que ya estaban más allá de su pico de rendimiento (Christian Laettner, Popeye Jones o el mismo Jordan, más allá de que era el mejor jugador de la historia).
Los Wizards ganaron 37 partidos en la primera temporada de Jordan (el #23 faltó a 22 juegos, el récord con MJ en cancha fue de 30-30) y la misma cantidad en el segundo año, donde se había sumado otro veterano conocido de Jordan y Collins: Charles Oakley. Abe Pollin, dueño de los Wizards, echó a MJ de su puesto como directivo al que pretendía regresar después de su tercer retiro y también echó a Collins.
Philadelphia, su último paso
Tras haber estado cerca de asumir como entrenador de Milwaukee Bucks y Chicago Bulls, Doug Collins volvió a la NBA en la temporada 2010-2011 siendo entrenador de la primera franquicia a la que había representado en la liga: los 76ers de Philadelphia, en ese entonces también con líderes jóvenes (Andre Iguodala y Jrue Holiday) y buscando revivir tras una pésima campaña 2009-2010 (27-55).
Collins puso al equipo en Playoffs en el primer intento una vez más, como en Chicago y Detroit: terminaron con récord de 41-41 y cayeron por 4-1 ante el Miami Heat de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. A la temporada siguiente, con 35-31 volvieron a Playoffs y dieron una sorpresa inesperada: clasificados octavos, vencieron por 4-2 a Chicago Bulls, aunque ayudados por la lesión de Derrick Rose en el primer partido. Esa fue la quinta y por ahora última vez en la que un equipo preclasificado octavo eliminó a un #1. Los Sixers finalmente cayeron por 4-2 frente a Boston Celtics en la segunda ronda.
La 2012-2013 fue una mala temporada: se marchó Iguodala a Denver y llegó como gran incorporación Andrew Bynum, el pivote bicampeón con Los Angeles Lakers. Pero Bynum tenía las rodillas destrozadas y no llegó a siquiera jugar un partido en los Sixers. El récord de Philadelphia fue de 34-48 y Collins, de 61 años, fue despedido en su última aventura en la NBA como entrenador. Hoy, con 68 años, es consejero de los ejecutivos de Chicago Bulls.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.