Los Phoenix Suns son el primer finalista de la temporada 2020-2021 de la NBA. Los de Monty Williams eliminaron a los LA Clippers en la definición del Oeste y ahora aguardan por el ganador del cruce del Este entre Milwaukee Bucks y Atlanta Hawks. Un desenlace lógico y merecido por lo que mostraron durante toda la campaña, más allá de ciertas dudas que podían existir por la inexperiencia de buena parte de su plantel en este tipo de instancias.
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Para los Suns se trata de las terceras Finales en la historia de la franquicia, repitiendo lo conseguido en 1976 y en 1993. Claro que en ambos casos el último capítulo no fue el esperado: en 1976 cayeron ante los Boston Celtics por 4-2 en una serie recordada por un histórico Partido 5 en el Garden, mientras que en 1993 fueron superados por los Bulls de Michael Jordan, también por 4-2. ¿Podrán cambiar la historia esta vez?
A la hora de analizar las temporadas de los tres equipos con los que Phoenix llegó a las Finales aparece un punto en común: un traspaso que lo cambió todo durante la offseason. El que tenemos más fresco en la memoria es obviamente el de Chris Paul, quien se transformó en ese guía tan necesario para liderar a la estructura joven del equipo, no solo con su voz de mando, sino también con su producción dentro del campo.
Paul llegó a Phoenix despés de una buena 2019-2020 con Oklahoma City, luego de que el Thunder decidiera acelerar en su reconstrucción y apostar por jugadores jóvenes. Los Suns consiguieron al legendario base con un paquete que hoy tiene sabor a barato: Ty Jerome, Jalen Lecque, Kelly Oubre, Ricky Rubio y un pick de 1° Ronda del 2022. Todo por un jugador que terminó quinto en la votación para el MVP y que cerró la clasificación a las Finales con nada menos que 41 puntos frente a los Clippers.
Más allá de todo el aporte de jóvenes como Devin Booker, Mikal Bridges y Deandre Ayton, está claro que sin Paul hubiera sido muy difícil imaginar a los Suns en esta etapa del torneo. Y así como ese movimiento cambió por completo el rumbo de la 2020-2021, algo muy similar sucedió en los dos casos previos.
Una estrella inesperada
Viajemos por un momento a 1975. Los Suns se encontraban en una situación bastante parecida a la de hace algunos meses: llevaban cinco años sin ingresar a Playoffs y habían tenido récord negativo en las pasadas tres temporadas. No estaban ni cerca de ser considerados contendientes, en un Oeste que por entonces tenía a Golden State y Chicago (jugaban en dicha Conferencia) como sus conjuntos más potentes.
Pero así como en el 2020 sacaron provecho de la idea de reconstrucción de Oklahoma City, en el parate previo a la 1975-1976 se beneficiaron de un Boston que buscaba un cambio de aire, luego de quedar eliminado en las Finales del Este por los Bullets. Fue así como los Celtics enviaron a Phoenix a Paul Westphal, a cambio de otro base como Charlie Scott, quien venía teniendo actuaciones ofensivas espectaculares, tanto en la ABA (llegó a promediar 34,6 puntos con Virginia) como también en los Suns (entre 24 y 25 puntos en tres temporadas seguidas, siendo All-Star en todas ellas).
Lo curioso del caso es que el traspaso desde el punto de vista de Phoenix, parecía tener más vistas al largo que al corto plazo. Y es que no solo recibieron un par de picks de Draft futuros, sino que además el propio cambio de Westphal por Scott daba esos indicios: se trataba de un base algo más joven y con muchísimo menos cartel en la liga. De hecho, venía de promediar 9,8 puntos en la 1974-1975, en contraste con los 24,3 tantos de Scott. Aunque claro, Westphal jugaba poco en los Celtics, teniendo por delante a una figura del calibre de Jo Jo White.
La llegada de Westphal no fue el único movimiento clave para los Suns en esa temporada, aunque sí el más importante. A su vez, draftearon con el cuarto pick del Draft 1975 a un pivote muy completo como Alvan Adams (All-Star en su año de novato) y durante el transcurso del certamen, consiguieron a un especialista defensivo como Gar Heard, también vía traspaso.
No solo Adams y Heard consolidaron a los Suns como un gran equipo defensivo, sino que además quedó rápidamente en claro que con Westphal se habían llevado una joya desperdiciada en Boston. El base se transformó inmediatamente en la principal referencia del equipo, promediando 20,5 puntos, 5,4 asistencias, 3,2 rebotes y 2,6 robos en su primera campaña con dicha camiseta. ¿El saldo de todo esto? Marca ganadora (42-40) y clasificación a Playoffs, para un equipo claramente en ascenso tras los retoques al plantel.
En la 1° Ronda eliminaron a los SuperSonics por 4-2, comandados por los dos jugadores que sumaron con traspasos: Paul Westphal en ataque (24,3 puntos) y Gar Heard en defensa (2,2 robos y 2 tapones). El desafío era muchísimo mayor en la definición del Oeste, enfrentando al gran candidato: el campeón defensor Golden State, con Rick Barry a la cabeza. Victorias alternadas hasta llegar a un séptimo partido en cancha de los Warriors, donde Phoenix impuso su defensa y se llevó la victoria por 94-86, con Westphal y Heard como máximos anotadores (ambos con 21 tantos).
El sueño de aquellos jóvenes y sorpresivos Suns se acabaría en las Finales ante los Celtics... pero no sin antes poner en serios aprietos a Boston. El cruce llegó igualado en dos al quinto punto, donde se viviría un encuentro absolutamente inolvidable: los Celtics acabaron quedándose con el triunfo por 128-126, aunque el momento más icónico de esa noche se vivió en el cierre del primer suplementario, con un desenlace de película, que incluyó invasión del público local antes de tiempo, un árbitro tomándose a golpes con un espectador y sobre todo, Gar Heard anotando una mediavuelta sobre la bocina, para forzar la segunda prórroga.
No por nada ese juego recibió el mote de "The greatest game ever played" (el mejor partido alguna vez jugado). Para dolor de los Suns, Boston no solo ganó ese duelazo, sino también el sexto (87-80), para quedarse con el trofeo de 1976.
Llega un MVP
La historia reciente para los Suns en 1992 era muy diferente a las sequías de postemporada del 2020 y 1975. Hablamos de un equipo que llevaba cuatro campañas seguidas entrando a Playoffs, aunque siempre les había faltado ese salto de calidad para terminar consagrándose en el Oeste. Y ese salto tendría nombre y apellido: Charles Barkley.
A sus 29 años, Chuck ya era considerado una de las grandes figuras de la liga y estaba solo a algunas semanas de participar en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, con aquel primer Dream Team de Jordan, Magic, Larry y compañía. Sin embargo, la actualidad de los Sixers no ayudaba: una franquicia que tras sus buenos años 80's había comenzado a desbarrancar y que en la 1991-1992 había tocado fondo, con un 35-47 que lo dejó afuera de los Playoffs. La salida de Barkley en ese contexto era lógica y el que aprovechó la situación fue Phoenix. Y si decimos que Chris Paul les salió barato, qué decir de lo que dieron por Chuck: Jeff Hornacek, Andrew Lang y Tim Perry. De oferta.
Barkley se sumó a otras dos figuras que ya estaban en el plantel como Kevin Johnson y Dan Majerle, mientras que Phoenix por fin pudo usar al talentoso novato Richard Dumas, quien venía de perderse su primer año en la NBA por una suspensión relacionada al abuso de sustancias prohibidas. Y un dato todavía más importante: Cotton Fitzsimmons dejó su cargo como entrenador y en su lugar asumió... ¡Paul Westphal! Quien otra vez jugaría un papel clave en llevarlos de inmediato a lo más alto del Oeste.
Con un Barkley en modo MVP (lo ganó ese año), Phoenix se terminó de consolidar como una de las grandes potencias del certamen. Ya habían tenido un récord destacado de 53-29 el año anterior, pero la llegada del interior los elevó a un escalón de élite absoluta, terminando la 1992-1993 con registro de 62-20... el mejor de toda la NBA.
Los Playoffs, sin embargo, presentaron varios dolores de cabeza para los dirigidos por Westphal. En la 1° Ronda tuvieron que levantar un 0-2 (serie al mejor de cinco) ante los Lakers, ganando el decisivo quinto punto por 112-104 con 31 puntos y 14 rebotes de Barkley. Las Semis del Oeste también trajeron emociones fuertes: 4-2 sobre los Spurs (llegaron a estar 2-2), con Barkley sacando a relucir toda su jerarquía: 26,2 puntos, 13,2 rebotes, 3,3 asistencias, 2,2 robos, 1,5 tapones y este memorable game-winner sobre David Robinson para sentenciar el cruce.
En las Finales del Oeste esperaban los explosivos Sonics de Shawn Kemp, Gary Payton y compañía, en otra llave espectacular que se iría a siete partidos. Y en ese definitorio Juego 7, lo de Barkley volvió a ser totalmente abrumador: 44 puntos y 24 rebotes, para guiar a Phoenix al 123-110 y garantizar su lugar en las Finales, donde ya los esperaban los bicampeones Chicago Bulls.
Barkley (27 puntos, 13 rebotes, 5,5 asistencias) estuvo a la altura de lo que se esperaba en esa llave ante Chicago y los Suns estuvieron realmente cerca de forzar un séptimo partido. Pero a la larga, un Michael Jordan imparable (41 puntos, 8,5 rebotes y 6,3 asistencias de media), más la recordada conversión agónica de John Paxson en el Partido 6 terminó dándole el título a los Bulls por 4-2.
Paul Westphal. Charles Barkley. Chris Paul. Tres jugadores que llegaron vía traspaso a Phoenix y que inmediatamente lideraron a la franquicia a las Finales durante su primer año en el equipo. La historia se repite, aunque todos los seguidores de los Suns esperan que esta vez la tendencia se rompa a la hora de buscar su primer campeonato NBA.
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