¿Es posible mejorar un equipo cambiando a un jugador por otro de menor calidad? La respuesta a esta pregunta es depende. Depende del contexto que rodee a ese conjunto, pues en un deporte colectivo como el básquet la suma de individualidades no siempre aportan en positivo, sino más bien restan. Los Phoenix Suns llevaban desde 2022 tratando de buscar una salida para una de las piezas claves de su proyecto, Deandre Ayton.
Elegido con el #1 en el Draft de Luka Doncic, el bahameño nunca consiguió alcanzar el nivel esperado y su personalidad chocó en repetidas ocasiones con el momento de la franquicia. Así hasta que, finalmente, consiguieron desprenderse de él al involucrarse en el traspaso de Damian Lillard. Un intercambio que les ha reportado, entre otros, a Jusuf Nurkic, un jugador objetivamente peor en lo individual, pero que puede ser justo lo que en Arizona necesitaban.
Ayton era una garantía en ambos costados del campo, en constante progresión, aunque con lagunas que costaron más de un disgusto a los aficionados de los Suns. Una inconsistencia e irregularidad que se sumaba a su personalidad y actitud, no terminando de aceptar el rol y lo que necesitaba el equipo de él.
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Nurkic, en contraste, es un interior eminentemente ofensivo, uno de los mejores colocadores de pantallas de toda la liga y un perfecto ejecutor en el pick & roll. Sin ir más lejos, el bosnio ha terminado en sus dos últimas temporadas entre los seis primeros en screen assists, es decir, canastas que han sido posibles gracias a sus bloqueos. Curiosamente, por delante quedó siempre Ayton, alguien que pese a producir así necesitaba la bola en otras circunstancias para sentirse importante en ataque.
La llegada de Jusuf Nurkic apuntala un equipo como son los Phoenix Suns cuya vocación y objetivo no es otro que el anillo. En un momento tan abierto como este, pequeños detalles cuyo objetivo no es añadir más talento sino impulsar el ya presente pueden ser diferenciales. Y el desembarco del bosnio, así como de Grayson Allen, Nassir Little o Keon Johnson van en una dirección muy concreta: ganar.
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Un paso atrás para dar dos hacia adelante
Durante esta offseason los Suns han realizado una apuesta mayúscula en su objetivo de luchar por el campeonato. El traspaso que llevó a Bradley Beal a Phoenix ya parece extremadamente lejano, pero aquella fue la primera piedra del nuevo proyecto. Y Jusuf Nurkic es la última. Quizá no la más bonita, ni la más atractiva para los fans, pero sí la que necesitaba el equipo de Frank Vogel para, al fin, despegar.
Un perfil como Ayton en una constelación semejante de estrellas era un lastre en términos de juego. Con Durant, Booker y Beal lo que más necesitaban los Suns era un interior que, simplemente, se dedicase a hacer el trabajo menos gratificante. Colocar pantallas, continuar hacia el aro, luchar por los rebotes y anotar cuando le llegue la bola en situaciones de alta efectividad.
Jusuf Nurkic es ese perfil y ahora el quinteto inicial de Phoenix cobra más sentido y eleva su potencial.
A lo largo de las dos últimas temporadas completas, el jugador balcánico ha sido capaz de producir 1,26 puntos por posesión en situaciones de bloqueo y continuación según InStat. En comparación y en un contexto mucho más propicio para ser más productivo, Ayton produjo un número ligeramente menor, 1,22 tantos por acción.
En definitiva, el interior bosnio va a ser un jugador vital en las aspiraciones de los Suns. A través de su rol de mero ejecutor ofensivo, Nurk tiene la responsabilidad de facilitar el trabajo a Durant, Beal y Booker gracias a su tamaño y presencia física.
Una mejoría para el roster de Phoenix pese a que, objetivamente, Ayton pueda ser mucho mejor jugador. Pero, como se explicaba al comienzo, este es un deporte colectivo, donde no gana la suma de individualidades, sino el desempeño de cada pieza dentro de un rol concreto.
El bahameño nunca pareció querer asumir el rol de ejecutor y facilitador, mientras que Nurkic ha hecho carrera en la NBA a base de poner bloqueos, recibir y anotar en la pintura y capturar rebotes.
Cuestión de expectativas.
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La defensa, la gran incógnita
No obstante, lo que Nurkic pueda hacer en ataque quedará en un segundo plano, pues su talón de Aquiles es la defensa, deficiencia que comparte con el resto de Phoenix Suns.
Si antes se ponía en valor su productividad en el pick & roll también hay que mencionar su desempeño en esa misma situación pero con los roles invertidos. En defensa, el bosnio ha permitido en las dos últimas campañas ha concedido 1,19 puntos por posesión en acciones de bloqueo y continuación. Es decir, su productividad en ataque queda casi eclipsada por su mal trabajo atrás. Algo que se magnifica en un contexto ganador como el de Phoenix.
El bloqueo directo es la expresión más tangible de la fragilidad defensiva de Nurkic, pero no el más dañino, pues en otros aspectos como las transiciones (1,23 puntos por posesión) o su trabajo para puntear lanzamientos en recepción (1,20) es incluso más peligroso para las aspiraciones de los Suns.
Aun con todo, Phoenix cuenta con uno de los mejores entrenadores defensivos de la liga como es Frank Vogel, un seguro a la hora de tapar las deficiencias del interior balcánico.
No contar con una defensa de élite durante la Fase Regular no significa que la ventana de oportunidad al anillo se cierre, pero sí resulta más complicado conseguir el objetivo final. Los Suns apelarán a un potencial en ataque difícilmente igualable para el resto de contendientes con la esperanza de que sea suficiente.
¿Cómo queda Phoenix Suns tras el traspaso? Rotación y roster del equipo
| Guards | Exteriores | Interiores |
| Bradley Beal* | Kevin Durant* | Jusuf Nurkic* |
| Devin Booker* | Josh Okogie* | Drew Eubanks |
| Eric Gordon | Yuta Watanabe | Bol Bol |
| Grayson Allen | Nassir Little | Chumezie Metu |
| Damion Lee | Ish Wainright | |
| Keon Johnson | Keita Bates-Diop | |
| Jordan Goodwin |
