Una de las cosas que hacen más interesante a la NBA es la enorme cantidad de historias que se producen a lo largo de una temporada o de un mismo hecho. Relatos e historias de interior contadas por sus protagonistas desde diferentes prismas que, en algunas ocasiones, fomenta que se creen mitos que mantienen viva la mística de la liga. Uno de los que más ha favorecido esta práctica ha sido Michael Jordan que durante toda su carrera despertó una atracción en la prensa y el aficionado como ningún otro deportista anteriormente.
Especialmente famoso sería el conocido como "Flu Game", acontecido durante el quinto partido de las Finales de 1997. La leyenda cuenta que Jordan disputó aquel encuentro con un estado físico terrible, experimentando fiebre (de ahí el nombre del partido), escalofríos y cuya tonalidad de piel había cambiado drásticamente. "La gran historia aquí esta noche: la condición física de Michael Jordan", dijo el comentarista de aquel encuentro Marv Albert poco antes de que diera comienzo. “Este es Jordan llegando hace dos horas. Está sufriendo de síntomas similares a los de la gripe".
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Durante aquel encuentro ante el Utah Jazz, absolutamente decisivo por encontrarse la serie igualada 2 a 2, Jordan realizó un esfuerzo sobrehumano para conducir a su equipo hacia la victoria. Durante los 44 minutos que estuvo en la duela, Su Majestad acabó con 38 puntos (48% en tiros de campo), dejando una instantánea para el recuerdo, rumbo al banquillo, exhausto y únicamente sostenido por la ayuda de su compañero Pippen. "Jugué hasta desmayarme", dijo Jordan después del partido. “Entré y estaba casi deshidratado, y todo eso fue solo para ganar un partido de baloncesto. No podía respirar. Mi nivel de energía era realmente bajo. Tenía la boca muy seca", relató.
Aquel suceso encumbró su figura a los altares de la historia. El competidor infatigable, el guerrero imbatible que ni una simple fiebre podía frenar cuando se trataba de vencer. Sin embargo, toda historia tiene su cara B y esta tardó casi dos décadas en ver la luz.
Una vez acabados los entrenamientos en la víspera del quinto partido ante el Jazz un hambre atroz atacó el cuerpo de Jordan mientras este reposaba en el hotel del equipo en la ciudad de Park City. Acompañado por Tim Grover, el preparador físico de Jordan durante buena parte de su carrera y confidente, este sugirió pedir unas pizzas para calmar el apetito a lo que el jugador de los Bulls accedió sin ninguna duda.
“Entonces pedimos una pizza, vinieron a entregarla cinco hombres", contó Grover en 2013 a ESPN. "Y yo solo... tomé la pizza, y les dije: 'Tengo un mal presentimiento sobre esto'. De todos en la sala, Jordan fue el único que comió. Nadie más". Los problemas no tardaron en aparecer.
Cuatro horas después de la ingesta desmesurada de Michael, fruto de la ansiedad por la competición o de cualquier otro motivo, el jugador de los Bulls llamó desesperadamente a Grover pidiéndole que acudiera a su habitación lo antes posible. Al entrar el preparador encontró una escena que hacía presagiar lo peor. Ahí estaba Jordan en posición fetal, contrayéndose de dolor y experimentando una serie de sudores que conducían a pensar que tenía una intoxicación alimentaria.
El reloj jugaba en contra de los Bulls en las horas previas al duelo. Su estrella llevaba toda la noche en vela, con vómitos, fiebre y absolutamente incapacitado para realizar cualquier esfuerzo mayor. El paciente necesitaba reposo y la cama debía ser el único lugar donde estuviera Su Majestad.
Con todo en contra, sin contar con él ni mucho menos y temiéndose los Bulls lo peor, Jordan apareció en el Delta Center de Salt Lake City apenas una hora antes del comienzo del choque, desprendiendo la sensación de que estaba más fuera que dentro de la arena. En el momento en el que el balón voló hacia el cielo con el salto inicial quedó claro que el animal competitivo que era MJ no iba a desaparecer en esa ocasión. No lo iba a frenar una "simple" intoxicación alimentaria.
Así jugó Michael Jordan el día del "Flu Game"
MJ finalizó ese partido con 38 puntos, 7 rebotes, 5 asistencias, 3 robos, un tapón y tres pérdidas en 44 minutos y 17 segundos en cancha, con 13-27 en intentos de campo y 10-12 en tiros libres. Unos numerazos en una de su mejores actuaciones de cualquiera de las Finales del segundo tricampeonato, incluso sin tener en cuenta la épica de que haya jugado enfermo.
Como podemos apreciar en el gráfico de lanzamientos de ese partido, MJ no limitó su impacto como anotador a una sola área. Manejó bastante menos el balón, cuya circulación se apoyó más que nunca en el triángulo, pero la mayoría de las posesiones de los Bulls terminaban en sus manos y desde distintas posiciones de la cancha.
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El primer cuarto fue una pesadilla para los Bulls: lo terminaron perdiendo por 29-16 y si de alguien no fue la culpa fue de MJ. El escolta fue el autor de las dos únicas conversiones de los Bulls en los primeros cinco minutos y medio de juego, con un tiro cercano a la línea de fondo tras una penetración fallida y un lanzamiento de media distancia tras cortina. La primera anotación, en el primer minuto de juego, demuestra las condiciones en las que estaba el #23. Tomó un rebote defensivo y salió de costa a costa, pero a la velocidad que sus piernas se lo permitían: no tenía explosión. Sin embargo, se las arregló para anotar.
Después, también se llevó las marcas en la pintura y le dejó servido un triple a Ron Harper. La falta de piernas volvió a mostrarse cuando se quedó corto en un tiro que era clásico para él, el turnaround desde el codo de la cancha.
MJ finalizó el primer período con 4 puntos, 2 pérdidas y una asistencia en 10:52 minutos. Los Bulls jugaron mal y el máximo anotador del equipo era Brian Williams desde el banco, con cinco tantos y mucha energía. Scottie Pippen, de quien se podía esperar que se haga cargo del equipo con Jordan en esas condiciones, mostró poco y encestó menos (1-5 de campo y dos pérdidas).
Segundo cuarto
Tras un pequeño descanso de unos minutos entre lo que estuvo sentado y lo que hay entre un cuarto y el otro, Jordan regresó a la cancha para iniciar el segundo cuarto, el cuál jugó de inicio a fin y en el que estuvo tremendo, sin que Utah encontrara respuesta: sumó 17 puntos, 2 rebotes, 2 robos y una asistencia con 4-8 de campo, sin pérdidas y con 9-10 en tiros libres.
Lo de las faltas generadas fue una clave: MJ venía de no lanzar ni un solo tiro libre en el cuarto partido, algo que apenas le había pasado una vez en Playoffs en toda su carrera (en el tercer encuentro de la primera ronda de 1998, ante Washington). A pesar de estar en malas condiciones físicas, Su Majestad sabía que había que corregir. Se hizo cargo de la pelota en el inicio del segundo período (seis de las primeras siete posesiones de los Bulls lo tuvieron lanzando, sacando la falta o asistiendo), mientras que Pippen tomó un descanso. Desde la media distancia, generó infracciones al atacar la pintura o en un contragolpe, la leyenda fue anotando y ya se lo vio un poco mejor.
Kukoc (5 puntos) y Pippen (4 puntos) tomaron un poco la carga en la mitad del segundo cuarto y los Bulls se metieron de nuevo en partido, como para que Jordan los dejara al frente en un momento del final tras una clavada al contragolpe y más tiros libres. Para Stockton era un problema defenderlo al #23 cuando posteaba.
Igualmente, unas desatenciones de los Bulls hicieron que Utah se fuera al entretiempo ganando por 53-49. Esa misma última posesión del primer tiempo, que termina en conversión de Bryon Russell, se puede argumentar que no habría sido igual con un MJ al 100%.
Tercer cuarto
Al volver del descanso del entretiempo, Jordan continuó sufriendo. A pesar de haber tenido la chance de "cargar energía", tuvo su momento más desteñido del partido: apenas dos puntos, dos asistencias y una pérdida en 9:25 minutos, con 1-4 de campo. ¿La única conversión? Una bandeja jordanesca. Faltaron piernas pero la técnica seguía ahí.
Antes y después habia buscado postear, como en el segundo cuarto, pero no pudo sumar más allá de algún detalle en defensa como esta tapa a Russell, más de inteligencia y lectura que de potencia.
Jordan fue reemplazado por Toni Kukoc cuando faltaban 2:35 minutos y los Bulls estaban abajo por 69-65, al mismo tiempo que salió un Dennis Rodman que llegó a su quinta falta. Phil Jackson respiró tranquilo al ver que Utah no pudo aprovechar ese pasaje para tomar distancia: el Jazz apenas lograron un parcial de 3-2 y se fueron al último descanso ganando 72-67.
Último cuarto
MJ había estado sentado en el banco con hielo y toallas sobre su cabeza y tenía poca energía hasta para tomar un vaso de Gatorade, pero después de tanto esfuerzo tuvo que salir a buscar la definición del partido: hasta el momento llevaba 23 puntos y era el máximo anotador de los Bulls, con mucha diferencia por sobre la segunda vía, Scottie Pippen, que llevaba 14 tantos. Incluso Karl Malone, el MVP de esa temporada y el mejor hombre de Utah, sumaba menos: el "Cartero" acumulaba 18 puntos.
El primer ataque de los de Phil Jackson tuvo la primera medicina de Jordan: un lanzamiento desde línea de fondo tras escaparse de su defensor en esa posesión, Chris Morris.
Como al comenzar el segundo cuarto, MJ fue una vez más el corazón del ataque Bull: lanzó seis de los primeros siete tiros del equipo y asistió a Toni Kukoc en el único en el que no fue él el que probó de cara al aro. Así, de pronto, con varios lanzamientos de media distancia y hasta con un triple de MJ, los visitantes pasaron al frente por 79-77.
Pippen recién tomó relevancia ofensiva con un contragolpe del que sacó dos tiros libres ya llegados a la mitad del último cuarto, empatando el partido en 81. Las posesiones de todo el partido habían sido muy lentas y esto le favoreció mucho a MJ, que de forma contraria hubiese sufrido más. Utah buscó poco y nada acelerar y dañarlo de esa forma.
En el clutch, la pelota volvió a Su Majestad. Falló dos lanzamientos de media distancia y un triple de Stockton dejó al Jazz al frente por 84-81, pero Jordan contestó rápido pudiendo finalmente encestar.
Rodman, que a decir verdad no aportó en el encuentro salvo en el tercer cuarto (terminó con seis puntos y siete rebotes, solamente uno en ataque) fue descalificado por seis faltas con 2:25 restantes, Malone puso el 85-83 y la cosa se complicó. Para colmo, Pippen fue a la línea con la chance de empatar el partido, pero apenas metió un lanzamiento y Longley fue bloqueado al intentar el doble del 86-85.
Era 85-84 para Utah a 46 segundos del final. Jordan no perdía tres partidos de forma consecutiva desde los primeros tres encuentros de la temporada 1990-1991 y no quería volver a sufrir las tres caídas juntas en este momento clave. Momento de la magia.
Le sacó una falta a Russell, fue a la línea de castigo, metió el primer lanzamiento para igualar el partido, falló el segundo, capturó el balón en el piso tras el rebote y aprovechó un error defensivo de Utah, que doblemarcó a Pippen y dejo libre a MJ de cara al aro, para anotar un triple fundamental. 88-85 con 25 segundos por jugar. Posiblemente la posesión de cuatro puntos más importante de la carrera de Jordan.
Chicago terminaó ganando ese período por 23-16 con 15 tantos, 3 rebotes, 6-10 de campo y ninguna pérdida para Jordan, autor del 42,2% de los puntos del equipo en el partido y del 29,4% de las asistencias a pesar de tremendo cuadro de enfermedad. Más dominante que lo usual (en la temporada regular había metido el 32% de los puntos de Chicago), imparable en una situación límite por más que la fiebre se cruce en su camino. De hecho jugó más minutos en ese partido que en todos los partidos de aquellas Finales menos el segundo partido, en el que disputó 37 segundos más.
Ni siquiera su repertorio se vio demasiado modificado: apenas se le puede achacar que en defensa no mostró la intensidad de otras noches, pero igual se las arregló para robar él solo casi tantas pelotas como todo Utah (tres contra cuatro). Un distinto.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.