Nunca antes en su carrera Gregg Popovich había convivido tanto tiempo con la derrota. Incluso en su remota etapa en Pomona College el mítico entrenador había tenido sacar la bandera blanca en tantos partidos. Con casi 1500 encuentros a sus hombros entre Fase Regular y Playoffs, Pop ha acumulado experiencias para varias vidas, pero a sus 74 años el veterano líder de San Antonio Spurs está viviendo una realidad insólita en su amplia trayectoria.
A ganar uno se puede acostumbrar con relativa facilidad hasta que se convierte en un hábito, el algo que, simplemente, sucede. Sin embargo, con la derrota no sucede igual en el mundo del deporte. Caer significa estar haciendo las cosas mal, o no suficientemente bien. ¿Pero qué pasa si el único camino para ganar pasa irremediablemente por aprender a perder? En esa encrucijada se encontraban los Spurs al término de la pasada temporada. Demasiado lejos para luchar por los Playoffs, demasiado distantes de los últimos puestos del Oeste que dan más probabilidades para la lotería del Draft. Fue en el momento en el que decidieron desprenderse de Dejounte Murray en el que cambiaron la filosofía que había definido la franquicia en las últimas dos décadas. Los texanos abrazaron definitivamente una reconstrucción tradicional, la cual pasaba necesariamente por perder, pero al estilo de Popovich, es decir, enseñando.
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Con su particular mezcla de método socrático y el clásico palo-zanahoria, Popovich ha iniciado la que puede ser su última gran obra. Los Spurs lucen como un conjunto joven, inexperto, pero también atípico, pues no han concentrado todos sus esfuerzos en un único jugador que lidere el proyecto. Y es que el proyecto es el equipo y el equipo es el proyecto. La filosofía de Pop sigue vigente, la cual prima por encima de todo el colectivo, encontrando el sentido a partir de la construcción de una idea grupal.
En efecto, San Antonio se encuentra en la peor racha de toda su historia, con 16 derrotas consecutivas, siendo de paso su peor temporada en términos de lapsos sin triunfos, con dos ocasiones en las que han acumulado más de 10 jornadas sin ganar.
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No obstante, hay cierta coherencia en el noble objetivo que Popovich está tratando de llevar a término en esta difícil temporada. El anciano entrenador está sentando las bases de un conjunto cuyos resultados positivos puede que se produzcan cuando él ya no esté al mando. Con el segundo peor balance de toda la NBA (14-47), los Spurs están dando más de 25 minutos a 4 jugadores con 23 años o menos. Todo ello al mismo tiempo que edifican un sistema ofensivo basado en la circulación y en la cooperación. Una apuesta que les convierte en el cuarto conjunto que más asistencias promedia (26,9) de esta campaña con secuencias como estas:
"Somos siempre honestos con ellos, no vamos a sorprender al mundo. Nuestro trabajo es desarrollar a la gente individualmente, decidir on quiénes queremos seguir adelante e introducirles en los conceptos de equipo para que así puedan jugar en esta liga", declaró recientemente Pop en referencia a cuáles eran los objetivos con este plantel.
Encontrar el sentido a las cosas en medio de una lluvia de derrotas es siempre complejo. Muchas franquicias quedan atrapadas en la tormenta sin encontrar el camino de vuelta al éxito, pero los Spurs de Popovich parecen estar haciendo las cosas bien para salir pronto del lugar en el que se encuentran. En la NBA no hay nada peor que la mediocridad, es decir, estar a medio camino entre ganar de manera consistente o bien centrarse en el Draft de manera evidente. A San Antonio le costó un tiempo darse cuenta de que necesitaban reformular su plan y, en este 2023, al fin han abrazado la reconstrucción, pero manteniendo una filosofía muy marcada.
El ejemplo más claro de esto lo representa Jeremy Sochan, el rookie más interesante de esta campaña, alguien que no necesariamente va a brillar por los números, pero que deja su huella cada vez que pisa la cancha.
Basta verle jugar unos minutos para comprobar lo distinto que es al resto y el potencial que tiene:
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En el que debería ser el ocaso de su carrera Gregg Popovich está realizando un último esfuerzo por construir algo con sentido en San Antonio Spurs, demostrando una vez más que la cultura de una organización ha de sobrevivir a las figuras que la edificaron. Ese es su verdadero legado y no los títulos.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.