Solamente una vez en toda la historia de la NBA hubo unas Finales que se repitieron durante cuatro años seguidos: Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers marcaron una era en la liga entre 2015 y 2018, sin dejar que otra franquicia tenga protagonismo en el escenario central y ofreciendo a los espectadores todo tipo de definiciones: desde el 4-0 con el que los de California "cerraron" la rivalidad en 2018 a la épica remontada de 4-3 que habían conseguido los de Ohio dos años antes.
Los dos se cayeron rápido después de eso: apenas dos temporadas más tarde tanto Warriors como Cavaliers terminaron en el último puesto de sus respectivas conferencias, sin alcanzar siquiera el 30% de triunfos en la 2019-2020. Y al año siguiente tampoco estuvieron en los Playoffs, pero así como la caída fue rápida parece que el regreso también será express.
Los dos equipos han mostrado una evolución de pasos agigantados en el inicio de la Fase Regular actual, que ya nos ha dado un mes de muestra. Golden State es el líder de la Conferencia Oeste con un enorme registro de 12-2 mientras que Cleveland está compitiendo por ingresar directamente a Playoffs en la Conferencia Este con un balance de 9-7 que no se esperaba en la pretemporada.
El camino de ambos para volver arriba ha sido por dos senderos bien separados. Golden State lo lleva por su fórmula clásica, esa misma con la que construyó todo su éxito de la década pasada. Cleveland Cavaliers con una reconstrucción pura, casi sin vestigios del equipo que era liderado por LeBron James. El objetivo al que apuntan en esta temporada también es diferente, como los plazos que pueden plantearse a futuro. Pero por primera vez desde 2018 un enfrentamiento entre Warriors y Cavaliers como el de este jueves vuelve a lucir muy atractivo para ver.
Golden State, como si estuviéramos de nuevo en 2015
Steph Curry es el segundo máximo anotador de la NBA, Draymond Green el líder de la mejor defensa de la liga según el rating defensivo y Andre Iguodala una pieza importante desde el banco en el equipo dirigido por Steve Kerr, que ha lucido prácticamente inexpugnable jugando en casa, donde apenas perdió un encuentro en tiempo suplementario y por tres puntos de diferencia. El dominio que Golden State Warriors está realizando en esta campaña es digno no solamente de sus mejores épocas sino de su mejor Fase Regular, aquella 2015-2016 del 73-9 que terminó con palidez en las Finales.
¿Cómo volvieron los Warriors a figurar en la elite? Simplemente recuperando a sus figuras, potenciando su banco con movimientos baratos, utilizando bien el Draft y nunca dejando de creer en su vistoso estilo de juego que pregona por el movimiento de balón constante y la apuesta sobrecargada en el tiro exterior. Les funcionó cuando Steph, Green y Klay Thompson eran jóvenes y lo está haciendo de nuevo, aun a la espera de que Thompson pueda regresar a las canchas tras más de 800 días inactivo (se espera que en diciembre pueda volver a jugar).
Es fácil y también caer en algo simplista decir que ganan por este nivel espectacular de Curry, principal candidato inicial al MVP (28,7 puntos, 6,6 asistencias y 6,3 rebotes de media con 40,6% de acierto en triples), porque lo cierto es que muchas veces también ganan los minutos sin Curry, como lo hicieron nada más y nada menos que contra Brooklyn Nets.
Jordan Poole, elegido con el pick 28 del Draft 2019, está siendo una aparición importante para darle puntos al equipo, como Andrew Wiggins, el único nombre algo estelar por fuera del Big Three, está respondiendo con su regularidad en ataque y defensa.
Después lo de la segunda unidad es maravilloso, todo hecho con jugadores de contratos que no superan los 2,7 millones de dólares por año. Armaron este equipo con muy poco margen y no fallaron en eso. Si el novato Jonathan Kuminga, pick 7 del último Draft y de apenas 19 años, empieza a crecer desde lo hecho en la última semana, dará un plus más. Y ni hablar si James Wiseman se reincorpora bien, ofreciéndoles la variante de tamaño que hoy no tienen.
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Cleveland se puede atrever a soñar
Los Cavaliers no parecen un equipo de Finales todavía, pero por primera vez en el siglo XXI pueden atreverse a llegar a unos Playoffs sin tener a LeBron James en su plantel. Su inicio ganador ya los vio vencer a LA Clippers, Denver Nuggets, New York Knicks, Boston Celtics o Atlanta Hawks: nada de fixture accesible sino que todo lo contrario, apenas uno de sus triunfos fue ante un equipo que está por debajo del 40% de victorias (Detroit Pistons, 98-78).
Es cierto que en la temporada pasada a una altura cercana del curso a esta también tenían récord positivo (empezaron 8-7 para terminar 22-50) pero las sensaciones eran absolutamente distintas. Ahora tienen un rumbo claro, tienen una defensa competitiva que hace que le puedan plantar cara a cualquier rival, tienen jugadores resolutivos en ataque y hasta han podido sobrevivir a varias bajas juntas.
Vía Draft y post salida de LeBron James, los Cavaliers han puesto bien el ojo en cada camada. Incorporaron a Collin Sexton en 2018, a Darius Garland en 2019, a Isaac Okoro en 2020 y a Evan Mobley en 2021, cuatro jugadores con nivel de titular NBA a pesar de su juventud y cuatro chicos que están entre las piezas centrales de la rotación del entrenador J.B. Bickerstaff aunque ahora una lesión en la rodilla izquierda ha sacado a Sexton de las canchas por largo tiempo.
A eso lo complementan con Cedi Osman, otro buen hallazgo de Draft de su parte aunque anterior (elegido en 2015, fichado en 2017, junto a Kevin Love de los únicos dos sobrevivientes del equipo finalista de 2018), y con tres incorporaciones del último tiempo, dos de ellas importantes para el éxito: Ricky Rubio, Jarrett Allen y Lauri Markkanen.
El alero finés ex Chicago Bulls todavía está lejos de dejar buena impresión en Cleveland (recién se destacó en su octavo partido y desde entonces no jugó más por COVID-19), pero Rubio en la base y como sexto hombre y Allen en el juego interior le dieron un salto de calidad importante a los Cavs. Son dos jugadores que no son estrellas, pero que son realmente buenos en lo suyo y en la suma de las cosas contribuyen a ganar, tanto en ataque como en defensa. Y los dos llegaron a Cleveland casi que descartados por otros equipos: Allen fue traspasado desde Brooklyn por Dante Exum y una primera ronda y una segunda ronda de Draft y Rubio llegó desde Minnesota por Taurean Prince y una segunda ronda de Draft.
Así, aunque Mobley se haya lesionado en el inicio de una campaña que lo pone como favorito al premio de rookie del año (promedia 14,6 puntos, 8 rebotes, 2,5 asistencias y 1,6 tapones por partido), Cleveland puede seguir aspirando a ganar sin tenerlo. Porque Allen patrulla en defensa y le facilita el juego a los bases en ataque con sus bloqueos y caídas al aro, apareciendo así en el top 10 de la NBA en win shares por el momento (promedia 14,2 puntos y 10,9 rebotes por encuentro y ya fue elegido como mejor jugador de la semana), porque Rubio empezó el curso al quizá mejor nivel de su carrera y porque Garland ya es capaz de ser un jugador de 20 puntos por partido.
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Los Cavaliers pueden terminar pinchándose, pero nadie puede decir que su futuro no está claro: a excepción de Rubio, que tiene 31 años, el resto de sus jugadores destacados son menores de 25 años. Por esta senda llegarán a Playoffs más temprano que tarde y el GM Koby Altman merece su reconocimiento.
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