Hace exactamente 34 años, Michael Jordan sorprendía al mundo con sus históricos 63 puntos en el Boston Garden, durante el Juego 2 de la serie de 1° Ronda entre Celtics y Bulls. Más allá de la derrota de Chicago, se trató del primer gran momento NBA de MJ, comenzando a dejar en claro que venía a hacerse dueño de la liga, con la furia de una tormenta.
Mientras Jordan brillaba ante aquel excepcional equipo de Boston, estableciendo una nueva marca de puntuación en Playoffs, había otro protagonista en el estadio que podía sentirse identificado con un dominio semejante.
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No, no estamos hablando de Larry Bird, Robert Parish, Kevin McHale ni Bill Walton. Y claro que tampoco hacemos referencia a Orlando Woolridge, por entonces el segundo mejor jugador de los Bulls.
No... hablamos de George Gervin. Porque para recuerdo de pocos, el Iceman fue compañero de Jordan en esa sinuosa 1985-1986 de Chicago.
Luego de comenzar su carrera en la ABA con el Virginia de Julius Erving, Gervin se transformó en el primer símbolo legendario de los San Antonio Spurs, hasta 1976 como miembro de esa liga paralela y desde entonces, quemando las redes de los campos NBA.
En 12 campañas con los Spurs, Gervin se consolidó como uno de los mejores anotadores de todos los tiempos, liderando la liga en cuatro ocasiones diferentes y promediando 26,3 puntos desde 1973 hasta 1985.
¿Su mayor registro ofensivo? El 9 de abril de 1978, en un San Antonio-Utah... justamente 63 puntos.
Claro que para octubre de 1985 el panorama para Gervin era muy diferente. El escolta, ya de 33 años, venía de anotar 21,2 puntos en la 1984-1985, dando sus primeros muestras de declive. Aún así, la decisión que tomó San Antonio sorprendió a propios y extraños: a días de comenzar la nueva temporada, traspason a su gran figura a Chicago, a cambio de un jugador completamente secundario como Dave Greenwood.
La idea de los Bulls era clara: que Gervin funcionara como una suerte de mentor para Jordan, en lo que era apenas su segundo año como profesional.
Pero lejos de rendirle pleitesía al maestro, MJ tomó un camino bastante menos amistoso.
"El Doc (Erving) probablemente me valoró más que Michael. Yo ya estaba viejo, en camino al retiro y Michael estaba llegando a la liga, tratando de mostrar su presencia. Me miraba un poco diferente. Siempre me llamaba 'el viejo'. Yo le decía que él también llegaría a esa edad", recuerda Gervin en una entrevista con Bill Simmons para la desaparecida Grantland.
Ayudado por la grave lesión en el pie izquierdo sufrida por Jordan, el ex Spurs fue titular en 75 de 82 partidos de la Fase Regular, promediando 16,2 puntos. Sin embargo, al comenzar la postemporada MJ ya estaba recuperado, lo cual prácticamente sacó de la rotación a Gervin: jugó 6 minutos en el Juego 1 ante Boston y 5 en el Juego 2, para no volver a ver acción por el resto de la serie... ni en su carrera en la liga.
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"No sé cómo aguanté tanto tiempo en el banco", contó el oriundo de Detroit. "Jordan hubiese anotado sus 63 puntos, pero al menos me hubiese gustado pasarle la bola".
La historia marca que la última vez que Gervin pisó un campo como NBA, fue aquel 20 de abril de 1986, como una mínima nota al pie, de una jornada recordada por la explosión anotadora de Su Majestad. Un paso perdido en el olvido, para una estrella que quedó grabado en la memoria de todos.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.