Cualquier duda que los últimos años pudieran haber generado sobre la capacidad de Giannis Antetokounmpo de replicar su nivel de Fase Regular en Playoffs han quedado totalmente disipadas. No solo por haber guiado a sus Milwaukee Bucks al título de la 2020-2021, quedándose con el MVP de las Finales con un Partido 6 inolvidable, sino por lo que ya había mostrado en toda la postemporada. Aun si los Suns hubieran dado vuelta este cruce, la conclusión hubiera sido la misma.
Los números de Giannis en estos Playoffs fueron una absoluta maravilla: 30,2 puntos, 12,8 rebotes, 3 asistencias y un 57% de campo. Incluso superando sus promedios en puntos y rebotes con respecto a lo realizado en la Fase Regular (28,1 tantos y 11 tableros), algo que no había sido capaz de hacer en ninguna de las pasadas tres postemporadas, donde siempre tenía un leve retroceso en sus valores (la rienda suelta que Bud le dio a sus minutos, ayudó mucho, claro).
Temporada | Fase Regular | Playoffs |
---|---|---|
2020-2021 | 28,1 | 30,2 |
2019-2020 | 29,5 | 26,7 |
2018-2019 | 27,7 | 25,5 |
2017-2018 | 26,9 | 25,7 |
Detrás de ese dominio de Giannis por supuesto que hay muchísimas razones estrictamente deportivas, tanto desde lo técnico, como desde lo atlético y lo físico. Pero no todo queda ahí: también hay enormes méritos desde lo mental y desde su manera de afrontar este nuevo desafío. Empezando por haber reconocido sus (pocas) limitaciones y sido lo suficientemente inteligente como para ceder el protagonismo cuando correspondía.
Vimos a un Giannis sin absolutamente ningún problema a la hora de tener que dar un paso al costado en diferentes momentos de los partidos y dejar que sean Khris Middleton o Jrue Holiday quienes tomen decisiones con la bola, especialmente en los cierres. Esto puede parecer lógico, pero no solo es difícil de ver en muchas de las máximas figuras de la liga (especialmente con 26 años), sino que tampoco había sido el caso con Antetokounmpo en Playoffs pasados, donde lo veíamos mucho más empecinado por romper las barreras que las defensas le ponían adelante, en lugar de permitir que sean algunos de sus compañeros los que guíen la ofensiva en determinados pasajes.
La otra clave desde lo mental para Giannis fue asumir sus errores y lejos de escaparle a ellos, enfrentarlos cara a cara. Muchas veces incluso con una sonrisa. Mientras vimos como un jugador como Ben Simmons sucumbió ante la presión y el temor de que queden expuestos sus malos porcentajes de tiro, perdiendo todo tipo de agresividad en estos Playoffs, el griego fue la cara opuesta: jamás tuvo miedo al ridículo. Siguió en su plan, sin cambiar su juego.
No lo cambió ante las burlas del público rival. No lo cambió ante las críticas de cierta parte del periodismo estadounidense. No lo cambió ante los airballs que podrían haberle sacado confianza a cualquier otro jugador... o incluso a él mismo hasta hace algún tiempo. Siguió siendo la mejor versión posible de Giannis, hubiera pasado lo que hubiera pasado.
Lanzó un 58,7% en libres en estos Playoffs, cuando lo más bajó que había tirado en una Fase Regular en su carrera era un 63%. A su vez, también tuvo una de las peores actuaciones tripleras que se hayan visto en la historia. O quizá la peor: entre todos los que tomaron su misma cantidad de intentos (70) en postemporada, su 18,6% de acierto es el más bajo de todos los tiempos. Último entre 307 casos. Piénsenlo... en la era del triple, el MVP aparece 307 entre 307.
Y aun así, nada lo sacó de su juego.
En algún sentido este análisis puede parecer caer en una contradicción. El reconocer sus limitaciones (y las grandes virtudes de sus compañeros) y ceder la bola en diferentes pasajes, en contraste con seguir tomando lanzamientos que no fueron nada efectivos. La clave, sin embargo, estuvo en los detalles y en el balance perfecto que encontró a la hora de alternar una y otra situación.
Sí, hubo momentos de los partidos donde Giannis forzó tiros externos. No hay dudas. Pero sacando alguna ocasión en la 1° Ronda, a la hora de la verdad casi no lo vimos hacerlo en momentos donde cada bola era clave. Pudo tirar algunos triples aislados en un segundo cuarto o disparar en el cierre de alguna victoria holgada, pero cuando importaba, fue quien tenía que ser. De hecho, sumando todos los minutos clutch de las Finales de Conferencia ante Atlanta y las Finales contra Phoenix, Giannis no tomó un solo triple y en cambio, todos sus intentos llegaron en la cercanía del aro, con un espectacular 87,5% de acierto en ellos.
También podríamos hablar de cómo a pesar de sus bajos porcentajes desde la línea, esto jamás lo volvió un jugador pasivo o temeroso. Al contrario: los 20,9 intentos de campo que promedió en esta postemporada son la máxima de su carrera, ya sea en Playoffs o Fase Regular. Mientras que los 9,8 tiros libres por encuentro aparecen como su segunda cifra más elevada en postemporada. Algo que más allá del bajo nivel de acierto, ayudó a Milwaukee a desgastar el juego interior rival, cargándolo de infracciones y a la vez, liberando espacios en el perímetro para sus compañeros ante la sobrecarga defensiva que enfrentó en sus penetraciones.
Ah y como para confirmar los méritos que tuvo el jamás haber sacado el pie del acelerador, apareció su maravilloso 17-19 desde la línea en el Partido 6 para asegurar el título.
Junto a todos los calificativos que acompañarán esta consagración de Giannis hacia el absoluto estrellato, la palabra valentía debe estar presente. Por haber enfrentado sus problemas y saber cuando correspondía chocarlos de frente y cuando era mejor soltar y pasar a un segundo plano. Por haber sabido reirse de sí mismo. Por jamás haber entrado en pánico.
Giannis no solo fue el mejor jugador de estos Playoffs. También fue el mejor líder. Y los trofeos Larry O'Brien y Bill Russell son la mejor demostración de ello.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.