Así como ocurrió en el anterior verano estadounidense, que ya quedó bastante lejos en el tiempo con uno nuevo a punto de empezar, en la NBA de las últimas décadas no es nada raro ver a las estrellas cambiar de equipo, sea en la agencia libre o mediante un traspaso.
Todos tienen una meta en su carrera: llegar al título, demostrar su valía con un argumento que es inobjetable: la posesión de un anillo de campeón. Y en un deporte de equipo como el básquet, sin la compañía correcta y el contexto adecuado, eso es prácticamente un imposible. Y por eso termina siendo cada vez más común ver a los jugadores presionar por cambiar de equipo e ir moviéndose de una ciudad a otra.
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Ahora, campeón solamente hay uno por año y encima son comunes las dinastías: a pesar de que la NBA posee un sistema más equitativo que el de las ligas europeas o americanas, en los últimos 40 años solamente 12 franquicias se consagraron campeonas, menos de la mitad de las que están en la liga hoy en día.
Pero algunos movimientos si han servido para escalar a lo más alto. ¿Podrán repetir eso este año los Clippers de Kawhi Leonard y Paul George, los Lakers de Anthony Davis, los Rockets de Russell Westbrook o los Celtics de Kemba Walker? Repasamos antecedentes exitosos, que no son tantos con jugadores que llegaron para ser la primera o segunda opción de su equipo.
Oscar Robertson, campeón con Milwaukee Bucks en 1971
Hace unos 50 años si que el movimiento de estrellas era algo fuera de lo común, por eso el traspaso de Oscar Robertson de Cincinatti Royals a Milwaukee Bucks fue toda una sorpresa. Oscar, todo una súperestrella de la década del 60, se marchó de una franquicia donde llevaba tres años consecutivos sin clasificar a Playoffs y con la que nunca había podido disputar las Finales. Su llegada a Milwaukee no tenía las mismas luces que lo que podría haber sido un traspaso a New York o Los Angeles, pero lo situó al lado de un chico de 23 años que estaba listo para ser campeón y que en el año anterior, como novato, ya había dejado a los Bucks en las Finales del Este: Kareem-Abdul Jabbar, por entonces conocido como Lew Alcindor.
Con Robertson y Abdul-Jabbar los Bucks fueron absolutamente dominantes: ganaron 66 de 82 partidos en la fase regular, incluyendo una racha de 20 victorias. Kareem fue el MVP de la liga, aportando 31,7 puntos y 16 rebotes por juego. Robertson, con 32 años, ya no era el mismo de temporadas pasadas, pero igualmente integró el segundo quinteto All-NBA y le dio a los Bucks un aporte de 19,5 puntos, 8,2 asistencias y 5,7 rebotes. En los Playoffs Milwaukee, ahora en el Oeste, continuó siendo una aplanadora: 4-1 a los Warriors, 4-1 a los Lakers y 4-0 a los Bullets para alzarse con el título. Ese fue el único anillo conseguido por Oscar, que se retiró tres años después.
Moses Malone, campeón con Philadelphia 76ers en 1983
Tanto los Sixers como Malone venían intentando alcanzar el preciado título a inicios de la década del 80, pero se quedaban cortos: Philadelphia perdió las Finales de 1980 y 1982 frente a Los Angeles Lakers, el equipo de Kareem Abdul-Jabbar y Magic Johnson, mientras que Malone, que actuaba en los Rockets, había sido eliminado por Boston en 1980 y volvió a caer ante los Celtics en las Finales de 1981.
Philadelphia tenía un equipo sólido con jugadores como Julius Erving, Maurice Cheeks, Bobby Jones y Andrew Toney, pero precisaba de una presencia dominante en la pintura. ¿Cómo podían dudar de adquirir los servicios de un Malone de 28 años que había sido MVP de la NBA en 1979 y 1982 y que era un agente libre restringido? Houston, que había cambiado de dueños y había fracasado en los Playoffs de 1982 (eliminado en primera ronda), decidió desprenderse de él: igualo la oferta pero lo envió a los Sixers en un acuerdo de sign&trade por Caldwell Jones, el pivote de Philadelphia hasta entonces, y una primera ronda del Draft (el pick 3, terminó siendo Rodney McCray).
Malone parecía ser éxito garantizado y lo fue: no solamente volvió a consagrarse como MVP de la NBA, sino que Philly pasó de ganar 58 partidos a obtener 65 victorias. Antes de la postemporada, Moses predijo que los Sixers ganarían las tres series con tres barridas: no acertó al 100% pero estuvo cerca. Philadelphia superó a New York por 4-0, venció a MIlwaukee por 4-1 y aplastó a los Lakers de Abdul-Jabbar por 4-0 en las Finales, con Malone siendo MVP de esa serie: 25,8 puntos, 18 rebotes, 2 asistencias, 1,5 robos y 1,5 tapones por juego."La diferencia respecto al año pasado fue Moses", afirmó Billy Cunningham, entrenador de esos Sixers. Así, Malone logró su único anillo de campeón NBA y Philadelphia su único título desde 1967. Todo gracias a una incorporación que valió la pena.
Kevin Garnett, campeón con Boston Celtics en 2008
Desde los 80 ya nos tenemos que acercar mucho más en el tiempo para encontrar un movimiento que sea sinónimo de éxito al más corto plazo posible: eso fue el mercado previo a la 2007-2008 de Boston Celtics con Kevin Garnett como incorporación más rutilante, más allá de que también sumaron, por ejemplo, a otro All-Star como Ray Allen (que luego repetiría lo de mudarse y ser campeón con Miami Heat en 2013).
KG, frustrado después de 12 años en Minnesota en los que solo había podido ganar dos series de Playoffs y donde desde 2004 no clasificaba a la postemporada, quería irse. Lo hizo a un equipo que había ganado menos partidos que los T-Wolves en la 2006-2007 (Minnesota había logrado 32 victorias y Boston 24), pero que apostaba todo a un nuevo proyecto. Tanto que entregó cinco jugadores y dos elecciones de primera ronda por el ala-pivote. Con KG al lado de Allen y de Paul Pierce, se esperaba que los Celtics luchen por el título, pero la verdad es que su reconstrucción fue de las más rápidas y grandes de la historia: de 24 triunfos a 66 victorias, con Garnett siendo elegido el mejor defensor de la liga y quedando tercero en la votación al MVP.
Los Playoffs no fueron un camino de rosas como para los casos anteriores, Boston debió pelearla: 4-3 a Atlanta, 4-3 a Cleveland, 4-2 a Detroit y 4-2 a los Lakers. El rendimiento de KG en postemporada fue de elite: 20,4 puntos y 10,5 rebotes por juego, además de una actuación tremenda para cerrar las Finales con 26 puntos y 14 rebotes ante los Lakers.
Kevin Durant, campeón con Golden State Warriors en 2017
Esta no es una historia de reconstrucción, sino que su narrativa es muy diferente, casi en el otro extremo: Golden State se había coronado en 2015 y había tenido una temporada regular récord en la 2015-2016, con 73 victorias, pero dejó escapar el título al perder una ventaja de 3-1 en las Finales ante Cleveland Cavaliers. Otro que había dejado escapar un 3-1 en esos Playoffs había sido Kevin Durant, la estrella principal de Oklahoma City Thunder, justamente ante los Warriors en la ronda definitiva de la Conferencia Oeste.
En un movimiento que causó una polémica tremenda, Durant unió fuerzas con los "Splash Brothers" en California, firmando como agente libre con los Warriors por los siguientes dos años. Muchos veían a esta decisión del alero, MVP de la temporada 2013-2014, como una acción desesperada por lograr consagrarse campeón, aunque recién tenía 28 años y ya había estado cerca con el Thunder, el equipo en el que jugaba desde 2007.
La verdad es que pudo caer bien o no, pero desde lo deportivo la decisión de KD terminó siendo incuestionable. El alero llegó a los Warriors y terminó siendo su jugador más influyente dentro de la cancha, logrando el premio de MVP de las Finales en las obtenciones del título de 2017 y 2018, perdiendo apenas seis de los 38 partidos de Playoffs disputados entre esas dos temporadas. En 2019 volvieron a estar cerca, llegando a las Finales, pero con Durant lesionado (apenas jugó 12 partidos en la última postemporada), los Warriors terminaron cayendo ante Toronto Raptors.
Kawhi Leonard, campeón con Toronto Raptors en 2019
Kawhi también tiene algo que lo hace diferente a las historias previas: él ya poseía un anillo de campeón de la NBA y hasta un premio de MVP de las Finales, obtenido con San Antonio Spurs en el 2014. Ese no era su equipo, era el de Tim Duncan, Manu Ginóbili y Tony Parker. Luego los Spurs si se construyeron a su alrededor, pero la relación terminó rompiéndose y, antes que perderlo en la agencia libre, decidieron traspasar al alero.
Tenía que haber un comprador dispuesto a llevar a Leonard por un año, sin la garantía de poder renovarle contrato. Un equipo que sintiera que le faltaba una pieza para gritar campeón, o al menos llegar a las Finales. Con LeBron James, su kriptonita de años anteriores, fuera de la Conferencia Este, Toronto Raptors vio que era su oportunidad. Envió a Texas a DeMar DeRozan, un ídolo del público canadiense y el máximo anotador del equipo. Terminó quedándose con un campeonato. Toronto llevaba tres años obteniendo más de 50 victorias en fase regular y siendo candidato, pero sin Leonard es imposible pensarlos como campeones.
El alero de 27 años fue bastante resguardado durante la temporada regular y soltó todo su potencial en la postemporada: promedió 30,5 puntos, 9,1 rebotes y 3,9 asistencias por partido en los Playoffs. Anotó un tiro emblemático en el último segundo del séptimo partido de la segunda ronda para eliminar a los Sixers. Fue dominante por momentos ante Golden State. Y unas semanas después anunció que se marchaba a LA Clippers como agente libre. Pero en Canadá ya no importaba, los Raptors eran campeones.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.