El año 2020 está planteando una serie de retos que hasta el momento no se habían considerado como horizontes posibles y especialmente en lo deportivo. La crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha trastocado el curso normal de los acontecimientos con su calendario de eventos que se sucedían en el tiempo, con un principio y un final muy concreto y calculado de las competiciones, que permitía que desde jugadores a equipos de diferentes partes del mundo pudiesen coexistir en armonía.
Las diversas maneras de afrontar esta problemática según el país ha hecho que se de una situación un tanto inusual en el contexto concreto de la NBA, ya que por primera vez desde que comenzó el proceso de internacionalización de la liga a comienzos de los años 90, el Draft va a producirse con las competiciones de origen de los jugadores todavía en marcha. Y no solo eso, sino que para cuando se celebre la ceremonia, 18 de noviembre, estas ligas estarán en un momento de plena competición, de dinámica normal de la que resulta extremadamente complicado evadirse.
MÁS | NBA Draft 2020: Cinco jugadores europeos a seguir
A esto cabe sumar la incertidumbre con respecto a cuándo comenzará tanto la Agencia Libre como la propia temporada 2020-2021, que puede suponer una regresión del número de jugadores provenientes de países fuera del ámbito de Estados Unidos y Canadá, siendo el caso más destacado el del continente europeo donde las ligas domésticas ya llevan entre 4 y 6 jornadas disputadas.
En una edición del Draft en la que todo puede suceder y donde ningún jugador parece estar asentado en ninguna posición, la incertidumbre será lo que caracterice este año a la sesión de introducción oficial de jugadores en la NBA. En ella son varios los nombres no formados en el país norteamericano los que destacan, figuras como la de Deni Avdija, Killian Hayes, Theo Maledon o Leandro Bolmaro, entre otros, aspiran a conseguir una posición alta y un destino favorable en la mejor liga del mundo para proseguir su camino a lo más alto del básquet.
Durante los últimos años se ha producido algo, en cierto modo, bastante inusual teniendo en cuenta el bagaje histórico de la NBA, y es que los principales jugadores internacionales elegidos en el Draft han partido prácticamente de inmediato a sus franquicias de destino, aprovechando el final del contrato que los ataba a su club de origen o bien pagando su salida. En ese sentido han sido célebres los ejemplos de Luka Doncic en 2018 proveniente del Real Madrid, Kristaps Porzingis en 2015 formado en el CB Sevilla o Giannis Antetokounmpo en 2013 llegado del Filathlitikos.
MÁS | Los mejores jugadores drafteados que aún no debutaron en la NBA
La rapidez de adaptación de muchos de estos jugadores internacionales llegados a las exigencias de la liga, así como el progresivo refuerzo y desarrollo de los programas de desarrollo que las franquicias han promovido de un tiempo a esta parte, ha reducido la brecha anteriormente existente entre las ligas de origen y la NBA hasta el punto de que, en algunas ocasiones, el impacto de estos rookies ha sido superior al de aquellos llegados del college. Como dato, 9 de los 60 jugadores incluídos en los mejores quintetos rookies desde 2015 no recibieron formación en NCAA, dando el salto directamente desde fuera de Estados Unidos por los 6 de 63 que hubo en el periodo entre 2014 y 2009.
Lo que cambió entre esos dos periodos mencionados es el abandono paulatino de la estrategia conocida como Draft and Stash, que suponía elegir a un jugador en el Draft, normalmente internacional, y no firmarle un contrato hasta un momento concreto que la franquicia o el jugador lo deseasen, ya fuera por una cuestión de compromiso con su equipo o bien porque todavía no estaba preparado para el salto a la NBA. Este mecanismo permitía a las franquicias asegurarse el derecho a negociar un acuerdo con el jugador en un futuro próximo mientras monitorizaban su progresión en el tiempo.
Durante los primeros años del siglo XXI fue sumamente utilizada por las franquicias, incluyendo elecciones en puestos altos de la primera ronda como fueron Fran Vázquez (pick 11 en 2005), Oleksiy Pecherov (pick 18 en 2006) o Ricky Rubio (pick 5 en 2009), aunque las puesta en marcha de esta práctica se daba en la segunda ronda, donde hay siempre más margen para cometer errores y anteriormente no se le daba la importancia que hoy en día tiene. No obstante, en las últimas ediciones del Draft no ha sido en absoluto habitual que en la primera ronda las franquicias inviertan un pick en un jugador que no va a unirse a su disciplina de manera inmediata, solo las contadas excepciones de Dario Saric (12º en 2014), Anžejs Pasečņiks (25º en 2017), Guerschon Yabusele (16º en 2016) o Furkan Korkmaz (26º en 2016).
Dado el contexto en el que estamos parece muy remota la posibilidad de que figuras internacionales que se presentan al Draft provenientes de países extranjeros puedan desembarcar en la NBA en el próximo curso, ya que supondría romper sus respectivos compromisos contractuales con la campaña en marcha. Y no solo eso, si una franquicia desease tener al jugador drafteado para esta temporada debería pagar parte de la cláusula de rescisión que este tuviese, añadiéndose ese gasto a su límite salarial, algo que en el momento de incertidumbre en el que se encuentra la liga respecto al salary cap parece complicado que suceda.
MÁS | La Guía del NBA Draft 2020: cómo funciona, jugadores disponibles, mejores proyectos y más
Es por ello que el Draft and Stash puede ganar peso en la estrategia de los equipos de Lotería, asegurándose un activo a futuro sin la presión de tener que generar una situación complicada para ambas partes y recuperando la "normalidad" de cara al curso 2021-2022, donde se espera que el calendario competitivo recupere su inicio y final tradicional. De esta forma los equipos que eligiesen talento procedente de fuera de sus fronteras podrían disponer de una imagen mucho más certera del tipo de promesa que tienen en su órbita para poder establecer un plan de trabajo, mejora y desarrollo adaptado a las necesidades de este.
A pesar de todo, esto tiene algunos inconvenientes, más si se trata de una promesa elegida en la segunda ronda, pues ahí los contratos se pueden renegociar sin seguir la escala salarial, ya que las condiciones que un equipo pueda ofrecerle al jugador pueden derivar en situaciones que no interesan a las franquicias, como han sido los casos de Sergio Llull (34º en 2009), Petteri Koponen (30º en 2007), Ante Tomic (44º en 2008) o Nikola Milutinov (26º en 2015), que no han desembarcado siquiera en la NBA.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.