Lógicamente, no se le puede achacar todo a un entrenador. Cosas como el 0-11 de campo de Kawhi Leonard y Paul George en el último cuarto no puede ser enteramente su culpa. Pero tiene su responsabilidad: por algo es la cabeza pensante sentada en el banco de suplentes con la potestad de mover las piezas del equipo y buscar un cambio en una situación adversa, sino no tendrían remuneraciones tan altas y las franquicias no se pelearían por sus servicios.
Dentro del grupo de los entrenadores de la NBA, Doc Rivers es de los que mayor nombre se ha hecho en el siglo XXI. El ex base, que pasó 13 años como jugador en la liga entre 1983 y 1996, empezó como head coach de Orlando Magic y fue elegido el mejor entrenador de la temporada en su primer año. Hoy, 20 años después, enfrenta quizá su mayor momento de críticas después de la eliminación de LA Clippers a manos de Denver Nuggets, en la tercera vez que a Doc le remontan una ventaja de 3-1 en una serie de postemporada.
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Su paso por Florida comenzó bastante bien, con la aparición de Tracy McGrady como súperestrella de la liga y a pesar de las lesiones que solamente le permitieron jugar 47 partidos en 3 años a Grant Hill, que había llegado al equipo de Florida para ser un líder que permita aspirar al título. El Orlando de Doc llegó a los Playoffs en 2001, 2002 y 2003, pero allí fue donde terminaba naufragando: cayó eliminado tres veces consecutivas en la Primera Ronda. Las tres derrotas fueron algo esperables, siendo el equipo de preclasificación más baja en la serie, pero la última fue un colapso doloroso.
Orlando, el #7 del Este, le ganaba 3-1 a Detroit Pistons, con un T-Mac de otro planeta que promedió 36,3 tantos en los primeros cuatro encuentros. Los Pistons, con mucho más recursos enfrente, ajustaron su defensa y terminaron dándole la vuelta a la serie, ganando los tres partidos que necesitaban por una diferencia de al menos 15 puntos. Ahí Rivers empezó a conocer el dolor de ver escaparse a una serie que parecía liquidada: hasta entonces, solamente seis veces en la historia de la NBA se había revertido un 3-1.
Al año siguiente, el Orlando de Doc comenzó con récord de 1-10 y él terminó siendo despedido. El colapso del año anterior había dejado sus secuelas. "Alguien tiene que recibir la culpa", había declarado Rivers antes de perder ese empleo, cuando los rumores comenzaban a surgir. Sus jugadores no parecían muy descontentos. McGrady, el jugador franquicia, expresaba tristeza porque Doc lo había ayudado a crecer como jugador, pero también festejaba la decisión de la franquicia de dejar como entrenador interino a Johnny Davis, que estaba como asistente anteriormente. "J.D. es un entrenador calmo. Si cometés un error, se lo toma con calma. No es el tipo de hombre que realmente anda gritando. Estuvo acá más tiempo que Doc, así que estamos contentos con la decisión". Quedaba claro, Davis era otro perfil, lo nuevo que querían (aunque terminó yéndose al año siguiente, cuando ya se había ido McGrady a Houston Rockets).
Después de volver a ser analista televisivo por un año, Rivers volvió a los bancos. En 2004 asumió en Boston Celtics, una franquicia con muchísimo peso que había sido barrida en los dos Playoffs anteriores. El primer año Doc no logró pasar la Primera Ronda, aunque al menos llegó al séptimo partido, y tras dos temporadas duras de reconstrucción, en la 2007-2008 por primera vez tuvo su chance de manejar a un contendiente al título. Los Celtics habían armado un equipazo, con Kevin Garnett, Ray Allen y Paul Pierce. El objetivo era el campeonato.
La temporada regular fue color de rosa: récord de 66-16, una de las mejores campañas de la historia de los Celtics. En los Playoffs todo se complicó más de lo esperado: necesitaron siete partidos para eliminar a Atlanta Hawks y a Cleveland Cavaliers y seis encuentros para hacerlo con Detroit y Los Angeles Lakers. Nunca un equipo campeón había necesitado jugar tantos partidos de postemporada. Pero lo importante es que Rivers consiguió cumplir el objetivo: fue parte del grupo que le devolvió la gloria a Boston y antes de los 50 años ya tenía su primer título de la NBA como entrenador.
Ese núcleo de Boston fue eliminado por Orlando en siete partidos en la segunda ronda de 2009 y regresó a las Finales de la NBA en 2010, volviendo a caer en siete encuentros. Aunque sin coronar, las acciones de Doc subían y subían. En 2011, renovó contrato con Boston por 35 millones de dólares. Desde el equipo del "Ubuntu" del 2008, ese mantra que había creado Doc, se había mostrado como un entrenador cuya capacidad principal era la de manejar los egos de un vestuario lleno de figuras, logrando que pongan el éxito colectivo por delante. Seguramente ayudó tener líderes ya veteranos y centrados como Garnett, Pierce y Allen, que entraron en sintonía entre ellos rápidamente, pero no podemos quitarle el mérito.
Cuando ese Boston desapareció y la franquicia entró en modo reconstrucción, a Doc fueron a buscarlo desde el otro extremo de Estados Unidos en una franquicia con una misión parecida: Los Angeles Clippers, con Chris Paul, Blake Griffin y DeAndre Jordan. Tras el opaco paso de Vinny del Negro, eliminado en Primera Ronda en 2013, Doc podía ser el salto de calidad. Entregaron una elección de primera ronda del Draft por sus servicios y le dieron poderes plenos en las decisiones deportivas, no solamente como entrenador, sino en el armado del plantel.
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Y la verdad es que la era "Lob City" no fue mala, pero terminó dejando gusto a poco: quedó opacada por San Antonio Spurs, Golden State Warriors, Houston Rockets y hasta Oklahoma City Thunder. No pudieron llegar a ninguna definición del Oeste, perdiendo el tren de forma increíble en el 2015, con una ventaja de 3-1 ante Houston que además tuvo a los angelinos ganando por 89-72 a menos de dos minutos de terminar el tercer cuarto en el sexto partido. Entre Josh Smith y Corey Brewer les anotaron 29 tantos en el último cuarto: ¡Houston estaba sin James Harden! ¡Y estaban jugando en Los Angeles! Pero no pudo ser. Los dos años siguientes fueron eliminados en Primera Ronda y el proyecto se acabó: Chris Paul se marchó a Houston y Blake Griffin a Detroit.
Los Clippers se rearmaron en tiempo récord (con Doc dejando de tener tanto poder en las oficinas), llamaron la atención el año pasado al ganarle dos partidos a Golden State Warriors y luego rompieron el mercado: se hicieron con Kawhi Leonard, MVP de las últimas Finales, y Paul George, miembro del quinteto ideal de la última temporada. Estaban con todo para ir por el campeonato. Pero terminaron una vez más sin llegar siquiera a las tan anunciadas Finales del Oeste contra los Lakers. Y de qué forma colapsaron: perdiendo otra ventaja de 3-1, la tercera que se le escapa a Doc en su carrera. De las 13 veces que esto ocurrió en la NBA, tres le sucedieron a él. A ningún otro entrenador le pasó esto más de una vez.
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Y Doc tenía el problema diagnosticado: el equipo, tanto en el quinto como en el sexto partido, parecía relajarse, perder su ritmo de juego, dejar a un lado su intensidad y empezar a tomar malas decisiones ofensivas mientras que Nikola Jokic se abusaba en el otro costado, sea teniendo espacio en el perímetro para tirar, saliendo con facilidad de situaciones de doble marca para encontrar libre a un compañero que tire o ganándole el duelo a Montrezl Harrell como toda la serie. Ahí la responsabilidad de Doc: nunca le encontró la vuelta a ese problema más allá de contar con el que para muchos, me incluyo, era el plantel más largo de la liga por cantidad y calidad de opciones, capaz de adaptarse ante cualquier rival, además de tener a un fuera de serie como Leonard para las situaciones clutch.
Lo extraño de estos Clippers es que ni siquiera pudieron hacer un click en lo que se espera que le puede dar Doc a sus equipos: buena química. Ya desde la serie con Dallas se los notaba como un equipo por debajo de sus posibilidades y de lenguaje corporal extraño por momentos, o abusando más del rol de matones que del buen básquet que podían prácticar. "Teníamos expectativas de campeonato. Teníamos el talento para lograrlo. No creo que hayamos tenido la química para lograrlo y se notó", dijo un veterano como Lou Williams después de la última derrota ante Denver.
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"Los equipos de campeonato tienen la química para salir del pozo y saben exactamente qué hacer como equipo cuando se enfrentan a diferentes escenarios. Tenemos que construir química. Tenemos que ser más inteligentes", expresó Kawhi.
Hasta Doc lo reconoció: "Es decepcionante. Siento que tuvimos muchas oportunidades para ganar en los últimos tres partidos", expresó y agregó: "Hay que darle crédito a Denver por seguir jugando, ejecutando, jugando en equipo. Ahora siento decepción. Podías ver la diferencia entre los dos equipos: ellos estuvieron juntos y nosotros no. Lo podías ver mientras los partidos avanzaban. Ellos se conocían muy bien".
"No cumplimos las expectativas", reconoció Rivers al final, después de una derrota que dejó su récord en séptimos partidos en 6-8. El año pasado extendió su vínculo con la franquicia, aunque no se reportó por cuantos años, pero todavía tiene vínculo para, al menos, la 2020-2021. ¿Tendrá la chance de revancha o habrán cambios?
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