Aunque los Chicago Bulls han tenido mejores equipos defensivos que aquel de The Last Dance en la 1997-1998, el punto más alto de su rendimiento en ese costado del campo, lo desplegaron justamente en uno de los partidos más importantes de esa temporada: el Juego 3 de las Finales ante el Utah Jazz, con la serie igualada en una victoria por el lado.
De hecho, no solo se trata del mejor partido defensivo en la historia de la franquicia, sino que probablemente también el más dominante de todos los tiempos en las más de siete décadas de NBA.
Luego de perder el Juego 1 en Salt Lake City por 88-85, Chicago se robó la localía en el segundo punto, con un cerrado 93-88. Ya con la serie trasladada al United Center, llegó el encuentro en cuestión: un inolvidable 96-54, para tomar definitivamente el control del cruce.
Para empezar, los 42 puntos son la mayor diferencia que se haya visto en un juego de Finales. De hecho, en ningún otro partido se alcanzó una brecha de al menos 40 puntos.
Los números son todavía más impactantes cuando hablamos específicamente de lo que Chicago le dejó hacer a Utah, rankeado en esa campaña como la mejor ofensiva de toda la liga.
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Los 54 puntos anotados por el equipo de Sloan se mantienen hasta hoy como la cifra más baja de un conjunto en Playoffs. Solamente New Jersey en el 2004 ante los Pistons se quedó por debajo de los 60 tantos, llegando a 56.
Pero hay todavía más: al momento de ese duelo en 1998, las 54 unidades de Utah eran la cifra más baja que cualquier equipo haya anotado en la NBA, desde la inclusión del reloj de tiro (1954), sin importar la instancia. Fase Regular, Playoffs, Finales... nadie había anotado menos que el Jazz en ese fatídico 7 de junio.
Desde entonces, dos conjuntos superaron esa cifra: Denver anotó 53 puntos en el 2002 ante Detroit y el propio Chicago sumó 49 ante Miami durante el cierre de la 1998-1999. Todo un reflejo de lo que fue el cambio de realidad de Chicago, luego de su último baile. Pero claro, estamos hablando de dos partidos insignificantes para el gran esquema de las cosas, comparado con un juego decisivo de unas Finales. No hay ni siquiera comparación.
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Esa noche, Chicago sofocó a Utah como ningún equipo lo había podido hacer antes. Forzaron al Jazz a lanzar un 30% de campo y cometer 26 pérdidas de balón. Si hasta Toni Kukoc tuvo una actuación sorpresivamente determinante en defensa, colaborando con 4 robos (Scottie Pippen y Scott Burell sumaron 2 cada uno). Los Bulls llevaron al visitante a un infierno de presión, intensidad, potencia y velocidad.
"No sé si alguna vez vi a un equipo defender mejor, desde que trabajo de esto. Nos comieron vivos. No pudimos entrar en nuestra ofensiva, no podíamos avanzar. Salieron y nos persiguieron. No sé si alguna vez he visto a un equipo tan rápido en defensa", declaró post partido Jerry Sloan, DT de Utah.
Siete de los 26 balones perdidos vinieron de parte de Karl Malone, quien de todas maneras fue el único jugador de Utah que estuvo derecho para el aro: terminó con 22 puntos (ninguno de sus compañeros pasó de los 8), lanzando 8-11 de campo. Si descartamos al Cartero, los de Salt Lake City lanzaron un 22% de cancha (13-59), incluyendo a un John Stockton que se quedó con 2 puntos, sumando 5 pérdidas y un 1-4 en sus disparos al aro.
"Tuvieron una tremenda defensa y nosotros no respondimos. Nos patearon el trasero. No tenemos excusas", sostuvo el histórico ala pivote. "Jugamos asustados, del primero al último de nosotros", sumó su compañero Greg Foster.
En una década de los '90 dominada por el juego físico y la dureza defensiva, no hubo exponente más claro de esa realidad que el tercer partido entre Chicago y Utah. Los Bulls destruyeron moralmente a su rival y dieron un paso gigante en la búsqueda del sexto y último título de MJ.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.