El dato es duro, impacta y es la base de esta historia. Australia es el país que más veces ha participado del torneo de básquetbol masculino de los Juegos Olímpicos sin haber logrado una medalla. Los Boomers, como se apoda a la selección de país de Oceanía, disputaron este deporte en 14 ediciones de los Juegos Olímpicos (y ahora están clasificados por decimoquinta vez) y nunca han podido lograr subir al podio y que su bandera flamee alto en el día final.
Solamente Estados Unidos, la principal potencia mundial de este deporte, que asistió a 19 ediciones (apenas faltó a Moscú 1980 por el boicot realizado a aquellos Juegos realizados en tierras soviéticas durante la Guerra Fría), tendrá más torneos de básquetbol jugados que Australia cuando comience Tokio 2020: allí los aussies igualarán a Brasil, el otro equipo con 15 participaciones (y que ganó medallas de bronce en Londres 1948, Roma 1960 y Tokio 1964).
En un evento como los Juegos Olímpicos que realiza un reparto continental de sus plazas, es lógico que Australia haya jugado tanto: su lugar usualmente fue dirimido mano a mano con Nueva Zelanda, un país mucho más pequeño y no del todo desarrollado en el básquetbol. Pero la presencia australiana no se apoya solamente en ello: como en casi todos los deportes, ese país ha realizado un fuerte desarrollo de su equipo nacional y después de debutar a nivel internacional en los primeros Juegos Olímpicos realizados en su casa (Melbourne 1956) con un resultado esperablemente poco favorable (derrotas con Brasil, Chile, Canadá y China Taipéi y victorias ante Singapur y Tailandia para terminar en el puesto 12), ha ido evolucionando desde la década del 70 hasta establecerse como una potencia a nivel mundial: eso sí, la única que todavía no ha sido medallista olímpica o en una Copa del Mundo.
Mientras que en los Mundiales, con más participantes, la irregularidad australiana se nota más (solamente ingresaron al top 5 en Colombia 1982, Canadá 1994 y China 2019, siendo este último torneo el único en el que alcanzaron a jugar las semifinales), en los Juegos Olímpicos, usualmente más complicados, a los del sur del mundo se les da mejor: en cuatro de los últimos ocho Juegos Olímpicos llegaron a las semifinales. Y las cuatro veces fueron el único equipo de ese lote de los cuatro mejores que se volvió a su país sin un premio colgado del cuello.
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Por eso esta edición que comenzará en Tokio en unos días (Australia debutará ante Nigeria el 25 de julio a las 3.20 horas de CDMX y 5.20 horas de Argentina) genera tantas expectativas en Sydney, Melbourne, Brisbane, Perth y cada una de las ciudades de aquel país que suele ser tan exitoso en el olimpismo: por la ansiedad de conseguir la presea pero también por la sensación de tener el material para conseguirla.
Patty Mills, ya un emblema de San Antonio Spurs en la NBA, vuelve a decir presente como líder del equipo. Joe Ingles, Matthew Dellavedova (que se acaba de marchar de la NBA al Melbourne United de su país) y Aron Baynes, sus laderos de toda la última década, volverán a estar a su lado.
Matisse Thybulle, un joven nacido en Estados Unidos de 24 años que vivió en Sydney de los 2 (justo antes de que los Juegos Olímpicos del 2000 se celebren allí, como un guiño del pasado) a los 9 años y recibió la nacionalidad australiana, aparece como el gran refuerzo de un equipo de los Boomers que finalmente no contará con Ben Simmons tras su debacle de los Playoffs, pero que igualmente tienen talento NBA de sobra a pesar de no contar con All-Stars (también están Dante Exum y Josh Green en el plantel).
Australia tiene talla (los 2,08 metros de Baynes y los 2,11 metros de Jack Landale y Duop Reath), tiene tiro (Baynes, Mills, Dellavedova y Landale encestaron al menos un 36% de sus triples en el último Mundial, Thybulle lleva un 33% en la NBA con una línea de tres puntos más lejana e Ingles terminó la 2020-2021 de la NBA con el tercer % de EFG más alto, un espectacular 65,2%), tiene manejo de balón con un especialista como Mills, tiene estandartes defensivos (Thybulle e Ingles son de lo mejor de la NBA en ese aspecto) y tiene mentalidad de campeones a cargo de un entrenador experimentado como el estadounidense Brian Goorjian que lleva más de 40 años residiendo en el país y que ya dirigió a los Boomers en sus experiencias de Atenas 2004 y Beijing 2008.
Australia también tiene mucha ambición. El mensaje dentro del equipo no es conformarse con una medalla de cualquier color, es ir por todo. El objetivo es la medalla dorada y se puede alcanzar afirmó previamente Matt Nielsen, ex jugador de la selección y ahora entrenador asistente.
Puede que todo eso no termine siendo suficiente para el éxito en un torneo olímpico que parece más parejo que nunca, con un Estados Unidos que no parece que vaya a tener un camino de rosas hacia la gloria tras haber sido derrotado por Australia y Nigeria en los partidos de preparación en Las Vegas, pero si es suficiente para que los Boomers aparezcan como favoritos en la previa con un hype que no han tenido previamente. Australia está actualmente en el tercer escalón del ranking mundial de FIBA, solamente debajo de Estados Unidos y España, y a su vez fue señalado por la federación internacional en la cima del power ranking que realizaron previo a los Juegos Olímpicos.
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— FIBA #Tokyo2020 (@FIBA) July 16, 2021
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Nadie puede dudar de la competitividad de los australianos en el básquetbol, pero ya va siendo hora de que finalmente logren terminar de realizar las cosas al 100%. Sus historias de quedar cerca del éxito son múltiples.
En Moscú 1980 le ganaron a Italia, posterior subcampeón, pero no avanzaron a la ronda semifinal por una derrota ante Cuba y en 1984 cayeron en cuartos de final ante España tras haber sorprendido a Brasil previamente.
Sus mejores tiempos se remontan a Seúl 1988, cuando presentaron una nueva generación con Luc Longley, luego multicampeón de la NBA con Chicago Bulls y Andrew Gaze, segundo máximo anotador de la historia de los Juegos Olímpicos y uno de los jugadores más talentosos que hayan salido de Australia, además de otros jóvenes como la torre Mark Bradtke o Andrew Vlahov. Allí llegaron a cuartos de final en un grupo favorable y se pudieron vengar de España en esa instancia, pero lógicamente Yugoslavia con Drazen Petrovic y Vlade Divac, y Estados Unidos con David Robinson, Dan Majerle y Mitch Ritchmond entre otros fueron demasiado y los dejaron en el cuarto puesto.
En Barcelona 1992 volvieron a perder contra la magia de Petrovic, pero en Atlanta 1996 los aussies, sin el NBA Longley pero con el talento de Shane Heal en la base acompañando a Gaze, se vengaron de un Croacia que ya no contaba con Drazen y que se fue eliminado en cuartos de final por un triple definitorio. Las semifinales fueron en vano: luego perdieron los partidos por medalla contra el Dream Team III de Estados Unidos y contra Lituania.
Sydney 2000 pareció su gran chance, por la localía y por una llave favorable en la ronda de eliminación, pero tras superar a Italia por 65-62 con 27 puntos de Gaze fueron aplastados de movida por Francia y Lituania en los partidos definitivos.
Para entonces ya habían desperdiciado seis chances de podio y en Atenas 2004 estuvieron más lejos que en cualquier otro momento de los últimos 45 años: ya sin Gaze y con el debut de Andrew Bogut solamente le ganaron a Angola en fase de grupos y terminaron novenos. Mills se inició en el equipo olímpico en Beijing 2008 y colaboró para ganarle a Lituania y Rusia y atravesar un grupo difícil, pero serían eliminados en cuartos de final por aquel equipazo de Estados Unidos. Lo mismo sucedió en Londres 2012: salir cuarto de su grupo penalizó a Australia las dos veces y ganarle a los norteamericanos todavía parecía imposible.
Río 2016 fue el último acontecimiento: ya con perfil más alto a pesar de la ausencia de Ben Simmons (pick 1 del Draft NBA de aquel año), unos Boomers con Mills ya en modo "FIBA Patty" desde 2012 (cuando fue el máximo anotador del torneo) le ganaron a Francia y Serbia con comodidad en su grupo y asustaron a Estados Unidos hasta el final del partido. En cuartos de final aplastaron a Lituania por 90-64. Parecían serios candidatos a la medalla y todo se echó a perder, cayendo por 87-61 con Serbia en la semifinal y por 89-88 contra España por el bronce en un partido que ganaban por un punto a falta de 10 segundos. España volvería a castigarlos luego en doble tiempo suplementario en la semifinal del Mundial.
Las derrotas australianas en los partidos decisivos ya son costumbre, pero no por eso hay que desestimar a Mills, Ingles y compañía. Son un equipo con hambre de victoria y uno de los mejores armados de cara a Tokio 2020, donde llegan invictos en la preparación. Allí formarán parte de un peligroso Grupo B con Nigeria, Italia y Alemania en el que cualquiera parece capaz de vencer a cualquiera en una buena noche pero en el que Australia es, por talento y experiencia, el favorito indiscutido al primer lugar.
Su contraparte femenina, las Opals, han tenido mucho más éxito (medalla de plata en Sydney 2000, Atenas 2004 y Beijing 2008 y de bronce en Atlanta 1996 y Londres 2012). Es momento de que el básquetbol masculino australiano se haga cargo de su potencial y cumpla con lo que promete.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.