Tras varios años naufragando en la orilla sin llegar a alcanzar tan siquiera los Playoffs, los Denver Nuggets dieron un paso al frente en la pasada campaña sorprendiendo a propios y extraños de la mano de un Nikola Jokic a nivel MVP y un Jamal Murray que superó enormemente las expectativas. Ahora afrontan una temporada en la que aspiran, al menos, a igualar los resultados conseguidos en la temporada regular y, quién sabe, si a poder asaltar la Conferencia Oeste.
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En un momento en el que toda la NBA ha realizado movimientos con el objetivo de reforzarse y reunir a superestrellas, los Nuggets han optado por continuar con la misma línea de trabajo y jugadores, sin grandes cambios y consiguiendo preservar la esencia que los condujo a su mejor campaña en cinco años.
Cambiar nunca asegura ganar y esa máxima han querido llevar a la práctica en Colorado, donde son muy conscientes del potencial que en su plantel reside. La evolución de Nikola Jokic como un base de 7 pies de altura ha servido para ayudar al desarrollo del núcleo joven, conformado por especialistas como Gary Harris y "todoterrenos" del calibre de Jamal Murray. Así pues, los Nuggets confían en continuar con la línea ascendente que evidenciaron durante toda la fase regular, con un sistema de juego basado en el movimiento sin balón y en una serie de roles muy marcados.
Jokic y Murray, una pareja a seguir
La evolución del pivote serbio ha sido gradual, consiguiendo hacerse un nombre en el siempre salvaje mundo de los interiores, donde no solo hace falta tener un gran talento, sino ser capaz de mantener una consistencia y regularidad que provea de victorias al resto del grupo, En ese sentido, Jokic ha encontrado la fórmula perfecta. Una mezcla entre lectura y acción, elevando su perfil técnico a un escalón superior que ha tenido una respuesta por parte de sus compañeros a la altura.
Uno de ellos ha sido precisamente el canadiense Jamal Murray, resolutivo en ataque y encarnando ese arquetipo de microondas que tan necesario es en el mundo NBA. El escolta no solo ha mejorado sus registros estadísticos tradicionales, sino que ha acompañado de manera semejante a Jokic, demostrando una madurez notable y la regularidad que tanto se le demandó en momentos pretéritos.
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Juntos consiguieron evidenciar que hay todavía un espacio a conquistar dentro de la Conferencia Oeste, que existen posibilidades de construir una dinastía desde abajo, sin acudir a la Agencia Libre y con una hoja de ruta basada en el desarrollo de jugadores. Al igual que Golden State Warriors llevara a cabo en el pasado, los pupilos de Mike Malone han congeniado en cancha a la perfección, mejorando en esas asignaturas pendientes como la defensa, donde más llegaron a sufrir.
Si la NBA ha virado hacia los equipos centrados en dos estrellas, los Nuggets tienen el futuro asegurado en lo deportivo. Dos jugadores que están lejos de los 25 años respectivamente y cuyo mejor rendimiento todavía está por llegar.
Junto al traspaso por Jerami Grant con el Thunder, uno de los movimientos más relevantes que ha llevado la franquicia de Colorado ha sido la renovación por cinco años de Murray. Una unión de las dos partes que reportará al canadiense unos 170 millones de dólares y confirma la plena fe en uno de los pilares de los Nuggets.
Secundarios de lujo
Una de las claves del éxito en la temporada pasada de Denver es sin duda su interminable fondo de armario. En algunos momentos el gran número de jugadores y la heterogeneidad entre ellos ha podido llegar a generar una sensación de overbooking, pero con una fase regular tan larga y que requiere de un esfuerzo físico gigantesco, ese largo plantel ha acabado por beneficiarles.
Mike Malone ha sabido administrar a la perfección los roles de los jugadores sin que ninguno acabase poniendo el grito en el cielo por la carencia de minutos o relevancia en cancha. De Isaiah Thomas a Trey Lyles, pasando por Will Barton y Mason Plumlee, la gestión ha sido uno de los puntos fuertes de los Nuggets.
A una dupla joven que ha sorprendido se han unido otros jugadores que han aportado su granito de arena en forma de constancia y seguridad. El caso de Paul Millsap, veterano de 34 años que cobrará 30 millones en esta temporada, pone de manifiesto la intención de la gerencia de Denver por preservar al máximo la estructura que los ha llevado a donde están. Donde otros equipos podrían haber visto un jugador en el ocaso de su carrera, Tim Connelly ha confiado en un jugador que ha aportado esa experiencia y madurez que un equipo que aspira a conquistar el Oeste necesita. Una carencia de veteranía que en los Playoffs quedó patente frente a dos equipos curtidos en mil batallas como Blazers y Spurs.
Por otro lado, la perfecta orquesta de Colorado formada por Gary Harris, Monte Morris y Will Barton han completado un plantel que se desenvuelve en la cancha como pocos, conocedores de sus puntos fuertes y flacos.
Dos diamantes en bruto
La gerencia de los Nuggets lleva jugando una doble estrategia desde hace varias campañas. Mientras compiten por alcanzar lo más alto en el presente, no pierden de vista el futuro al corto y largo plazo, apostando por jugadores con un alto potencial, pero también con un alto riesgo. Si bien el pasado año se aseguraron al considerado mejor talento como era Michael Porter Jr, en esta última edición del Draft se hicieron con el gigante sudanés Bol Bol.
Los problemas de espalda de Porter Jr nos privaron de ver a un alero llamado a marcar una época. De corte fino y elegancia contrastada, el ex de Mizzou porta consigo un repertorio de recursos técnicos envidiables e incluso inalcanzables para la mayor parte de los mortales. Si bien, su "kriptonita" es la condición física, razón por la cual descendió hasta el puesto 15 en el Draft de 2018 y tuvo que perderse la pasada temporada al completo. Un año que en Denver han usado para mejorar su condición y estado de salud, para poner en la mejor disposición a un jugador que está llamado a ser el mejor fichaje del verano de los Nuggets.
Por otro lado, Bol Bol es una incógnita. Si bien estamos hablando de un jugador de 2,18 metros, su fragilidad física, propia de un perfil semejante, le llevaron a caer al puesto 44 en el Draft cuando estaba previsto que fuese elegido en primera ronda. Un jugador que parece venido de un futuro remoto, Bol Bol es una apuesta a riesgo bajo de un jugador que representa un rompecabezas para la mayor parte de la NBA.
Los Nuggets han jugado sus cartas como pocos equipos, poseen un presente alentador y una serie de jugadores jóvenes que inspiran a creer en la prolongación en el tiempo del proyecto. El 2020 será el año que marcará un antes y un después en el equipo y dada la situación de la competición, todo puede pasar.
Las opiniones aquí expresadas no representan a la NBA ni a sus asociaciones.