Seamos sinceros, James Harden no está teniendo el inicio de temporada que todos esperaban. Ni siquiera está rindiendo a un nivel mínimamente esperable en el MVP de 2018, lo cual, lejos de filias y fobias, es algo muy poco habitual en un jugador que ha conseguido ser el máximo anotador en 3 de las últimas 4 campañas. Y ese bajo rendimiento está afectando notablemente a unos Brooklyn Nets que con la ausencia de Kyrie Irving y las nuevas incorporaciones no están llegando a alcanzar la fluidez y el ritmo que sí tuvieron en la 2020-2021.
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Las razones detrás de los 18,3 puntos (su cifra más baja desde 2012), 39% en tiros de campo (menor dato de carrera) y 4,5 pérdidas son muy variadas. La primera es la más simple, ya que Harden está todavía recuperándose de la lesión muscular que sufrió la pasada temporada en la pierna derecha. Una dolencia que ha afectado notablemente a su característica explosividad y cambios de ritmo sobre bote, la base de su juego a media pista y que le ha hecho más lento y predecible. La segunda, derivada del proceso de adaptación al nuevo modelo de balón que se ha implementado en este curso, algo que se aprecia en la ejecución de muchas de sus pérdidas, producidas por un error en el control o en la fase última del pase.
Sin querer ahondar más en las estadísticas básicas sobre el rendimiento del jugador de los Nets, pues estas no harían más que reflejar la tendencia y no profundizar en las causas, es legítimo creer en una tercera vía que explique el mal tramo que está atravesando Harden: su conexión con los pívots de Brooklyn. Una de las claves del ascenso de Harden como estrella y una de las figuras más talentosas del último lustro en la NBA fue su control hasta el dominio más absoluto del bloqueo directo y, en general, de cualquier tipo de situación de 2 contra 2. La seguridad con la que afrontaba este tipo de acciones así como la riqueza de sus lecturas le elevaron hasta lo más alto en unos Houston Rockets que cerca estuvieron de tumbar a Golden State Warriors en varias ocasiones.
En todas las plantillas en las que Harden estuvo durante su periplo en Texas siempre hubo una figura muy definida, un jugador interior que pudiese acompañarle en cancha y ejecutar a un alto nivel en la pintura. Los ejemplos más célebres en ese sentido fueron Dwight Howard y Clint Capela, quienes alcanzaron un nivel de precisión altísimo con La Barba al lado. Sin ir más lejos, el suizo llegó a terminar la temporada 2018-2019 como el líder en acierto en tiros de campo con un 65,2%, mientras que Howard tuvo su mejor registro en ese sentido en la 2015-2016 con un 62,0% de efectividad. Incluso cuando los Rockets se volcaron con el small-ball más extremo, llevando a Jeff Green, PJ Tucker o Robert Covington a la posición de 5, estos lograron tener muy buenos números en las continuaciones con un 65,5%, 40,2% y 52,6% respectivamente pese a su reducido tamaño. Algo que en su llegada a los Nets el pasado curso logró trasladar pese a que Brooklyn no contase con un rim-runner similar a lo que estaba acostumbrado en Texas.
Sin embargo, algo ha cambiado en esta campaña 2021-2022, pero claro, la plantilla de los Nets y, en particular, su juego interior es prácticamente el mismo. ¿Qué ha cambiado? En primer lugar, el tercer jugador que más tiempo pasó en cancha con Harden ahora mismo juega para Denver Nuggets, y es que Jeff Green (697 minutos) fue el interior que más estuvo con La Barba, produciendo juntos un 118,9 de ratio ofensivo, el cuarto mejor dato de ataque con el base en pista. La presencia de Green facilitaba mucho las cosas a la estrella ya que este podía jugar tanto la continuación al aro como la apertura al triple, además de que ambos ya se conocían de su etapa en OKC y Houston. Por otro lado, el segundo interior que más jugó junto a Harden fue DeAndre Jordan, ahora en los Lakers, y si bien el veterano pívot ya no es ni la sombra de lo que fue en Clippers, sí podía seguir dejando detalles de calidad a una velocidad de ejecución aceptable, permitiendo al MVP de 2018 encontrar el equilibrio justo para poder realizar el bloqueo directo de un modo adecuado.
Temporada | Puntos por posesión | Percentil | %TC |
2017-2018 | 1,99 | 76 | 43,3% |
2018-2019 | 1,25 | 84 | 47,7% |
2019-2020 | 1,18 | 82 | 48,3% |
2020-2021 | 1,23 | 64 | 45,7% |
2021-2022 | 0,90 | 28 | 38,6% |
Tan solo tres jugadores interiores se han mantenido en la plantilla respecto al curso anterior, de los cuales solo Nicolas Claxton jugó más de 90 minutos en Fase Regular con Harden. Un Claxton que solo ha jugado 4 encuentros en la actual campaña por problemas de salud y quien, probablemente, mejor se haya entendido con Harden por sus cualidades técnicas pese a lo inexperto que es todavía. Los otros dos, Blake Griffin y LaMarcus Aldridge, apenas compartieron cancha con nuestro protagonista, algo que sí está ocurriendo en este curso y los resultados no están dando todavía sus frutos.
Brooklyn parece haber apostado definitivamente por el small-ball como camino al éxito, tratando de aprovechar al máximo las virtudes de sus dos principales estrellas y el hecho de contar con dos lanzadores exteriores de pura élite como son Joe Harris y Patty Mills. No obstante, y aunque el bote sea la principal herramienta de creación de ventajas en la NBA actual, el espaciado juega un papel vital en todo esto. Blake Griffin hace tiempo que dejó de ser una amenaza cerca del aro y lejos de él todavía no ha dado con la tecla para poder ser fiable, de hecho, ahora mismo está promediando un 48% de acierto en la pintura y un 23% en triples, produciendo un 103,9 de ratio ofensivo junto a Harden en cancha.
Mientras, la figura de LaMarcus Aldridge resulta desconcertante. Por un lado, la estadística avanzada dice que ha sido la mejor pareja con un mínimo de 100 minutos en lo que llevamos de curso que ha tenido Harden, con un ratio de 106,2 puntos, pero también es cierto que es la que menor volumen de tiempo ha acumulado de las 6 que superan el baremo establecido. Por otro lado, revisando los partidos y las posesiones en las que los dos han estado en pista las sensaciones no pueden ser más diferentes de los números.
En un bloqueo directo común como este en el que los rivales se cierran sobre Harden, el ex de los Spurs se queda completamente liberado en la continuación, recibiendo un pase telegrafiado que el interior no es capaz de capturar correctamente. Lo que podría haber sido una posesión fructífera acaba en pérdida y 2 puntos al contraataque de los Bulls.
Dos aspectos llaman la atención del rendimiento de LMA junto a Harden en este curso. El primero, lo deficiente que es el espaciado ofensivo del bloqueo directo cuando el veterano se ve involucrado por su predilección a la media distancia. Y lo segundo, su lentitud en la ejecución más sencilla, facilitando que la defensa rival rote o se recupere tras la ventaja generada.
Esta acción que podría haber sido una bandeja sencilla o un pase a la esquina para Durant se convierte en un tiro en suspensión sin apenas oposición que es errado:
Nuevamente, ante una caída limpia de Aldridge, este tarda demasiado en caer, posicionarse y tratar de lanzar a canasta, dando tiempo a Siakam a ponerle un tapón a placer:
Pese a todo esto, no todo es culpa del interior, también están teniendo que ver las lecturas y la ejecución por parte de Harden, quien todavía no ha dado con la tecla para conectar del mejor modo junto a Aldridge:
Todavía es muy pronto para poder tener una idea más clara acerca de qué está ocurriendo con James Harden y si podrá salir de este bache que está atravesando su juego. El mercado no ofrece una garantía de calidad que esté disponible para añadir a la plantilla neoyorquina y un traspaso se antoja complicado con la situación actual con Kyrie Irving, por lo que La Barba deberá aprender a competir con los compañeros que tiene al lado. Por lo pronto, el jugador de Brooklyn Nets tendrá una oportunidad de resarcirse ante Orlando Magic en la jornada del 10 de noviembre (1:00 de España, 21:00 de Argentina y 18:00 de CDMX).
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