Vergil Ortiz, una estrella ascendente del boxeo con mucha pólvora y orgullo mexicano

Albert Perez

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En la mayoría de los boxeadores más grandes, el hambre por tener un mejor bienestar económico para su familia es el máximo impulso. Es lo que los motiva a exponer los cuerpos al arduo trabajo físico de los entrenamientos y al peligro de recibir impacto tras impacto.  

Para la ascendente estrella de boxeo, Vergil Ortiz, de primero esta disciplina solo era un deporte. Todo empezó cuando su padre lo llevó al gimnasio a los cinco años después de ir al kínder. 

“Solo era un niño chiquito. Tiraba golpes, me estaba divirtiendo. Eso era todo”, dijo Ortiz a The Sporting News. 

Vergil contó que en sus años formativos su familia sufrió mucho económicamente, pero no tenía idea de esto, y por ende no era algo que lo impulsaba a forjar una carrera en el pugilismo.  

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“No teníamos suficiente dinero. Obviamente no estaba consciente de esto en ese tiempo, pero vivíamos cheque en cheque. Teníamos muchas deudas”, habló. “Entonces la necesidad no es algo que ayudó a formarme como peleador. Era muy joven y no la comprendía”. 

Incluso ya en su adolescencia y tras sus primeras peleas como púgil profesional, todavía no entendía plenamente la situación por la que estaba pasando su familia.

“Me papá me decía todo el tiempo, pero realmente no empecé a comprender todo hasta ya mucho después de que me hice profesional”, indicó. “Cuando debuté a los 18 años, mentalmente todavía no era un adulto. En algún punto sí vi que estábamos en problemas, sin embargo, aun así, no tenía claro que tan seria se iba a convertir mi carrera”. 

Ahora a sus 24 años y con 19 combates en el pugilismo, está bastante consciente que no solo pelea por la gloria deportiva. Lo hace por su familia también. Esto es su mayor combustible.  

“Ya entiendo. Este es mi trabajo, es mi deber”, señaló. “Tengo que proveer para mi familia. Siento que es lo que me impulsa más que todo. Quiero ser un grande en este deporte y todo eso. Pero también quiero cuidar a mi familia”.  

En este momento, Vergil está en un trayecto que lo puedo llevar al superestrellato para poder cumplir con todos sus anhelos y más. El mexicoamericano debutó en el profesionalismo en el 2016 como un prospecto de élite tras tener un recorrido excelso en el ámbito amateur. Fue un campeón nacional en siete ocasiones y ganó el oro en las Olimpiadas Juveniles de 2013; terminó con una foja de 140-20. 

En 2019, ESPN lo eligió el prospecto del año. Y este julio, The Sporting News lo nombró como el quinto mejor peleador con 25 años o menos de edad. Junto con Ryan García, es una de la principales apuestas de la promotora Golden Boy Promotions del excampeón, Óscar De La Hoya.  

Ortiz lleva una foja inmaculada de 19-0-0, la cual lo tiene a la espera de su primera pelea titular. Ha vencido al excampeón Maurice Hooker y al difícil contendiente Egidijus Kavaliauskas. Y ya quiere medirse a uno de los dos reyes de la división de peso wélter, Terrence Crawford o Errol Spence.    

Puños mortíferos 

Algo que resalta mucho de su marca es su porcentaje de nocaut. Es del 100%. Su increíble poderío de puños ha hecho que ninguna de sus contiendas haya llegado al límite hasta el momento. En 2017, en una sesión de sparring hasta tumbó al excampeón argentino Lucas Matthysse.

Vergil señaló que no llegó a la realización de que tenía pólvora en las manos hasta justo antes de que debutara como profesional. Para él la clave está en su técnica y no tanto sus atributos físicos, pues tiene bastante corpulencia para la categoría de las 147 libras. 

“Creo que fue en 2015 o 2016 en el torneo de los Guantes de Oro. Después de ese punto estaba parando a todos”, manifestó. “Tenía fuerza, pero mi técnica también tuvo mucho que ver. Mi papá me enseñó a usar todo mi cuerpo cuando lanzo un golpe”. 

Para Ortiz, sus nocauts son el producto de sus planes de pelea. No entra cazando cabezas, está preparado para irse a la distancia si es necesario. 

“Realmente no me esfuerzo para buscar el nocaut. Pero en mi última pelea ante Michael McKinson creo que sí hice de más porque le quería mostrar a todos que todavía estaba yo aquí”, enfatizó. “No tengo presión para seguir noqueando a todos. Tal vez en mi siguiente combate me vaya a la distancia. La gente quiere los nocauts, pero no siempre van a llegar. Lo único que importa es que siga haciendo lo que tengo que hacer. Y cuando hago eso, llegan los nocauts. A lo mejor no termine mi carrera con un porcentaje de nocauts perfecto. Pero eso no sería algo malo”. 

Ante McKinson sintió que tenía algo que demostrar debido a que había lidiado con una grave enfermedad. Vergil originalmente estaba programado para medirse al británico en marzo, pero se tuvo que hacer a un lado la semana de la pelea debido a que padeció de rabdomiólisis. Es una condición que se genera por la descomposición de los músculos dañados. Esto causa que proteínas y electrolitos entren en la sangre y dañen los riñones o el corazón. 

Ortiz contó que la enfermedad en sí no lo asustó, pero sí le produjo algo de preocupación. No sabía si iba a ser un problema recurrente. Afortunadamente para él, ya no es algo que lo tiene con mucho cuidado pensando en su carrera.  

“Sabía que no me estaba muriendo. Lo detectamos muy temprano. Pero llegué al punto en que me cansaba subiendo la lomita en la entrada de mi casa", habló. "Batallaba, y si no podía hacer eso, entonces no podía pelear”. 

“Hablamos con los doctores e identificamos el problema. Me siento 100 por ciento mejor de lo que me sentía en marzo. Me dio mucha felicidad cuando identificamos el problema, pues sabía que algo se podía hacer al respecto”.   

Orgullosamente de raíces michoacanas 

Vergil proviene del estado de Texas. Nació en Dallas, pero se crió en un suburbio que todavía es su lugar de residencia, Grand Prairie. Es un mexicanoamericano de segunda generación. Sus abuelos paternos y maternos son de Michoacán, México. 

El púgil tejano tiene sus raíces bastante presentes. Admitió que no sabe hablar español muy bien, pero que le gustaría aprenderlo plenamente. Pero esto no le impide disfrutar de la música mexicana del género ranchero y regional. 

No solo la escucha cuando entrena o maneja, también la usa para salir al ring. Muchos púgiles como él usualmente entonan rap o rock. Ortiz indicó que su gusto por este tipo de música inició en el gimnasio. 

“Viene de todos los gimnasios profesionales a los que he ido. Escuchaba esa música todo el tiempo. Cuando entrenaba con Robert García es lo único que escuchábamos", explicó. "Sí hay veces que escuchamos rap, pero principalmente es música mexicana. Es algo que nos impulsa. No es tu típica música de gimnasio, pero es nuestra música”.   

Para su choque contra McKinson, Vergil salió al son de la clásica canción ranchera “El Rey”, la cual ha sido el himno de varios peleadores aztecas como Juan Manuel Márquez.  

Pero también lo ha hecho bajo una tema que es bastante especial y emblemático para la gente de raíces michoacanas, “Caminos de Michoacán”. La canción se trata de un hombre que recorre los poblados más notables de este estado en busca de su amor perdido.

“Escuché esa canción cuando fui a una fiesta de cumpleaños familiar. Había una banda ahí y la estaban tocando. Realmente me encantó esa canción”, dijo. “Entonces para mi siguiente pelea la usé para mi salida al ring”

Albert Perez

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Albert es graduado en Comunicaciones de la universidad de Cal Poly, Pomona en California. Es amante de los temas polémicos y las estadísticas en el deporte. Ganó tres ediciones del concurso de sabiduría deportiva “El Sabio de la República” en República Deportiva de Univision en los Estados Unidos. Es experto en boxeo, fútbol, fútbol americano, lucha libre y tacos.