Las Vegas, Estados Unidos (enviado especial). Hace un año, Jesse Bam Rodríguez era simplemente un prospecto joven que estaba tratando de buscar peleas para abrirse camino en el boxeo. Pero un año más tarde, el púgil mexicoamericano vive una realidad totalmente distinta.
Bam es campeón en dos divisiones más grandes que en la que originalmente estaba, sino que también es candidato para peleador del año y está cerca de convertirse en una gran superestrella.
“Es increíble. Este año ha cambiado mi vida, es mucho mejor”, dijo Rodríguez a The Sporting News.
Este sábado, el originario de San Antonio, Texas estará enfrentando al mexicano Israel González en la pelea coestelar de la trilogía entre Saúl Canelo Álvarez y Gennadiy GGG Golovkin. Hará la segunda defensa de su título de peso supermosca del CMB.
La obtención de esta corona fue lo que impulsó el despunte de la carrera de Bam (16-0-0, con 11 KOs). Y todo sucedió de una manera sorpresiva e increíble
En febrero, a días de haber cumplido los 22 años y con solo 14 peleas como profesional, a Jesse se le presentó una oportunidad de oro. El tailandés Sriskat Sor Rungvisai estaba programado para medirse por segunda ocasión en su carrera al mexicano Carlos Principe Cuadras, sería por el campeonato vacante de la CMB.
Pero seis días antes de la velada, Sor Rungvisai dio positivo por COVID-19 y tuvo que retirarse de la contienda. Rodríguez fue contactado para ser el rival de emergencia.
En el papel lucía como desafío colosal. No solo tendría que saltar de las 108 libras (peso minimosca) hasta las 115 libras sin ningún tiempo de preparación, sino que también tendría que enfrentar a un aguerrido excampeón como Cuadras, quien había sostenido grandes combates ante dos de los jefes de la división, Juan Francisco el Gallo Estrada y Román Chocolatito González.
Rodríguez contó que no pensó dos veces para aceptar la pelea.
“Dije, ‘vamos’. Le preguntaron a mi entrenador Robert García primero, y aceptó sin consultarme primero. Él ya sabía que yo iba a decir que sí”, habló. “Entonces cuando recibí la llamada, no dudé. Dije que sí de inmediato, estaba hambriento por convertirme en un campeón mundial. Me motivó mucho. Tenía más hambre que antes”.
Al final el tejano desafió todos los pronósticos y barrió a Cuadras, de 34 años, para llevarse una victoria por decisión unánime. Bam jamás imaginó que su primera coronación iba a ser de esta manera.
“Todo sucedió bastante rápido. Originalmente iba a pelear en esa cartelera en un combate de 10”, expresó. “Desde entonces mi vida ha cambiado”.
Para su primera defensa enfrentaría al propio Sor Rungvisai, un excampeón con credenciales mayores que las de Cuadras. El tailandés tenía una victoria sobre el Gallo y dos sobre Chocolatito. Despojó al nicaragüense de su foja invicta en 2017. Primero le ganó por decisión mayoritaria y luego por nocaut.
Contra Sor Rungvisai, de 36 años, Rodríguez se vio aún mucho mejor que frente al Príncipe.
Mostró mucha madurez en la forma que desarrolló el combate. Inicialmente fue metódico y controló la distancia, pero luego fue más agresivo y terminó al tailandés por nocaut técnico en el octavo asalto. También exhibió cualidades que lo llevaron a ser comparado con el que es considerado el peleador más inteligente y técnico de los últimos años, le ucraniano Vasiliy Lomachenko. Bam ingenió su triunfo a base de un excelso juego de piernas y tirando golpes de todos los ángulos, muy al estilo de Lomachenko.
“Mi desempeño esa noche se lo debo mucho a todo el equipo en el gimnasio de Robert García. Tengo buenos sparrings, fue un factor determinante”, declaró. “He peleado con muchos campeones mundiales desde que empecé en ese gimnasio con Robert. Las peleas con Cuadras y Sor Rungvisai fueron como otro día en el gimnasio”.
Una crianza ejemplar
Aunque Bam está cerca de la cúspide, está muy consciente de dónde viene. Creció junto a su hermano Joshua Franco, el actual campeón de peso supermosca de la AMB, en una familia trabajadora en Texas.
Jesse recuerda cómo la situación económica de sus padres se complicó mientras él y Joshua estaban escalando en el ámbito amateur. Esto lo hizo trabajar más fuerte para poder sacar adelante a su familia un día.
“A veces no teníamos dinero”, indicó. “Íbamos y ganábamos torneos, y cuando regresábamos a la casa, no había luz o no había agua”.
Por estas circunstancias el éxito que él y su hermano han cosechado en el mundo del boxeo hasta el momento, lo tiene lleno de orgullo. Atribuye todo a la crianza que le dieron sus padres.
“Los dos somos campeones al mismo tiempo, esto hace que las cosas sean mucho mejor”, dijo Rodríguez. “Mis padres me criaron de la manera correcta. Me enseñaron a ser humilde y nunca olvidarme de quién ha estado ahí desde el principio”.