La NBA puede resultar en ocasiones un lugar hostil. No tanto por lo que puede suceder sobre una cancha o porque el ambiente sea negativo, sino porque en la inmensidad de la temporada regular un jugador corre el riesgo de sentirse solo o aislado, más si se trata de uno de rol. Como un mantra, siempre se repite la importancia de que uno ha de encontrar su hueco, su espacio, en definitiva, encajar dentro de unos parámetros. Muchas veces esto tiene más que ver con lo humano, con qué aporta al grupo que de lo que uno pueda ser capaz sobre el parqué.
Precisamente por eso mismo las relaciones de amistad que en ocasiones se forjan en el fuero interno de un equipo resultan tan cruciales en el rendimiento positivo de los conjuntos. Como un remanso de paz entre todo el ruido que puede rodear a los protagonistas del juego, esas amistades concretas suponen un oasis, una isla a la que acudir tras un mal partido, una derrota o simplemente para desconectar. Tener ese vínculo especial con otro jugador no es sinónimo de una compenetración total sobre la pista, pero sí de algo más profundo que trasciende el juego y que puede servir de hilo conductor para lo que viene después de colgar las botas.
MÁS | Ricky Rubio habla de su futuro en la NBA, su momento y la identidad de Cleveland Cavaliers
Tyronn Lue nunca fue alguien en el sentido estricto del término. Su historia podría haber sido la de muchos otros. Un jugador de rotación, sin ninguna aptitud notable, un gesto técnico que le caracterizase y estando normalmente en el lado opuesto de las historias memorables. Sin embargo, el nativo de Missouri tenía algo que le hacía especial, su carácter. Siempre afable, amistoso y comprensivo. Y esa personalidad cercana es lo que pronto atrajo a Chauncey Billups, el ejemplo más opuesto a Lue en lo que a reconocimientos y éxitos como jugador se refiere, pero que mucho antes de coronarse como uno de los mejores bases del siglo XXI ambos ya habían comenzado a tejer una historia personal juntos.
Durante la adolescencia, en uno de esos intensos torneos AAU Billups y Lue coincidieron sobre la cancha jugando uno para los Oakland Soldiers y el otro para un equipo de Kansas City. Tyronn se quedó impresionado por el altísimo nivel de su oponente, especialmente por los detalles técnicos de este y cómo había sido capaz de superar su marca defensiva para llevarse el partido. Durante el torneo ambos comenzaron a conectar a nivel personal de un modo que solo la pasión de la adolescencia puede favorecer, convirtiéndose al instante en amigos inseparables. Una relación que iría dando pasos hacia adelante con el paso de los años, invirtiendo las offseason juntos para entrenar, mejorar o simplemente compartir tiempo juntos.
Que Billups llegaría a la NBA era algo que podía intuirse rápidamente al verle jugar con 16 años, que lo hiciese Lue era un poco más complicado, ya ni hablemos de mantenerse en la competición. Pero el tiempo puso a cada uno en su lugar, claro está, y aunque nunca llegaron a compartir una misma plantilla en todas sus carreras como profesionales, ambos no se separaron pese a la distancia. "Billups y Lue son como hermanos", dijo Kevin Garnett en 2012. "Estos tipo tienen las llaves de las casas del otro, las llaves de los coches, los códigos de seguridad... Son hermanos".
Las carreras de ambos amigos se desarrollaron por caminos y senderos diferentes. Mientras uno agotaba los últimos resquicios de su etapa como jugador, ayudando a contenders y siendo una voz autorizada en el vestuario, el otro daba el salto a los banquillos de la mano de Doc Rivers, primero en Boston y después en Los Ángeles. El destino quiso que cuando uno llegaba a los Clippers el otro se fuese, como si los dos amigos nunca pudiesen estar en el mismo espacio.
Después de disfrutar de cierto tiempo tras la retirada a Billups le picó el gusanillo de la competición, algo inherente a quien ha pasado media vida dentro del rectángulo. Aunque el físico ya no pudiese acompañarle, sí que podía seguir unido al juego y trasladar todo aquello que había aprendido a las nuevas generaciones. Fue en marzo de 2020 en el momento en el que el mundo se paralizó cuando el MVP de las Finales de 2004 pidió ayuda a Tyronn Lue con un mensaje muy concreto: quería ser entrenador profesional.
No hay nada más incorrecto que pensar que un gran base por el hecho de serlo será capaz de igualar su valía desde un banquillo. La cantidad de variables y factores que manejan jugadores y técnicos no pueden ser más opuestas y la gestión de la presión, las relaciones, la comunicación y del liderazgo son sumamente diferentes. Ambos amigos se atrincherarían en la casa de Billups en Denver junto al también asistente y ex-jugador Dahntay Jones para un plan acelerado de 6 semanas en el que el objetivo último era convertir a Chauncey en una persona preparada para aportar a un banquillo NBA en el menor tiempo posible. En jornadas maratonianas que combinaban táctica pura con la aplicada, así como planificación, metodología y coaching, Lue ejerció de profesor y mentor a partes iguales para ayudar a su amigo a cumplir su deseo.
“Dijo que quería aprender, que quería involucrarse y se lanzó a ello”, reveló Lue en una extensa pieza para The Athletic. “Así que todos los días echábamos cuatro o cinco horas, dibujando jugadas, viendo cortes de partidos. Íbamos a la cancha de baloncesto en la parte trasera de su casa y hacíamos las acciones ahí".
No es solo que Billups comenzase a familiarizarse con el argot de los técnicos y los recursos más utilizados para cada situación, sino que Lue le hizo comprender el porqué de las cosas, la razón que sustentaba una vía u otra a la hora de plantear una jugada, un emparejamiento, un plan, en definitiva, le estaba instruyendo para que comenzase a ver el baloncesto desde otro prisa, desde otro punto de vista. “Abrió mi mente”, aseguró el ahora técnico de los Blazers. “Siempre me enorgullecí de ser un base cerebral y de estar dos o tres pasos por delante de la jugada. Siempre estuve por delante. Pero eso fue como jugador. Como entrenador, si piensas solo desde la posición de base, estás detrás del rival".
La sinergia que ambos compartían se materializó a la perfección en aquel tiempo de formación pues para aprender hay que estar predispuesto y querer escuchar, estar abierto y Billups además estaba motivado para culminar el proceso.
En la NBA todo puede ocurrir y los LA Clippers fueron eliminados en aquellos Playoffs de 2020 tras disponer de una renta de 3-1 en su serie contra Denver Nuggets, lo que supuso el final de la larga etapa de Doc Rivers y el inicio de Tyronn Lue en el conjunto californiano. Un Lue que en el momento en el que comenzó a configurar su equipo técnico no lo dudó un solo instante, ahí tenía que estar Billups. No por su relación personal, sino por todo lo que estaba este en disposición de aportar al equipo.
"Ellos son sus mejores amigos. No puedes encontrar una persona mejor que tener a tu lado que a Billups y alguien en que puedas confiar", comentó recientemente el ex-jugador Mo Williams. "Siendo entrenador lo más importante a la hora de tener un staff es contar con gente en la que verdaderamente confias, que tengas una relación con aquellos que compartes espacio".
Solo la transparencia de una relación de amistad tan larga puede hacer posible que la sinceridad se de por descontado y cuando se trata de tomar decisiones importantes, ser claro en el análisis es vital.
Billups encajó a la perfección en aquellos Clippers, entrando con un rol más centrado en el desarrollo de jugadores, aportando su experiencia como base de élite y poco a poco adquiriendo galones en el escalafón. Especialmente notable fue el trabajo que pudo realizar con Paul George, quizá no tanto a nivel técnico por la falta de entrenamiento, pero sí de apoyo, asesorándole y ayudándole a colocarle en una mejor posición en pista para que pudiese exprimir su potencial. Sin ir más lejos, de un tiempo a esta parte, el paso adelante que el alero californiano ha realizado en la toma de decisiones y playmaking se deben en gran medida a Billups y cómo le influenció durante la extenuante temporada 2020-2021.
“Tuvo una gran influencia en mi juego. Es una gran persona con quien hablar y tener como recurso. Pude crear más y manejar más el balón, y gran parte del mérito es para él", reconoció recientemente Paul George, algo que el propio Lue se encargó de destacar también. "Él es capaz de empoderar a los jóvenes. George también ha cambiado mucho este año en las lecturas de pick-and-roll, y eso es definitivamente mérito de Chauncey".
Con tan solo un periodo de diciembre a junio como única experiencia en los banquillos los Portland Trail Blazers decidieron apostar su proyecto de presente y futuro a un entrenador completamente novato, probablemente más que ningún otro. El reto por delante que tiene Chauncey Billups es mayúsculo pues ha de convertir a uno de los conjuntos más deficientes en defensa de los últimos años en un equipo sólido al mismo tiempo que mantiene la frescura ofensiva que les caracterizó. La paciencia y el tiempo será el mejor aliado de un técnico que está dando sus primeros pasos desde la banda y que en la noche del lunes al martes 7 de diciembre tendrá su última cita de temporada regular ante su amigo y mentor, Tyronn Lue, en la visita de los LA Clippers a Oregon (4:00, NBA League Pass).
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.