Uno de los aspectos que nos está permitiendo redescubrir "The Last Dance", la serie-documental que gira sobre Michael Jordan y sus legendarios Chicago Bulls, es el costado súper competitivo de Su Majestad, esa pasión por enfrentar desafíos y buscar la excelencia y el éxito constante a cualquier costo. Quizás como nadie, MJ tenía una capacidad asombrosa para "crearse rivales", como una suerte de ritual para encontrar una motivación extra y encender una llama que lo llevaba siempre al mismo punto: la aparición de una versión sensacional que le permitiría escribir otra página destacada sobre una cancha de básquet.
Y ojo porque esos desafíos iban mucho más allá de, por ejemplo, el reto que supieron ser los Bad Boys de Detroit Pistons, o las demostraciones ante cada persona que fuera del gusto de Jerry Krause, o pisar fuerte frente a Clyde Drexler impulsado por las comparaciones de la prensa. Michael Jordan era tan competitivo que podía encontrar una pequeña chispa para encender un fuego ante algo que hizo alguien que, a simple viste, luce como uno de esos 'desconocidos' para el mundo NBA como LaBradford Smith. Alguien que, seguramente, saldrá a escena con el estreno de los próximos capítulos de "The Last Dance".
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¿Quién es LaBradford Smith?
Es conveniente empezar con una pregunta tan simple como necesaria, porque hasta incluso los aficionados nostálgicos que vivieron en plenitud la era de dominio de Jordan en los 1990s pueden no reconocer ese nombre. LaBradford Smith fue un escolta de 1,90 metros que llegó a la NBA en 1991 de la mano de Washington Bullets, que lo eligió en el 19° puesto del Draft de ese año. Tras jugar 48 partidos en su año rookie (5,1 puntos en 14,8 minutos), dio un interesante salto en su segunda campaña en la liga, con medias de 9,3 tantos, 2,7 asistencias y 45,8% de campo en 22,4 minutos durante 69 encuentros (33 como titular).
Claro que eso que parecía una carrera en crecimiento terminó con un rápido final en la NBA: fue traspasado a Sacramento en su tercer curso, y aquella 1993-1994 sería su última en la liga, de la cual se despidió con 183 partidos jugados (6,7 tantos y 2,2 asistencias de media en 17,1 minutos). Después pasaría por la vieja CBA y un par de años por Europa (incluido un paso por el León de España) antes de su retiro en el 2000.
Está claro que hablamos de alguien que no trascendió a grandes niveles. En la NBA, por ejemplo, apenas había logrado anotar 20 o más puntos en un partido en cuatro oportunidades antes de aquel 19 de marzo de 1993, que bien podría tener en la memoria como el mejor día deportivo de su carrera. Quizás lo es, sin dudas, porque anotar 37 puntos en un partido NBA no es cosa de todos los días, mucho menos en aquel entonces. Entonces, ¿por qué ese día se fue como una carga para el bueno de LaBradford? Porque Michael Jordan es así de especial.
Smith, el 'rival oculto' que ¿encendió? a Jordan
Entonces, 19 de marzo de 1993. Washington Bullets, un equipo completamente sin luces y entre los del fondo, llegó a Chicago con récord de 18-43 para medirse ante los poderosos y candidatos Bulls, que estaban en la búsqueda de su tercer campeonato y, por ese entonces, tenían una marca de 43-20. Estamos hablando, básicamente, de lo que podría ser un partido más, sobre todo para un equipo como el de Phil Jackson que transitaba el último mes de fase regular para llegar a la parte que más le importaba como eran los Playoffs.
Los Bulls ganaron aquel encuentro, un trabajado 104-99 que definieron por su propio peso específico sobre el final, y en donde Jordan cerró con 25 tantos (9-27 cancha). Y aquí viene la parte interesante, y es que Smith no tuvo mejor idea (quizás visto desde la cabeza de MJ) que jugar el mejor partido de su vida aquella noche: 37 puntos, 5 rebotes, 3 asistencias, un robo y un casi inmaculado 15-20 de campo y 7-7 libres. Un recital de lanzamientos de media distancia que ni siquiera el propio Jordan pudo detener en varios intentos...
Y acá entra en juego la mentalidad al límite de Jordan. ¿Qué hizo? Señaló que el bueno de Smith, tras su fantástica actuación, le dijo "buen partido, Mike". Lo tomó como la llama para encender el motor de revancha. Así vendría el fuego que quemaría con todo apenas 24 horas después, porque Bullets y Bulls volverían a verse las caras al día siguiente, esta vez en la capital de Estados Unidos para completar el back-to-back. ¿Un jugador de segundo año, casi desconocido, superando a Jordan en un duelo individual y dejando unas palabras que MJ tomó para 'ofenderse', casi como trash-talk? Claro, el plan de revancha estaba en marcha...
"Sabes, Mike estuvo aquí en el estadio desde las 4 de la tarde practicando lanzamientos. Y nos dijo que nos tomemos el día libre, así que espero que hayas descansado anoche". Esas fueron las palabras de BJ Armstrong y Rodney McCray, compañeros de Jordan, a Smith antes del partido, según le contó Don MacLean, por entonces rookies de los Bullets, al LA Times. "Recuerdo que su lenguaje corporal parecía diferente desde el comienzo. Y quizás yo también lo estaba esperando, porque sabía que había llegado varias horas antes del partido", agregó. "Me acuerdo que alguien del equipo me dijo 'hacete un favor, cuando Michael reciba la pelota, correte de su camino'. Es como si lo que venía ya estaba escrito, y podías sentir pena por el chico", comentó Will Perdue, pivot de Chicago.
Sí, Jordan fue una tormenta perfecta al comenzar el partido, anotando sus primeros ocho lanzamientos y atacando sin parar al bueno de Smith. Tal es así que, al finalizar el primer tiempo, ya había sumado ¡36 puntos!, uno menos que los de LaBradford el día previo. En apenas 31 minutos, Jordan terminaría con 47 tantos (14-25 dobles, 2-2 triples, 13-15 libres), 8 rebotes , 4 asistencias y 2 robos. No hace falta decir que eclipsó por completo a Smith, quien cerró su día con modestos 15 puntos en 25 minutos. Los Bulls, esta vez, destrozan a Washington por 126-101.
Lo curioso del caso es que esta venganza personal, cruel y sin piedad de Jordan ante un jugador de segundo año del que muchos ni siquiera habían escuchado, es que aquel "buen partido, Mike" nunca existió, sino que ¡fue inventado por Jordan! Sí, Su Majestad puso sobre la mesa unas inexistentes palabras de Smith, pura y exclusivamente porque se sintió avergonzado de que un jugador desconocido golpeara fuerte a sus Bulls, y necesitaba una motivación para desquitarse.
"Por supuesto, yo creaba cosas como motivación todo el tiempo. Una parte de esos mitos está en el incidente con LaBradford Smith. La historia decía que él estaba saliendo de la cancha en Chicago, me dio una palmada y me dijo 'buen partido'. Pero no recuerdo si me dijo algo a mí. De hecho, estoy seguro de que probablemente no me dijo nada. Pero después del partido, un periodista de Washington me preguntó qué iba a hacer en el próximo duelo, e inventé lo de 'buen partido', le pregunté cuántos puntos había metido él sobre mí, y le dije que los iba a tener para el entretiempo. LaBradford me enseñó que no hay que subestimar a nadie en este deporte. Realmente me gustó él, pero el punto fue que me avergonzó en mi propia casa", reconoció Jordan con el periodista Bryan Burwell en USA Today, durante los Playoffs de 1997.
Así era Michael Jordan, un animal competitivo capaz de todo para demostrar su capacidad y superioridad. Incluso cuando se trata de crearse rivales para motivarse...
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.