Cuando pensamos en Dennis Rodman, sin dudas que lo primero que se viene a la cabeza es una personalidad completamente extravagante, un personaje en sí mismo que estaba rodeado de un aura por demás particular, polémica y transgresora. Cuando pensamos en Dennis Rodman, se nos viene automáticamente a la cabeza ese jugador especial que tenía Michael Jordan en sus Chicago Bulls multicampeones, ese tipo que imponía respeto con los rebotes y su defensa. Pero claro, cuando pensamos en Dennis Rodman, pensamos en looks de pelo llamativos y de todo tipo. En tatuajes y piercings. En las miles de diferentes expresiones con las que adornó a su imagen en la segunda parte de su carrera.
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Claro, eso fue en parte Dennis Rodman, un pensaje único que rompió el molde de lo que se veía, no sólo en la NBA, sino también en el mundo del deporte. Alguien al que ni el paso de los años le quitó esa fama de transgresor que mantiene. El Gusano, sin dudas, marcó una época no sólo por su dominio en los tableros, sino por esos looks de decenas de colores que iluminaron su cabeza durante años en la NBA. Algo que, en sus comienzos, no estaba ni cerca de verse.
La evolución del pelo de Rodman: ¿por qué se generó?
Rodman llegó a la NBA en 1986, tras ser elegido en el 27° lugar del Draft por los Detroit Pistons, que resultó un lugar sensacional y único para crecer y sentirse parte. Rápidamente ganó terreno y se metió de lleno en la dinámica e importancia de un equipo que pasaría a la historia: los Bad Boys. Dennis era instrumental en aquella propuesta dura, de carácter y personalidades fuertes, que logró sumar dos campeonatos y se convirtió en némesis de Jordan en sus inicios.
Pero cuando los Bad Boys empezaron a desarmarse, Dennis también lo hizo de cierta manera. Falta de madurez y confianza, incomodidad, ausencia de motivación y deseo... Los demonios internos del jugador empezaban a garrar terreno, y el problema parecía claro. "Yo no lo llamaría depresión, pero mucha gente sí. Los doctores lo llamarían así", contó el propio Rodman en imágenes del documental 30 por 30 de ESPN, Rodman: for Better or Worse, que relata su carrera de forma espectacular. Hasta ese momento, su pelo, más allá de algún retoque rapado en la parte de atrás temporalmente, no había sufrido modificaciones.
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Esa batalla con su cabeza y consigo mismo lo llevó al límite y a una situación durísima. El 11 de febrero de 1993, se acercó hasta el estacionamiento del "The Palace of Auburn Hills", viejo estadio de los Pistons. Su camioneta y un rifle pintaban una imagen de terror. "Me quedé sosteniendo el arma mientras miraba al estadio. Era algo cobarde, pero no sabía qué hacer, porque realmente no me importaba", contó Rodman. "Pero encendí la radio y me quedé dormido. Le agradezco a Dios por haberme quedado dormido", destacó.
Ése fue el momento bisagra. "Me puse el arma en la cabeza, pero no estaba intentando dispararle a Dennis Rodman, quería reemplazar al viejo Dennis para que pudiera salir el nuevo", explicó. Y así fue. Rodman quiso enterrar a su vieja versión para darle paso a una nueva, al nacimiento del personaje que tanto disfrutaría.
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Al terminar esa 1992-1993, su camino siguió en San Antonio Spurs, y desde el primer momento se produjo el cambio. Es más, llegó tarde a la presentación en sociedad del equipo en el estadio porque un rato antes se fue a teñir el pelo, con un mohicano rubio al estilo Wesley Snipes en "Demolition Man", la película del momento. "Pueden odiarme o quererme. Pero lo único que sé es que cuando pise esta cancha, lo haré fuerte", dijo ante la gente en su presentación, antes de sacarse la gorra que estaba usando y revelar su nuevo look.
"Hubo una evolución y revolución de Dennis Rodman. No quería llamar la atención. Simplemente pasó así", describió el interior, que desde ahí mostró de todo. Tatuajes y más tatuajes (algo que al principio, en Detroit, apenas eran unos pocos en los brazos), la paleta de colores completa por su pelo, piercings y más, mucho más.
Su llegada a Chicago en 1995 fue una muestra más de lo que se venía, con el logo bien claro y marcado en su cabeza para la conferencia de prensa junto a Phil Jackson y Jerry Krause.
La transformación de Dennis Rodman fue absoluta. Pero algo tiene que quedar claro: detrás de ese extravagante personaje, sin dudas, había un jugador por demás valioso que funcionó a la perfección en dos de los equipos más icónicos de la historia NBA. El nuevo Rodman, ese que todos recordamos, es el Rodman protagonista de "The Last Dance".
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.