La Selección Argentina ya ganó. No, no, tranquilidad. Nadie está escribiendo desde el futuro, aunque cuánto ayudaría para navegar la tensión que viven la mayoría de los mortales que nacieron en esta parte del mundo en las horas previas a la final del Mundial ante Francia. Antes de ese partido que hace cuatro años y pico era una utopía absoluta en momentos de incredulidad total, de pesimismo extremo por el futuro de un equipo que, para muchos, navegaba hacia el ostracismo y se encaminaba a "desperdiciar" los últimos años del mejor de todos. Pero sí, incluso antes de jugar ese partido que, post Maracaná 2021, todos imaginamos y soñamos vivir, Argentina ya ganó.
¿Cómo puede ser? ¿Cómo se puede ganar sin saber cómo salió el partido más importante de todos? ¿Justo acá, en la tierra donde el exitismo (o el resultadismo, mejor dicho) es bandera? El tema, complejo y difícil de explicar en un área donde la razón y la lógica están completamente atravesadas por la pasión y lo ilógico, es que este equipo nos enseñó y transmitió como pocos que el éxito se puede medir de otra manera. Que se puede ver más allá de esa eterna búsqueda de esperar que el numerito de nuestro lado sea mayor al del otro cuando pita el árbitro.
El éxito de esta Selección puede ser el camino, sin dudas. Un camino con muchísimas piedras y obstáculos que moldearon el carácter y la mentalidad de un grupo que se sobrepuso a todo, especialmente a un sinfín de prejuicios que, hoy por hoy, dejan en ridículo a cualquiera. Hay un enorme valor en ese camino, que quede claro. Pero puede que haya un éxito aun más grande: esta Selección Argentina hizo feliz a su gente. Este equipo conectó como pocos. Este equipo se metió de una manera inolvidable en la vida de muchos, incluso de los futboleros "duros" que ponderan a su club por encima del seleccionado. Y perdón, pero cómo no percibir a esa alegría general como el mayor triunfo de todos...
Este país suele vivir en un eterno loop: problemas económicos, política por todos lados, grietas interminables... La vida de la mayoría de los argentinos tiene puntos comunes que, seamos sinceros, nos tocan a casi todos, en mayor o menor medida. Una ensalada de problemas que, consciente o inconscientemente, nos hacen vivir con visión túnel. Adelante hay un problema y nos desvivimos por hacer malabares para solucionarlo... Hasta que aparece otro problema para seguir resolviendo. Pero esa agotadora realidad es la que este equipo sacudió.
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Es cierto que cada 4 años hay un torneo que trastoca todo y nos sumerge en un universo paralelo a lo largo de un mes. Pero no, esta vez fue diferente. Esta Selección Argentina nos enseñó que se puede disfrutar pese a las obligaciones y presiones del caso. Que la visión periférica, el percibir lo que hay alrededor más allá de lo que tenemos enfrente, debería ser más común de lo que suele ser.
Cómo no vamos a disfrutar de las cosas que muchas veces se nos pasan de largo, si lo vemos a Messi disfrutando como nadie de este Mundial. El mismo Leo que sabe que probablemente no tenga otra chance de ganar el torneo que siempre quiso, que sabe que un paso en falso es el fin del sueño deportivo de toda una vida (y por qué no de otra injusta condena a un legado imposible de dimensionar desde todo punto de vista). Si el 10 muestra y dice que disfruta incluso en un contexto de presión extrema, entonces hay que disfrutar.
Y entonces ahí estamos los argentinos, tratando de disfrutar. Y lo hacemos. Porque sí, si cambiamos de canal vemos que la inflación no para, que los problemas se repiten. Pero cómo no vamos a disfrutar si detrás de esos 26 tipos que nos hacen creer se arman rituales que, solo cuando nos permitimos percibirlos, nos hacen ser felices.
Las juntadas con amigos o familia, las cábalas (para los que creen) que se respetan de manera religiosa, la picada que se prepara con tiempo, el fuego que se prende para el infaltable asado... La vida son momentos y hay algo que nunca vuelve: el tiempo. Y este Mundial, gracias a esta Selección, nos está regalando momentos y tiempo de un valor incalculable.
Porque te vas a acordar para siempre lo que estabas haciendo en cada paso que dio este equipo. Porque te vas acordar para siempre con quién te abrazaste y te desahogaste con el gol de Messi a México para destrabar ese nudo imposible de imaginar unos días atrás. Porque no te vas a olvidar cómo puteaste con tu amigo cuando Países Bajos metió esa daga que, por suerte, no cortó el sueño. Porque te vas a acordar para siempre de ese abrazo y beso con tu pareja, compañera, compañero o lo que fuera, esa persona que te bancó durante esos 30 días cuando en los otros 335 el fútbol está en el fondo de sus prioridades. Porque te va a quedar marcado para siempre el ver a tu hija o hijo con una camisetita argentina, imitando con la eterna y genuina sonrisa de los chicos lo que hacen papá o mamá frente a un televisor y alentando sin saber siquiera decir más que un par de palabras. Porque no te vas a olvidar de esa lágrima que se te cayó al gritar un gol y pensar en cómo te hubieras abrazado con tu viejo, tu vieja o con quien fuere que está allá arriba, con el Diego, Don Diego, La Tota y tantos otros alentándolo a Lionel.
El país está feliz. Los problemas siguen estando ahí y mañana seguirán estando. Pero hoy, ahora, a lo largo de este mes, Argentina está feliz y es gracias a esta Selección. Sobran las muestras de esa felicidad, genuina, espontánea y sincera, y lo podemos ver por todos lados. Porque hasta tu vieja, tu viejo, tu abuela o abuelo, esos que hacen malabares para manejar un celular, llegan a los cientos de virales que circulan. Y en todos se ve la felicidad, la locura bien aplicada para un caso en particular. La mayoría desde acá, a través de un televisor. Muchos otros allá, siendo una parte de "la mejor hinchada del mundo", como dijo Scaloni, sin importar que el precio a pagar haya sido completamente desorbitado. Y se entiende, claro: quién puede juzgar cuánto paga o deja de lado una persona si lo hace en búsqueda de algo que la hará feliz. ¿Loco? Quizás, pero contento. Todo sea por este equipo...
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"No sé, pero por una cosa u otra la gente estaba necesitada de una alegría, y creo que se la estamos dando. El fútbol es un deporte pero, aunque cueste entenderlo, en Argentina puede ser que sea más que un deporte. Y la gente es feliz. Para nosotros, que la gente haya sido feliz durante este Mundial es algo maravilloso". La frase es de Lionel Scaloni, quien a horas de afrontar el partido más importante de su vida ilustra la situación con una claridad conceptual que deslumbra. Y se emociona. Se quiebra frente a las cámaras, nos emociona una vez más y se transforma en uno más de nosotros para hablar de sus jugadores mientras es el conductor.
"Hay que agradecerles, no hay otra palabra. Creo que cualquier argentino diría lo mismo, y ya me emociono. Porque han dado todo, sinceramente. Esperemos mañana coronarlo. Y si no es así, que estén orgullosos, porque la verdad es que es un momento para disfrutar".
Y así será... Porque ya sea ganando la bendita tercera o llorando de tristeza por el fin de la ilusión, le imagen final será la misma. Este domingo, cuando termine el partido que todos estábamos soñando, el país se pondrá de pie, aplaudirá, le agradecerá a la Selección Argentina e inflará el pecho de orgullo por este equipo.
Le dirá "gracias" a Dibu por cada atajada y locura. Le dirá "gracias" a Ota, Cuti y Licha por cada despeje. Le dirá "gracias" a Rodrigo por desvivirse en cada pelota y ser el más fiel representante de todos en eso de vivirlo y hacerlo por el 10. Le dirá "gracias" a Enzo, Alexis y los más chicos por esa desfachatez y frescura que tanto se necesitaban. Le dirá "gracias" a Julián por la inconsciencia para brillar como si todavía estuviera en Calchín. Le dirá gracias a Fideo por la perseverancia de todos estos años, contra viento y marea. Le dirá "gracias" a Scaloni por manejar La Scaloneta como nadie (y le pedirá perdón por dudar de él en el inicio de esta aventura). Le dirá "gracias" a cada uno de los integrantes del plantel y el staff.
Y sí, obvio que también le dirá "gracias" a Leo. Por ser lo que nunca nos imaginamos. Por perdonarnos una y otra vez cuando se lo castigaba. Por creer, insistir y nunca dejar de intentarlo, porque de eso se tratan los sueños. Quizás también se lo empiece a extrañar porque, sea mañana o más adelante, el final ya se empieza a ver más cerca. Pero crean algo: vivir el ahora y disfrutarlo es totalmente saludable. Y este equipo, dijimos, nos enseñó a disfrutar.
En definitiva, será un gracias como nunca para esta Selección Argentina. Gracias por haber hecho feliz, genuinamente, a un país en donde ese tipo de alegrías no son habituales. Un país que, después del partido y sin importar el resultado, saldrá a la calle a expresar ese agradecimiento por la simple razón de que Argentina no olvida a aquel que la hizo feliz.