En el momento en el que los Phoenix Suns se desprendieron de Ricky Rubio para conseguir a Chris Paul el español inició un rocambolesco movimiento que le llevaría de vuelta a Minnesota Timberwolves. La historia no podía ser mejor. Tres años después de salir del equipo con destino Utah Jazz y de haberse reconvertido en uno de los bases más fiables y con mayor impacto en el desarrollo de los equipos el español regresaba a la que fue su casa durante tanto tiempo. Ahí le esperaban dos viejos conocidos, Karl-Anthony Towns y Ryan Saunders, los únicos que prevalecían de su anterior etapa y que le acogieron con los brazos abiertos. El reto que tenía Minny por delante para esa temporada 2020-2021 era claro, salir del abismo. La complejidad de su ejecución, no obstante, era altísima.
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En condiciones normales lo más probable es que aquel curso hubiese sido muy diferente a lo que finalmente sucedió pues los Wolves fueron uno de los conjuntos que más se vieron afectados por el virus en las primeras semanas de competición. Jugadores que entraban y salían de la rotación y un equipo que tras 15 partidos marchaba con un balance de 4-11 y que el cambio de entrenador no mejoraría apenas, concluyendo antepenúltimos del Oeste con 23-49 de marca.
Estaba claro que Minnesota necesitaba un cambio y la decisión fue desprenderse de Ricky Rubio y otros jugadores para mejorar la plantilla, moviéndole a Cleveland Cavaliers en medio de los Juegos Olímpicos. Una decisión que pilló con la guardia baja al base español y que según reveló The Athletic recientemente despertó el interés de Golden State Warriors en un posible buyout. Pero aquel escenario quedó descartado rápidamente cuando el catalán asumió su destino y decidió comprometerse con los de Ohio.
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“Ir a un equipo que no ganó durante los últimos cuatro años, me hizo hablar con mi esposa. Fue como si atravesáramos un proceso de construcción y al final del día. Ella es la encargada de controlar mi estado de ánimo en casa", comentó el domingo en rueda de prensa tras el duelo ante los Jazz. “En el pasado, cuando me traspasaban me frustraba, como: tengo que empezar de nuevo en mi rol. Y estaba frustrado por mi ego. Pero cuando dejas tu ego a un lado y simplemente haces lo mejor que puedes el rol que tienes y aprovechas eso, no hay nada mejor que hacer en un equipo cuando todos aceptan lo que tienen que hacer".
Aquel movimiento ha acabado por ser la mejor solución para las dos partes. Por un lado los Timberwolves están viviendo su mejor inicio de temporada desde 2018 y Ricky se encuentra en un escenario magnífico para ser quien verdaderamente es.
Ambas partes se verán las caras por primera vez desde el traspaso en la noche del viernes al sábado 11 de diciembre (2:00h, NBA League Pass), por ello analizamos lo que fue bien y no tan bien en el último paso de Ricky por Minny.
¿Qué salió bien?
En una temporada en la que formas parte de uno de los peores equipos de toda la NBA resulta complicado quedarse con algún aspecto positivo, más cuando individualmente vienes de haber alcanzado tu mejor nivel en el anterior curso, siendo una pieza clave en el rearme de Phoenix Suns y uno de los máximos asistentes de la liga. Todo ello aderezado por una situación de crisis sanitaria que hizo muy complejo todo aquello que no tenía que ver con el juego en pista, complicando las relaciones entre compañeros y entrenadores y limitando al máximo el entrenamiento con el que poder mejorar grupalmente.
Pese a comenzar con muchos problemas, Minnesota y en especial Ricky supieron encauzar en cierto modo la segunda mitad del curso, ganando 7 de sus últimos 12 partidos que incluyeron los mejores momentos individuales del base español de toda la campaña. Ese buen hacer durante la parte final era un reflejo de que el tiempo era el mejor aliado de los Timberwolves y de que el liderazgo del español comenzaba a hacerse notar, una característica que fue muy evidente en la progresión de Anthony Edwards, quien pasó de tener un inicio para el olvido a ser una de las historias del final de la temporada.
Al igual que hiciese con Donovan Mitchell y Devin Booker en el pasado, Rubio tomó bajo su ala al debutante y comenzó a asesorarle sobre los aspectos en los que debería poner más énfasis así como en cómo afrontar los fallos y la competición.
"Estoy creciendo y aprendiendo todos los días de Ricky. Solo intento ver lo que hace. Siento que es un gran líder en nuestro equipo. Si sigo aprendiendo de Ricky, siento que estaré en una buena posición", destacó el jugador durante la pasada temporada. "Lidera con el ejemplo y la comunicación. Algunos líderes van a predicar con el ejemplo. Algunos de ellos lideran hablando. Pero Ricky, hace ambas cosas. Lo hace bastante bien. Quiero decir, estoy tomando cosas de Ricky y él sigue diciéndome cosas que no sé y me está ayudando a crecer y aprender. Es el mejor líder con el que he estado toda mi vida. Cuando cometo un error, él me hablará y me dirá qué hice mal y cómo puedo solucionarlo. Siempre está tratando de involucrarme en el juego".
Ese apoyo como veterano no solo le hizo ganar confianza, sino también aprender a pasos agigantados. Lo cual no hace extraño en absoluto que Edwards haya iniciado la 2021-2022 a un nivel magnífico, promediando 21,8 puntos con una efectividad del 42,4%.
"El liderazgo de Ricky ha sido fundamental en el desarrollo de Anthony”, dijo Chris Finch hace unos meses. “Siempre lo está animando, siempre hablando con él. Habían desarrollado una conexión antes de que yo llegara aquí. Básicamente ha estado junto a Donovan Mitchell, Devin Booker, ha visto la ascendencia de este tipo de jugadores, sabe lo que puede transmitirle a Ant que lo ayudaría".
¿Qué salió mal?
Todos los condicionantes deportivos y extradeportivos que afectaron a los Timberwolves tuvieron un reflejo directo en cómo rindió Ricky Rubio. Sin duda, su peor temporada tanto en lo numérico como a nivel de juego, sumamente alejado de lo que había demostrado meses atrás en la burbuja con los Phoenix Suns así como en el pasado con Utah Jazz.
El juego del base español perdió su toque en su regreso a Minnesota, sin la precisión que siempre le caracterizó, así como asumiendo un rol muy diferente a lo que había venido haciendo previamente, llegando a salir de suplente en 17 partidos, el máximo desde su campaña rookie, y con un cometido muy diferente al que podemos ver de él ahora mismo en Cleveland. Sus números bajaron drásticamente pasando a promediar 8,6 puntos, 6,4 asistencias, 3,3 rebotes, un 38% en tiros de campo y 30% al triple, siendo así su temporada menos destacable en su carrera en la mejor liga del mundo.
“El año ha sido tan duro que el baloncesto ha estado como en la tercera o cuarta posición con todo lo que estaba pasando”, reconoció Rubio a The Athletic. “No pudimos tener una temporada normal. No lo uso como excusa porque todos los equipos tenían el mismo problema. Pero teníamos mucho sobre nuestros hombros. Yo diría que ha sido una mala temporada para mí, pero hay algunas cosas brillantes para creer realmente que lo estaba retomando el último mes de la temporada".
La falta de cohesión en la que era la plantilla más joven por edad de toda la NBA tuvo sus consecuencias, intercalando fases en las que no pudieron contar ni con Karl-Anthony Towns ni con D'Angelo Russell, debiendo recurrir a una mezcla de jugadores sin apenas experiencia y otros que no daban el nivel. Por otro lado, la defensa carecía de sentido, permitiendo a sus oponentes campar a sus anchas por la pista y que les llevó a tener el séptimo peor registro de todos los tiempos en eficiencia defensiva.
"No quiero estar en un equipo donde no hay dirección, no hay esperanza de que realmente podamos dar el siguiente paso", comentó en mayo. “Creo que podemos dar el siguiente paso y ser realmente un equipo de Playoffs sólido. Por eso cuando me traspasaron a Minnesota estaba emocionado. Pensé que este era el año. Perdimos un año, pero no hay más años que perder. De lo contrario, el proceso de reconstrucción comenzará de nuevo y no creo que sea una parte divertida de formar parte".
En definitiva, la 2020-2021 en Minnesota Timberwolves fue un año sumamente negativo para Ricky Rubio y un paso atrás en su progresión individual. Afortunadamente, en los Cavs ha encontrado de nuevo el modo de marcar las diferencias y hacerse imprescindible para el equipo.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.