DeMar DeRozan estaba demostrando a todo el mundo que el contrato firmado con Chicago Bulls esta pasada offseason estaba más que justificado. Tan pronto como se vistió de rojo dejó claro que estaba en disposición de recuperar su consideración como uno de los mejores anotadores exteriores de la NBA que tuvo entre 2016 y 2018. El californiano venía liderando a los de Billy Donovan en prácticamente todos los ámbitos y siendo su figura más notable.
Sin ir más lejos, en sus últimos 5 partidos había logrado promediar 28,4 puntos, 5,8 rebotes y 3,4 asistencias con un 56,1% de acierto en tiros de campo. Pero todo eso se vino abajo en el momento en el que se anunció que DeRozan había entrado en el protocolo de salud y seguridad por haber dado positivo en COVID-19. Un infortunio que, salvo sorpresa, le obligará a perderse dos semanas, dejando abandonados a unos Bulls que acechaban a los Nets de cerca por el primer puesto del Este.
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Una baja notable pese a la profundidad de la plantilla de los Bulls y que no es la única puesto que Coby White, Matt Thomas y Javonte Green también entraron dentro del protocolo, forzando a la organización a añadir a Alfonzo McKinnie y Stanley Johnson para sobrellevar estas próximas semanas. A esto cabe añadir la baja de Alex Caruso por lesión, que también se ha perdido los dos últimos partidos.
En el primer encuentro sin DeRozan Chicago salvó los muebles logrando una victoria por 12 puntos ante unos mermados Denver Nuggets, lo cual requirió de 32 tantos de Zach LaVine y 20 tanto de Lonzo Ball como de Nikola Vucevic. Sin embargo, en el siguiente compromiso, los de Billy Donovan ya notaron la baja de su estrella, cayendo por 115 a 92 ante Cleveland Cavaliers donde evidenciaron la falta de equilibrio en la rotación y acusando las bajas.
Lo más probable es que la versión que podamos esperar en los próximos días de los Bulls sea más cercana a lo visto en Cleveland que ante Denver. No tanto por los porcentajes de cara al aro, que fueron terribles, con un 7 de 26 al triple (26,9%) y 35 de 84 (41,7%) en tiros de campo además de 17 pérdidas, sino más bien por las opciones con las que cuentan en la rotación para hacer funcionar al grupo.
En esos dos encuentros sin DeRozan ni Caruso han pasado de ser la 8ª mejor ofensiva (110,5), la 7ª mejor defensa (105,8) y el 4º mejor en net rating (+4,7) a todo lo opuesto. En este breve lapso se han convertido en el 7º peor ataque (103,1), 16ª peor defensiva (109,3) y el 9º con peor ratio neto (-6,2).
Las bajas ha obligado a Zach LaVine a recuperar su condición de líder del ataque, incrementando su número de tiros por encuentro, algo que ha realizado con pericia, promediando 27,5 puntos con un 50% de efectividad. El problema está en que Nikola Vucevic sigue sin dar con la tecla de cara al aro, sumando 19,0 tantos pero con un acierto bajísimo del 34% en tiros de campo y un 26,7% en triples.
La clave rumbo a su importantísimo partido de la jornada del 11 al 12 de diciembre (2:00h) contra Miami Heat será el rendimiento de Lonzo Ball, quien está siendo uno de los más regulares bajo cualquier contexto en los Bulls. Su gran nivel defensivo en los marcajes individuales que le lleva a promediar 3,3 desvíos y 1,7 robos podría marcar el camino al triunfo de los de Billy Donovan. Un encuentro clave que les permitiría seguir la estela de los Brooklyn Nets y separarse de unos Bucks que tienen a medio partido de distancia.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.