La palabra "resiliencia" ha cobrado popularidad en el mundo en general y en el deporte en particular. Las luchas de los atletas ya no son vistas "de reojo" como en otros tiempos. Ahora, los deportistas se animan a hablar y desde sus plataformas dejan mensajes. Los ejemplos de "resilientes" son múltiples. Nombres top como Rafael Nadal, Juan Martín Del Potro, Simone Biles, Naomi Osaka o Fernando Gago han sido reconocidos por sus batallas contra las dificultades físicas y/o mentales. En esa categoría también entra Patricio Garino.
El alero de la Selección Argentina de básquet defiende su posición en la disciplina tal como suele hacerlo sobre el parquet ante los rivales: con todo.
Está, ahora, en una etapa final de acondicionamiento luego de su enésima lesión, la que lo llevó a rescindir contrato en plena temporada con el Nanterre francés, y mira al futuro con otros ojos.
"Estoy contento con la evolución, estoy más en la etapa de puesta a punto. La lesión del 'isquio' ya está súper curada, hice un tratamiento especial con plasma para que cicatrizara de una vez; estuve internado en el gimnasio varios días para ganar esa fuerza que nunca pude en esta etapa de problemas y ahora estoy poniéndome a punto, tratando de ganar sensaciones más de básquet que de fuerza. Más allá de mis ganas y motivación por esta evolución positiva, tengo que tener en cuenta mi historial y prestar atención pero, por ahora, todo va mucho mejor de lo esperado para esta etapa", le dice a The Sporting News desde Madrid, donde se encuentra.
Donde espera dejar atrás una montaña de problemas físicos.
Patricio Garino y la batalla contra las lesiones
En noviembre de 2019, Pato se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla derecha. Debió operarse los meniscos en 2020 y en 2021 sufrió una lesión en el isquiotibial justo en los Juegos Olímpicos de Tokio. Volvió a padecer en esa zona en enero de 2022, y ahí fue cuando dejó el club de Francia.
"Es muy difícil trabajar cuando es tan recurrente. Me pasó tantas veces que la frustración se acumula, es muy grande y difícil de llevar", reconoce. Pero en su voz hay tranquilidad. Es que sabe la razón que lo llevó a esta propensión a las lesiones.
"No es nada mental o genético: viene a raíz de la pandemia. Cuando me operaron los ligamentos, para regenerar el tejido del cruzado quitaron un tendón del isquiotibial. En el momento primordial de la recuperación, 'cayó' la pandemia y el confinamiento. Así que en ese momento en que uno necesita ayuda, empezar a trotar, fortalecer, que te corrijan la técnica y te den la confianza de decirte 'saltá tranquilo que no te vas a romper', todo eso no lo tuve. Estaba con el teléfono, un par de pesitas en casa y una cinta. Eso no fue suficiente", analiza a la distancia.
"A partir de ahí, quizá por la incertidumbre de no tener equipo durante la temporada, me apresuré a buscar equipo, como me pasó en Lituania. Yo creía estar recuperado, pero la cicatrización del menisco no fue óptima, por eso me tuve que operar de nuevo. Después vino el Covid, y como era fin de temporada apresuramos los tiempos para recuperar los músculos del isquio: pasó lo mismo en Tokio, con el desgarro. Ya en Francia me di cuenta de que tal vez no había sido la mejor opción, por infraestructura, por las necesidades del equipo, y me volví a desgarrar. Así que no fue por genética o por hacer algo mal sino por una falta de fuerza, por no haberme tomado nunca el tiempo necesario", explica.
—¿Cómo fue el proceso, al no tener club, de haber tenido que "hacerte cargo" de tu recuperación?
—Quizá fue algo que debí hacer antes. Acá en España, más allá de Paulo Maccari, el fisio de la Selección, creía no tener contactos o conocimiento. Quizá ese temor al no saber dónde entrenar, vivir o moverme, en su momento me frenó. Hoy me di cuenta de que me hice un nombre en España y en Europa, y moviéndome un poco pude encontrar la gente adecuada. Sí fue una situación rara, a la que no estaba acostumbrado, el no tener equipo y el tener que bancar mi vida con los ahorros. Pero no era el fin del mundo como yo pensaba en un momento. Me ayuda mucho el no tener esa presión de estar corriendo atrás de un reloj; quizá en un equipo, tal como estoy hoy, me exigirían jugar, y en dos semanas estaría cayendo de nuevo. Hoy estoy con mis tiempos, prestando atención a mi cuerpo y no rindiendo para alguien más.
Garino cuenta que su mayor preocupación no pasaba por la economía del hoy, sino por la del futuro. Piensa mucho en ello con mentalidad a largo plazo. En lo inmediato, otra cuestión que lo hacía dudar era encarar la recuperación en Argentina. Con los afectos cerca, pero... "Pensé que no era la mejor opción; por las distracciones, por la forma en que se vive nuestra cultura en base a nuestra dieta, los recursos, la infraestructura. Creo que fue acertado venir a Madrid".
Y le gustaría continuar en el país la próxima temporada: "Mi objetivo sería quedarme en España. (La ACB) Es una liga que me conoce y yo conozco. Y en estos años he aprendido que comunicarse en el mismo idioma facilita mucho las cosas. Pero tampoco estaría mal quedarme en cualquier otro país de Europa".
La Selección argentina, en pasado y en futuro
—Contaste recientemente que llegaste a Tokio distinto, sin sentirte "como sos". Pese a que en este tiempo trabajaste mucho esa parte psicológica. ¿A qué se debió?
—Llegué a la Selección de una forma que no me gustaba. Me recluí mucho en mi habitación, estuve solo... Quizá el sobrepensar alguna situación no me ayudó: el tener un poco de miedo, porque sabía que tenía debilidad en la pierna y que había un riesgo que estaba tomando. No me sentía con confianza ni ganas. En mi posición, yo quería tener un rol de liderazgo, ayudar a los chicos, y sentía que si no lo podía demostrar adentro de la cancha tampoco iba a ser muy creíble afuera. Eso me costó bastante, me frustró y se vio en el resultado final grupal e individual. No estaba bien anímicamente en ese momento.
—A medida que se fueron conociendo las lesiones o el desgaste con que llegaron muchos de ustedes, el paso en falso en Tokio cobró mucho más sentido...
—No quiero poner excusas ni sacarnos la mochila de encima. Hay cosas que podríamos haber hecho de disitnta manera. Mismo por lo que veníamos hablando del liderazgo: tal vez nosotros recaíamos en muchas situaciones en que Luis tomara la batuta, la palabra y la iniciativa, y quizá él esperaba un poco más de nosotros, nos dejaba el espacio y no lo supimos tomar. (También) Muchas situaciones como Confederación: la organización no fue la mejor, fue muy corto, nos faltaron muchas herramientas de trabajo para llegar a Tokio, con el tema de la pandemia nos suspendieron partidos amistosos y nos faltó rodaje... También nos quedó la "resaca" de China: los primeros días decíamos "en el Mundial hacíamos tal cosa", pero no éramos los mismos que hacía dos años atrás ni en las mismas condiciones. Fue una desilusión, pero también un aprendizaje a futuro para nosotros y espero que para la Confederación también.
—La Selección tiene una base que se presume sólida pero sin los jugadores top, cuando ha tenido que recurrir a los jugadores de Liga le ha costado en el plano continental. En esta etapa de tu acondicionamiento, y con compromisos cerca, ¿te tienta ayudar?
—Hoy en día es mi objetivo: estar listo físicamente si es que llegara a haber un llamado para la ventana de junio. Trabajo para eso. Tal vez no lo sentía hace algunas semanas, pero con la evolución que estoy teniendo y los plazos que nos estamos planteando es muy alcanzable que esté bien físicamente para aportar un granito de arena. Si voy, me ven y no estoy en condiciones, suficiente; pero a mí me gustaría estar y dar una mano. Puede ser una ayuda en lo individual para mí y me encantaría aportar en lo colectivo. Es un objetivo que me pongo, pero sé que tampoco depende de mí; si llega, llega. El otro objetivo es la temporada que viene, hay muchísimo tiempo para eso y sin dudas voy a llegar de la mejor manera.