Cuando Utah Jazz parecía dispuesto a asentarse en el podio de la Conferencia Oeste tras sumar 14 victorias en 15 partidos con un nivel de fluidez ofensiva mayúsculo, la realidad ha golpeado con dureza a los de Quin Snyder. La inesperada derrota frente a Houston Rockets (sin Harden, Westbrook ni Capela) en la noche del lunes parecía una excepción potenciada por la explosión desmedida de un jugador menor como Eric Gordon (50 puntos). Así, el partido que se iba a disputar en el AT&T Center contra San Antonio Spurs parecía una vuelta a la rutina y a la senda de la victoria más que lógica. Todo lo contrario.
DeMar DeRozan irrumpió como el héroe para los texanos ante la ausencia de LaMarcus Aldridge para sumar su máxima de temporada, 38 puntos a lo que sumó 5 rebotes y 5 asistencias para liderar a los suyos a la victoria por 127 a 120. De nada sirvieron los 31 tantos que Donovan Mitchell consiguió o la gran actuación de Jordan Clarkson desde el banco. Todo eso quedó a un lado, pues la imagen mostrada por los de Snyder es diametralmente opuesta a lo que nos habían acostumbrado en las últimas semanas.
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Dos derrotas consecutivas que tienen una explicación y subyace en el apartado defensivo. De hecho, el Jazz fue incapaz de sumar siquiera un tapón a pesar de tener a uno de los mejores en ese sentido de toda la liga como Rudy Gobert (2,0 de media) y, aunque no son uno de los conjuntos más prolíficos en ese sentido (28º), resulta llamativo. Por añadir un dato, esta es la tercera ocasión que les sucede en la presente temporada y que se ha multiplicado con respecto a años anteriores de la era Snyder, que solo había ocurrido cinco veces entre 2014 y 2017.
La defensa de Utah ha permitido en un lapso de dos encuentros una media de 126,5 puntos, un incremento significativo si se compara con el resto de partidos del mes de enero, donde a lo largo de los once encuentros precedentes sus rivales no superaron los 105,8 de promedio por noche.
"Si te anotan 120 puntos, debería ser suficiente para ganar el partido", dijo Snyder tras el partido. “Tenemos que estar mejor en defensa. Tuvimos algunos lapsos en las que nos colapsamos. Permitimos tiros abiertos y luego cometíamos falta", siguió el técnico.
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El bajón defensivo de Utah en estos dos últimos partidos no ha tenido que ver tanto con la capacidad de defender el lanzamiento exterior, donde combinados, Rockets y Spurs no sumaron más del 32% de acierto desde la línea de tres, sino más bien reside en la protección del aro. Los de Snyder han permitido que sus rivales descubran la manera de romper la impenetrable defensa del bloqueo directo que acababa derivando siempre en Rudy Gobert, o en una ayuda del lado débil que desestructuraba toda acción de canasta.
De ese modo, DeRozan encontró el modo de castigarles desde la media distancia y en la pintura, consiguiendo un 11 de 19 en tiros de dos que, unido al 38 de 51 de los Spurs (75% de acierto), resultó prácticamente imposible detener a los de Popovich.
"Definitivamente no jugamos lo suficientemente bien en defensa al comienzo del partido", dijo Gobert. "Creo que mejoramos y punteamos más sus tiros a medida que avanzaba el encuentro. Creo que les dimos esa confianza temprano. Y si no les hubiéramos dado esa confianza antes, habría sido un partido diferente".
"No fuimos tan agresivos en los tiros como deberíamos haber sido", coincidía Quin Snyder con el interior francés. “Creo que se sintieron cómodos. Estábamos un poco mejor a medida que avanzaba el partido. Pero para entonces se sintieron cómodos e hicieron algunos tiros difíciles".
Utah tiene por delante un calendario complicado en los próximos días, con visitas a Denver Nuggets y Portland Trail Blazers en back-to-back que pondrán a prueba la capacidad de reajuste y solidez del conjunto de Snyder.
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