En el pasado, la consecución de un triple-doble en un partido era visto como un hito estadístico, como una meta difícilmente alcanzable y que convertía a su realizador en una figura digna de reconocimiento por la complejidad que traía consigo. A lo largo de la última década ha ido proliferando el número de encuentros de este tipo, pasando a ser algo cotidiano y al alcance de la mano de cualquier jugador con minutos suficientes para acometerlo. Este proceso ha tenido como consecuencia la banalización de la estadística y, sin ir más lejos, 9 de las 20 figuras con más triple-dobles de la historia están en activo y 24 de los 50, si vamos un poco más allá.
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A lo largo de los últimos días se ha dado una curiosa coincidencia referente a los partidos de este tipo. Si el pasado sábado 13 de marzo se batió un récord con 4 jugadores con un triple-doble en la misma noche, en la jornada del 17 de marzo 6 figuras alcanzaron dobles figuras en tres apartados estadísticos. Algo que suscita varias preguntas. ¿Han perdido sentido estos hitos? ¿Cuáles son las razones de este aumento desmesurado? ¿Es momento de repensar las estadísticas tradicionales?
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Recientemente, Nacho Duque del diario Marca publicaba un detallado análisis sobre la progresión de este aspecto desde el inicio del siglo XXI, el cual revelaba que si en el año 2001 se consiguieron 45, en la última campaña completa (2018-2019) el total fueron 127. La clave reside en que si entre 1999 y 2015 la media de triple-dobles por campaña era de 35,6, entre 2016 y 2021 esto ha aumentado a 105,5, algo que supone un crecimiento del 296%, según el autor.
Los principales representantes de este aumento han sido Russell Westbrook y LeBron James, quienes ocupan la 2ª y 5ª posición respectivamente en el ránking histórico y que de un tiempo a esta parte han acostumbrado a conseguir encuentros de este tipo de manera regular. El caso del jugador de los Wizards puede que sea el más curioso, siendo el único en toda la historia en promediar un triple-doble por partido en tres temporadas consecutivas (2017-2019). Brodie consigue un triple-doble cada 5,7 encuentros, mientras que King James es cada 13,1. Sin embargo, este ratio aumenta cuando se echa un vistazo a aquellos que llegaron a la liga en medio de la actual era de revolución ofensiva como Nikola Jokic (cada 8,0 PJ), Luka Doncic (cada 4,9 PJ) o Ben Simmons (cada 7,8 PJ).
Pero, ¿cuáles son las razones de este aumento? En 2020 el autor Jeremy Brooks proponía cinco posibilidades para explicar esta expansión: aumento del ritmo de juego, incremento de los jugadores capaces de conseguir triple-dobles, alineaciones small-ball, más tiros asistidos y un mayor anhelo por tener buenas estadísticas.
No es algo novedoso hablar del estado del juego de la NBA en la actualidad como el de mayor eficiencia y acierto ofensivo de toda la historia. El progresivo uso y acierto desde el triple ha favorecido que la competición entre en una fase de avance en términos de eficiencia ofensiva que las defensas todavía no han encontrado el modo de paliar, lo que en otras palabras significa que desde la campaña 2011-2012 el offensive rating promedio de la competición ha pasado de ser 104,6 a 112,0 en cuestión de una década, mientras que el ritmo de juego se ha incrementado considerablemente, de 91,3 a 99,4 posesiones por noche.
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A todo esto subyace un proceso de expansión de la utilización de estadísticas avanzadas y big data que han ayudado a configurar los estilos de juego o la distribución de los intentos de cara al aro que ha tenido como resultado, entre otros aspectos, una mayor presencia de alineaciones pequeñas que permitan a los equipos jugar abiertos. Aunque se podría ir más allá, diciendo que no es tanto una cuestión de Small-Ball sino de Spread-Ball / Sprawl-Ball, como acuñó Kirk Goldsberry, y que se basa más bien en que los cinco integrantes del equipo jueguen abiertos a que su tamaño sea reducido.
Como consecuencia del consabido aumento del triple en la NBA y potenciado por alineaciones de este tipo o de filosofías de juego, los lanzamientos asistidos han crecido considerablemente. Las defensas han de cubrir una mayor cantidad de espacio al tener de 4 a 5 jugadores alrededor de la línea de tres puntos, realizando ayudas muy largas y encadenando esfuerzos, lo que favorece una cierta simplificación del juego en transición a través del conocido dividir y doblar, y ayuda a que haya más lanzamientos exteriores que lleguen a través del pase y que estadísticamente son más rentables que un tiro de campo de dos puntos.
A mayor volumen de intentos por partido más posibilidades de que las asistencias también crezcan, sobre todo teniendo en cuenta que las dos principales fuentes de creación de juego son el 1 vs. 1 y el bloqueo directo, acciones que condensan la atención de las defensas con el objetivo de minar las posibilidades de anotación en esa secuencia (ya sea 1 vs. 1 o 2 vs. 2), dejando en la mayor parte de las ocasiones desprotegidos a los otros 3 jugadores.
Derivado de esa explosión ofensiva y como un efecto secundario, los equipos han primado el balance defensivo a cargar el rebote ofensivo. El hecho de que la mayor parte de los atacantes estén fuera de la pintura favorece que puedan regresar rápido a defender, evitando una de las formas más sencillas que hay de anotar en este deporte como es el contraataque y el juego en llegada, cuando los rivales todavía no están posicionados y el caos o la falta de comunicación puede significar una conversión a bajo coste.
Esto permite que los directores de juego o referencias del ataque sean quienes puedan hacerse con un rebote defensivo sin apenas oposición o bien que el rechace de un potencial triple rival sea más largo ya que la fuerza con la que sale despedido el balón de sus manos es mayor, como es lógico, estando estos jugadores en la mayor de los casos fuera de la zona. Sin ir más lejos, de entre los 18 jugadores con más de 2.000 rebotes defensivos desde 2016, 6 de ellos han acumulado 10 triple-dobles o más, ocupando 4 (Antetokounmpo, James, Westbrook y Harden) posiciones exteriores en la cancha.
Una forma de constatar este clima de explosión del triple-doble es a partir del contraste que existe entre la NBA y la Euroliga. Como dato a tener en cuenta, en la competición europea solo se han registrado 3 desde el año 2000. El promedio en la actual temporada en porcentaje de rebote ofensivo es de 22,2% en el caso de la NBA mientras que en la Euroliga asciende a 29,7%. Una diferencia que no solo reduce las posibilidades de que los exteriores consigan un triple-doble sino que genera un clima en el que la posibilidad del rebote ofensivo es algo a tener en cuenta y no algo testimonial como en la liga norteamericana. Por otro lado, el hecho de que los partidos duren más y la cancha sea ligeramente superior hacen que la diferencia en ritmo (99,4 vs. 69,5) sea una de las principales explicaciones.
Aquí cabría hacer un inciso por las diferencias en la consideración sobre cómo computar las asistencias. Según la NBA "una asistencia es un pase que tiene como consecuencia una conversión. Una asistencia se otorga solo si, a juicio del estadístico, el pase del último jugador contribuyó directamente a una conversión. Se puede otorgar una asistencia por una conversión después de que el balón haya picado para anotar". Una diferencia considerable respecto al básquet FIBA donde el pase de conversión ha de ser prácticamente instantáneo y sin pique mediante.
Esto podría abrir un interesante debate no solo acerca del cómputo y el valor de las asistencias, sino del sentido y el impacto de las estadísticas tradicionales y cómo estas tienen una transferencia real en el juego. ¿Son los pases de conversión un síntoma de un buen lector de juego o lo es de un gran generador de ventajas? ¿Ha de darse paso a una nueva era donde aspectos como las screen assist, las deflections, las asistencias potenciales o los boxouts estén presentes en las hojas de estadísticas?
La explosión y expansión del triple-doble es resultado además de una mayor presencia de jugadores capaces de dominar los principales fundamentos de este deporte así como de la focalización del sistema ofensivo de los equipos en figuras muy concretas, algo conocido como "heliocentrismo" con los Dallas Mavericks, Milwaukee Bucks o los Houston Rockets del pasado curso como los mejores ejemplos de esto.
Por otro lado la mejora y especialización de los jugadores a nivel técnico ha favorecido que cada vez haya más figuras capaces de dominar la técnica independientemente de su altura o posición. Una cuestión que en toda la historia del básquet no se había dado un contexto semejante de democratización del control del balón, liberalización de la toma de decisiones y del juego aposicional.
Los triple-dobles van a seguir aumentando mientras las defensas no encuentren el modo de reducir el acierto y ritmo ofensivo de sus rivales, mientras el lanzamiento exterior siga representando casi el 40% de los intentos al aro por noche y los jugadores sigan siendo más rápidos, más grandes y más habilidosos.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.