Tan pronto el tiro de Michael Jordan estaba terminando de descender de entre las redes del Delta Center que la oscuridad se iba a cernir sobre la NBA en tan solo unas semanas. El 22 de junio de 1998 las negociaciones entre la liga y la NBPA (Asociación de jugadores) para llegar a un acuerdo por un nuevo CBA (convenio colectivo) se iban a venir abajo.
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El éxtasis generalizado provocado por el modo en el que los Chicago Bulls habían conquistado su última cima daba paso a un periodo de incertidumbre que haría peligrar como ninguna otra vez la viabilidad de la siguiente temporada.
Solamente nueve días después de que las negociaciones llegasen a un punto muerto los dueños de las 29 franquicias de la liga se pusieron de acuerdo en suspender indefinidamente todas las actividades comerciales hasta que se estableciese un nuevo CBA, en otras palabras, habría lockout.
Cierre patronal
Al contrario que las tentativas de 1995 y 1996 en esta ocasión el cierre patronal acabaría afectando al desarrollo normal de la temporada regular, no solo aumentaría la tensión en las oficinas y entre aquellos jugadores sin contrato pues la competición quedaría en el aire hasta que se restableciesen las reglas del juego. Durante el lockout, los equipos tendrán prohibido negociar, firmar o traspasar jugadores. Todo quedaba en suspenso. ¿Las instalaciones de las franquicias? Cerradas. ¿Las comunicaciones entre franquicias y jugadores? Prohibidas. Tan solo se permitía realizar partidos benéficos e incluso aquellos jugadores lesionados tendrían que costearse el tratamiento de manera privada, a espaldas de las franquicias.
''Creemos que la capacidad potencial de generación de ingresos en el NBA es saludable'', dijo el Comisionado David Stern. ''Es el sistema que no funciona. No podemos permitirnos afectar el juego de la temporada bajo el sistema actual. Hay varios clubes que funcionarán mejor si no operan que si funcionan. Eso es algo que los jugadores no parecen entender".
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La razón bajo la cual se sostenía el cierre patronal se fundamentaba en una cuestión económica, como es lógico, y estaba relacionada con el funcionamiento del espacio salarial pues en algunos casos podía excederse para aumentar el salario de jugadores concretos (Larry Bird exception). Los dueños de las franquicias pedían instaurar un máximo contractual con relación al salary cap, así como una escala que afectase a los novatos tras el contrato firmado por Glenn Robinson por valor de 100 millones de dólares. El sindicato de jugadores se opuso a la propuesta de los dueños porque limitaba el poder adquisitivo de los jugadores colocándose en contra de limitar los salarios de cualquier modo, así como la eliminación de la excepción de Larry Bird.
Las negociaciones prosigueron durante semanas hasta que se cumplieron meses. Llegados a octubre no había acuerdo y las primeras dos semanas de competición quedaron suspendidas eliminándose 99 partidos del campeonato por primera vez en la historia de la liga. A estas dos semanas les siguió la cancelación de la jornada navideña y del All-Star Weekend de Philadelphia. La temporada pendía de un hilo.
El 23 de diciembre, David Stern lanzó un ultimátum: si no se llegaba a un acuerdo antes del 7 de enero recomendaría cancelar el resto de la temporada. En una situación crítica los propietarios lanzaron una oferta a la NBPA el 27 de diciembre que se materializó en un acuerdo el día 6 de enero poniendo fin al lockout más largo de la historia de la NBA. La agencia libre y los training camp comenzaron de manera simultánea con la intención de que la liga no se alargase hasta julio. El calendario se condensó a tan solo 50 partidos y daría comienzo 5 de febrero.
Jordan se retira
El cierre patronal había apartado en cierto modo de la actualidad el futuro de Michael Jordan. Con Scottie Pippen en busca de un gran contrato, con Phil Jackson vetado para poder continuar al frente del equipo y con una plantilla bastante envejecida, a Su Majestad no le quedaba mucho por lo que luchar en el equipo de su vida. A sus 35 años, tras conseguir tres anillos de manera consecutiva en su regreso tras un breve paso por el baseball, Jordan anunciaba su retirada a tan solo unos días de que comenzase la temporada 1999.
El 13 de enero el escolta convocaba a los medios en el United Center para dar una rueda de prensa. Allí, con los ojos de todo el mundo pendientes de lo que pudiese anunciar Su Majestad verbalizaba algo que todo el mundo había percibido en su particular último baile con los Bulls: estaba exhausto.
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"Jugué lo mejor que pude", decía. "Traté de ser el mejor jugador de básquet que pude ser. Pensé en decir solo dos palabras: Me voy. Pero creo que le debo mucho más que eso a mis fans", reconocía el mito. "Mentalmente, estoy exhausto, no siento que tenga un desafío. Físicamente, me siento genial", añadía. "Este es un momento perfecto para alejarme del juego. Estoy en paz con eso".
El jugador más dominante de los últimos 20 años colgaba las botas de manera definitiva en ese miércoles de enero. En ese momento nacía el mito.
"El deseo de jugar siempre va a estar ahí", dijo dejando la puerta abierta a una vuelta.
Vacío de poder
Aquella temporada express de 50 partidos supuso un reto mayúsculo para todos los componentes de la liga, desde jugadores a franquicias. Un sprint de cinco meses en el que por primera vez desde 1984 los Chicago Bulls no estarían en boca de todos aunque siguieron siendo uno de los conjuntos con mayor seguimiento, pues a pesar de su 13-37 de balance fueron el estadio que más fans tuvo de toda la liga.
El desmantelamiento de Chicago con el adiós de Jordan abrió la ventana de oportunidad de una manera mucho más evidente que en 1994 y 1995 pues todos los equipos dispondrían de una ocasión única para alzarse con el título. Utah Jazz, Miami Heat e Indiana Pacers eran los principales favoritos. Años y años de derrotas en postemporada ante sus archienemigos podrían llegar a su fin si jugaban bien sus cartas.
Karl Malone sabía que el tiempo jugaba en su contra. El pico de juego alcanzado en 1998 por los Jazz de Sloan sería difícilmente sostenible en el tiempo y comenzó aquella campaña de 1999 a un ritmo demoledor. En el primer mes de competición los de Salt Lake City ganaron 13 de sus primeros 16 encuentros con el Cartero promediando números de MVP. Ese arranque presagiaba lo que iba a confirmarse con el paso de las semanas: Utah y Malone iban en serio.
Mediada la temporada (25 encuentros) el Jazz estaba en lo más alto con 19-6 de balance, mientras en el Este Pat Riley había hecho despertar a un Miami Heat formado alrededor de Alonzo Mourning y Tim Hardaway que rivalizarían con sus vecinos de Orlando, con un récord muy parejo y que parecían llamados a revolucionar la liga con su filosofía rápida y vertical.
Sin embargo, algo había cambiado en el sur del país, pues en San Antonio el sophomore Tim Duncan estaba guiando a los Spurs a terminar la segunda parte de la fase regular del mejor modo posible. En los últimos 25 encuentros los de Gregg Popovich tan solo perderían en cuatro ocasiones y el ala pivote se iría hasta los 22 puntos, 11 rebotes y 2 tapones de media para acabar como el primer clasificado de la Conferencia Oeste.
Aquella extraña campaña vio cómo Karl Malone recibía su segundo MVP, mientras Vince Carter aventajaba a todos los debutantes por el Rookie del Año, Alonzo Mourning ganaba el premio al Mejor Defensor y Darrell Armstrong se hacía con el Most Improved Player y el galardón al Sexto hombre. Por otro lado, los Sacramento Kings fueron la revelación de aquel año gracias a Chris Webber, dando pie al comienzo de un electrizante proyecto, acabando séptimos y con balance positivo por primera vez desde 1985.
Nuevos reyes
Lo mejor de un contexto como este en el que el volumen de partidos es tan reducido es que cualquier cosa puede suceder. Y vaya si sucedió.
Miami Heat, cuya campaña hasta ese momento había sido impecable, siendo el mejor equipo del Este por lo que tendría que medirse en primera ronda ante New York Knicks. Una serie que Riley jamás olvidaría. Ante su anterior equipo, con muchas heridas todavía abiertas en la Gran Manzana y el proyecto de los Knicks que había sufrido lo indecible en aquella temporada, los neoyorkinos tumbaron en cinco partidos a los de Florida gracias a la asombrosa fusión de Latrell Sprewell y Allan Houston.
Los Knicks, el octavo clasificado, iniciaban así una carrera imparable hacia las Finales con un estilo físico que recogía lo mejor de la época anterior con Pat Ewing y sacaba el máximo partido del jovencísimo Marcus Camby. Semanas más tarde barrerían a Atlanta Hawks con 22 puntos de media del renegado Sprewell para acabar con sus archienemigos, Indiana Pacers, en seis partidos y convertirse en el primer equipo en la historia de la liga en llegar a las Finales siendo el 8º clasificado.
Por el Oeste, como siempre, la cosa era mucho más incierta. Jazz, Spurs, Blazers y Lakers cumplieron con sus objetivos y evitaron la sorpresa para dar pie a unas Semifinales de Conferencia de donde muy probablemente saldría el campeón de la NBA. Los irreverentes y jóvenes Portland Trail Blazers de Mike Dunleavy dieron un golpe encima de la mesa tumbando a Utah en seis encuentros en una serie en la que Isaiah Rider irrumpió de la nada para doblegar al favorito al anillo. Mientras, San Antonio barrería a los Lakers de O'Neal y unos días después repetiría sobre Portland plantándose en sus primeras Finales.
Dos equipos con los que nadie contaba al inicio del curso tenían en su mano conseguir el primer anillo de la era posterior a Jordan. Duncan y Robinson parecían la pareja definitiva y llamada a marcar una época. La Gran Manzana tendría una, quizás, última oportunidad de luchar por la gloria.
La realidad acabó por superar los sueños neoyorkinos y la férrea defensa a media cancha de los Spurs de Popovich, unida a la explosión del joven Duncan con 27 puntos y 14 rebotes acabaron con las esperanzas de la cenicienta de aquellos Playoffs en apenas 5 encuentros. La NBA tenía un nuevo dueño, la dinastía de San Antonio solo acababa de comenzar y la era de Chicago Bulls formaba ya parte de la historia.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.