Stephen Curry, MVP de las Finales 2022: el hito que le faltaba a una figura de leyenda

Sergio Rabinal

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Curry, MVP de las Finales.

Cuando uno de encuentra en la cima de su propia versión y esa versión de sí mismo constituye una categoría individual, el margen de mejora es minúsculo. Los jugadores NBA utilizan tiempo entre curso y curso, el verano de Estados Unidos, para descansar, recuperarse físicamente y pulir algún que otro aspecto, ya sea de acondicionamiento o bien técnico. ¿Pero qué más puede enriquecer cuando uno se llama Stephen Curry? ¿Qué barrera más se puede atravesar cuando has roto los registros individuales de cuando fuiste MVP de manera unánime?

Por muy difícil que sea de creer, siempre hay margen, siempre hay una arista más que pulir y a la que dar forma.

Pero el camino que hay que atravesar para conseguir el objetivo no es en absoluto sencillo, más cuando este se ha dejado todo sobre la cancha y ha vaciado su faceta más monstruosa tras un curso en blanco. Lejos de que aquella 2020-2021 fuese el canto de cisne de Golden State Warriors y Stephen Curry, franquicia y estrella han probado que había un tramo más allá del horizonte. Algo que no solo se explica a través de lo más evidente, el campeonato obtenido sobre Boston Celtics, ni siquiera por el registro de jugador con más triples en la historia de la NBA. De nuevo, la respuesta está en el juego y en algo más difícil de medir como es el sentir de un vestuario.

Desde fuera la trayectoria de Curry desde la derrota en las Finales de 2019 hasta el inmediato éxito en 2022 puede parecer que sigue una senda lógica, casi guionizada. Caída, desolación, vacío, retorno, explosión, reencuentro y redención. Pero este no es el mismo Steph, no al menos en los términos que le definían justo antes de la debacle ante los Toronto Raptors. Aquel jugador parecía imbatible, sus malas rachas siempre llegaban a su fin tarde o temprano, y sino había alguien a su lado que podía asumir una carga ofensiva igual o superior. De ahí que la temporada 2020-2021 tuviera una importancia tan crucial en el desarrollo del jugador y de la propia franquicia, pues entonces aprendieron dos cosas: a perder de manera continuada y a gestionar los altibajos. Dicen que ganar cura todos los males, pero también uno puede perecer de éxito y en la NBA hay un alto riesgo a individualizar en exceso las conquistas, cuando nada se consigue sin un colectivo que así lo sustente. 

Este curso pasará a la historia en el caso de Steph por numerosos motivos. El principal, evidentemente, por el campeonato, segundo por su ansiado MVP de las Finales (31,2 puntos y un 44% en triples), y en tercer lugar por el récord de más triples anotados en la NBA. Es preciso detenerse en este último hecho pues solo a través de lo que vivió Curry antes, durante y después puede comprenderse mejor la figura que ha alcanzado su mayor cima individual de carrera. 

Stephen Curry
Foto: Getty Images

Salvo que una lesión gravísima le privase de ello era cuestión de tiempo que el dos veces MVP adelantara a Ray Allen en la lista histórica de tiros de tres. Al poco de comenzar la pasada Fase Regular se empezaron a hacer cuentas. Finales de noviembre, principios de diciembre, mediados, Navidad... Cada partido que pasaba el trecho era menor lógicamente, pero la presión que el entorno y la opinión pública ejercían sobre Steph aumentaba de un modo directamente proporcional. Si durante los primeros 15 partidos sus promedios invitaban a creer en la candidatura al MVP con 29,5 puntos y un 41,9% en triples, en los duelos siguientes Curry se fue apagando. 1 de 6 ante los Raptors, 3 de 14 frente a los Suns, 3 de 14 nuevamente contra 76ers. Tan cerca y a la vez tan lejos.

“Curry empezó a decir que no estaba logrando tener la fuerza suficiente y que la bola no alcanzaba un arco demasiado alto. Especialmente cuando estaba en un rango más alejado o con cierto movimiento", aseguró a The Athletic Bruce Fraser, asistente de Warriors y figura clave para Curry.

El creciente estado de expectación que rodeó al jugador antes de la consecución de la meta estadística afectaron a un Curry que estaba bloqueado. Ansioso por quitarse ese peso de encima dejó que en cierto modo la situación le superase, pero lo más preocupante fue que el triple anotado contra los Knicks supuso como tal una liberación. La inconsistencia se adueñó de él hasta mediados de enero cuando definitivamente Curry y su equipo de entrenamiento se pusieron manos a la obra.

Como si de científicos de laboratorio se tratasen, Curry, Bruce Fraser y Brandon Payne se pusieron a analizar detenidamente qué factores estaban haciendo que la mayor arma del jugador fuese tan irregular. Ángulos de salida, cargas físicas, el uso de las palancas del propio cuerpo y mucho análisis en vídeo para encontrar la manera de solventar el error en la que es el arma más temida de toda la NBA.

“Brandon Payne y Bruce Fraser son dos personas con las que trabajo todo el año, durante la offseason, en la temporada, en mis tiros, en mis entrenamientos, mis repeticiones”, reveló la estrella el pasado mes de febrero a los medios. “Hay muchas conversaciones sobre pequeños ajustes o pequeñas cosas que notan en las que puedo concentrarme y realmente salir de una mala racha de tiro, o incluso resaltar cómo hacer rotar la pelota, el arco y cosas así".

“Brandon entra en muchos detalles en términos de los tiros reales que estoy realizando, los porcentajes en la cancha, las cosas en las que trabajamos en la offseason para estar listos", continuó. "Siempre podemos afinar esas cosas para que esos dos tipos a los que escucho, obviamente, en términos de si ven o notan algo, saben cómo acercarse a mí con esa información y no tratar de distraerme y abrumarme con eso, sino ser oportuno con esa sabiduría”.

Pero no solo la parte analítica ha elevado a Curry a conseguir lo que en 2015, 2017 y 2018 no pudo, también ha tenido mucho que ver su gestión emocional, la parte mental de todo lo que rodea al juego. Gestionar las emociones, los altos y los bajos, y en especial, el rendimiento propio en relación al resto es una de las tareas más complejas de una estrella de este calibre y un líder de equipo. Volcar las inseguridades y la frustración por no conseguir objetivos concretos a lo largo de una campaña ha costado a más de una figura el éxito al que aspiraba. Todos esos pequeños comentarios fuera de lugar, malos gestos o todo lo contrario se van acumulando en una mochila con la que los equipos cargan cuando llega el momento de la verdad, es decir, los Playoffs.

“Las lesiones nos llevaron a una caída libre bastante loca justo antes de la pandemia. Y es extraño porque si lo miras bien, en esos dos años, fue difícil ser paciente y, especialmente para mí, mantenerme concentrado y motivado", reveló Steph en una reciente entrevista para GQ. “Para nosotros, ese ha sido el bloqueo mental que hemos tenido que superar: mantenernos en forma, frescos y apreciar la escalada de regreso para, con suerte, volver a la cima". 

“Hay un alto nivel de inseguridad que viene con mi experiencia personal de cómo me preparo para una temporada”, continuó Curry. “Entiendo dónde está el listón y tengo que seguir subiéndolo. Entonces ese nivel de inseguridad me impulsa, porque son tres meses en los que estás pensando en ¿cómo puedo mejorar?".

En ese particular proceso interminable en el que se encuentra Curry además de la gestión emocional y de su propia excelencia en el tiro hay que añadir su fijación por pulir su cuerpo. 

Ser testigo de la rutina prepartido o previa al entrenamiento del dos veces MVP es un ejercicio que en el espectador genera agotamiento. Ejercicios de una altísima intensidad en tramos muy cortos y con un volumen de repetición concreto, los cuales combinan fuerza, coordinación, agilidad y explosividad. Todo ello con el añadido de que siempre tengan una transferencia directa a lo que minutos después va a hacer sobre el parqué. Cada secuencia tiene un porqué y un fin, que no es otro que prepararse física y mentalmente para el partido. 

Stephen Curry
(Getty Images)

Los atletas de élite siempre caen en el tópico de decir que están constantemente en busca de la excelencia y la perfección. En un buen número de ellos son palabras vacías, pero en el caso de Stephen Curry esa expresión queda constatada por su enfermiza ética de trabajo. Solo él conoce sus metas y objetivos porque solo él puede ver el mundo del modo que lo hace.  

“Fue un desafío mental tratar de ser lo más perfecto posible”, dijo Curry a NBA.com. “No quieres estar ahí fuera todo el día sintiéndote cansado como un perro porque no puedes superar un ejercicio. Me enorgullezco de tratar de ser el trabajador más duro y el más constante".

“La razón por la que corre su tiro es realmente sólido es debido a que él quiere que sus piernas y sus pulmones estén cansados cuando tiene que disparar un gran triple”, comentó Bruce Fraser recientemente. “Él no quiere tirar todo el tiempo en el entrenamiento con piernas y pulmones estresados. Eso no es realista. Pero quiere poder hacer el mismo tiro en el último cuarto que en el primero”.

En el estrechísimo margen que hay entre la victoria y la derrota en el deporte, Stephen Curry ha aprendido a leer como nadie estas situaciones y a entender qué es lo necesario en cada una de ellas. Las caídas enseñan mucho más que los triunfos porque nos devuelven a la realidad y ponen los pies en el suelo. En el sinuoso camino hacia el particular Olimpo de la NBA, la temporada 2021-2022 de la estrella de los Warriors es la prueba más tangible que la búsqueda de la perfección es algo posible, aunque los resultados no sean evidentes a la vista.

"Mejorar es un proceso y un viaje sin fin. Siempre hay algo que puedes modificar o concentrarte. Es un viaje constante, por eso amo lo que hago”, Stephen Curry.

Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.

Sergio Rabinal

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Sergio es productor de contenido en las ediciones en español de The Sporting News. Desde 2018 desempeña las funciones de productor senior de contenido NBA. A lo largo de ese tiempo ha cubierto dos All-Stars, Basketball Without Borders y el NBA Paris Game, así como otros eventos. Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad.