En los momentos de cambio en competiciones como la NBA todos los equipos buscan dar con la tecla antes que nadie. A veces es un sistema de juego, otras un concepto innovador a la hora de construir el roster, aunque en la mayoría de ocasiones todo empieza con un jugador. Esta es una liga que se retroalimenta y autorregenera constantemente, como si de un uróboros se tratase. En perpetua búsqueda de un grifo que guíe a la organización a la más alta cumbre. Hay quienes son afortunados y dan con él pronto, construyendo a su alrededor para ayudar a que florezca rápido, pero pocos consiguen hacer vivir lo suficiente el proyecto como para que el plan de resultados.
A lo largo de su amplia trayectoria como ejecutivo, Sam Presti se ha caracterizado por detectar el talento antes que nadie o ir siempre dos movimientos por delante del resto de sus colegas de profesión. Sin embargo, en julio de 2019, cuando realizó el traspaso que puso fin al proyecto construido sobre las cenizas de los Seattle Supersonics, no era ni siquiera consciente de que acababa de dar con un diamante en bruto. Y lo mejor era que nadie salvo él parecía haberse dado cuenta.
Allí, bajo las luces de una cancha de entrenamiento de Oklahoma City Thunder se encontraba Shai Gilgeous-Alexander practicando como si en 15 minutos tuviera que salir a jugar.
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Por la mente del ejecutivo estaban pasando todo tipo de cosas. ¿Cómo explicar a los aficionados que Westbrook era parte del pasado? Y más importante, ¿cómo sería capaz de justificar una reconstrucción en clave perdedora a una organización que había llegado a las Finales tan solo 4 temporadas después de relocalizarse? "Para construir, y luego mantener, un equipo realmente bueno, se requiere un método", escribió en una carta a los fans. "Este método no es una conjetura o un mensaje conveniente que malinterpreta la buena fortuna de los demás como una habilidad repetible. Para construir la verdadera excelencia, y luego sostenerla, se requiere negociar a tiempo y jugar con las probabilidades".
Presti hablaba del Draft, claro, pero obviaba que como contrapartida de desprenderse de sus dos estrellas había ganado a alguien que iba a darle sentido a su método.
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Como jugador Shai cuenta con unas facultades físicas extraordinarias. Se trata de un atleta adaptado al contexto del siglo XXI y lo que se demanda en la NBA actual: rápido, eléctrico y, por encima de todo, ligero. El canadiense es uno de los jugadores más veloces de toda la liga en la actualidad, capaz de mover sus 81 kilos de peso a una velocidad media durante los partidos de 7,37 kilómetros por hora (4,58 mph). Todo ello con un paquete técnico que combina lo mejor de un base con lo innegociable en un escolta contemporáneo. Es decir, pone el balón en el suelo y es directo, vertical, pero también impredecible y serpenteante. Solo así se explica lo "suicida" de su juego pues nadie divide más hacia el aro que él en la NBA (24,4 drives), ninguno anota más puntos que él (16,4 puntos) y pese al volumen que asume, únicamente pierde la bola en el 5,7% de las ocasiones.
La coyuntura actual que atraviesa la liga estadounidense es bastante compleja de leer. Por un lado hay una tendencia clara que indica que la norma que rige el presente es el tiro exterior, caminando con paso firme hacia una alteración de la predominancia del tiro de dos respecto a los de tres. Esto vendría a decir que para tener éxito a día de hoy es condición de posibilidad contar con jugadores capaces de anotar desde largas distancias en todas las situaciones posibles. Pero, al mismo tiempo, hay una lectura opuesta, por la cual el control de la pintura por medio del dominio del bote es lo que ha de hacer a un ataque eficiente. Algo que se resume en que el bote (dribble) es la principal fuente de creación de ventajas y, a su vez, el triple una consecuencia y no un medio para alcanzar un fin.
Shai Gilgeous-Alexander pertenece a este segundo grupo de jugadores que, desde el manejo de la bola, nace todo.
Y, en particular, de un movimiento, un simple gesto de la vieja escuela que ha perfeccionado hasta hacer de él sinónimo de canasta: su in-and-out.
SGA posee un repertorio técnico de manejo de balón herencia de lo mejor que dejó el inicio del siglo XXI. Aleja la bola de su cilindro lo máximo posible, exprimiendo de la manera más óptima sus 2,11 de envergadura, haciendo casi imposible a su emparejamiento poder desviar la trayectoria de su regate. De este modo el canadiense logra no solo ganar amplitud y alcance en su avance hacia el aro, también poder jugar a diferentes velocidades y ritmos. Cuando todo eso se mezcla en el mismo recipiente se obtiene un maestro del crossover como la estrella de Oklahoma City Thunder.
Pero como con todo, esto no es más que el resultado de la necesidad, en concreto de un hándicap físico, pues Shai con apenas 14 años no superaba el 1,70 de estatura. Esa diferencia en edad de instituto, compitiendo contra adolescentes en cuerpos de adultos, le forzó a buscar alternativas para sobrevivir en la jungla de parquet. "Cuando estaba creciendo fui siempre bajito y muy delgado. Y además tampoco era extremadamente rápido", reconoció recientemente en una entrevista a The Oklahoman. "Siempre tenía que encontrar un modo de ser impredecible y mantener a la defensa en tensión. Creo que de ahí es de donde vienen mis movimientos poco ortodoxos y las finalizaciones que hago, porque cuando era más pequeño no tenía otra opción".
"No podía limitarme a dividir y ejecutar una bandeja simple sobre los rivales. Tenía que dar un paso y realizar una finalización rápida (pérdida de paso)", añadió.
El canadiense ha estado en constante evolución desde que llegó a la liga, algo nada rompedor para los jugadores de élite. Pero lo relevante es cómo ha ido dando pasos de gigante en los márgenes de la liga. Año tras año su progresión ha ido dos escalones por encima de lo que podría esperarse. De talento en bruto a figura emergente, de ahí a líder de franquicia y, ahora, a candidato a todo en lo individual. Donde antes había impulso, ahora hay conocimiento. "Mi juego es cerebral, suave, calculado. Diría que siempre estoy pensando en ir por delante de la propia jugada. El siguiente sistema, la siguiente orden, la siguiente decisión", reconoció en Highs Nobiety.
Así se explica que en esta temporada 2022-2023 el jugador de OKC haya incrementado su productividad en las principales áreas ofensivas:
Temporada | Puntos | Puntos en la pintura | % de acierto en tiros en suspensión | % de acierto en bandejas |
---|---|---|---|---|
2021-2022 | 24,5 | 12,0 | 35,1% | 61,9% |
2022-2023 | 31,3 | 15,5 | 45,5% | 65,4% |
Esto se traduce en que es más efectivo en acciones clave para tener éxito en la NBA actual como son la transición, los aclarados y el bloqueo directo. En este último punto, en el dos por dos, el canadiense viene ofreciendo uno de los juegos más ricos y variados de toda la liga. Entre los jugadores que promedian más de 8 posesiones por partido Shai ocupa el sexto puesto en términos de eficiencia, produciendo 0,98 puntos por posesión con un 50% de precisión.
En resumidas cuentas: mejor que Darius Garland (0,93), Trae Young (0,88) o Ja Morant (0,88).
Mejor verlo que gastar palabras en describir la riqueza de su arsenal ofensivo. Que cada cual juzgue:
El secreto del éxito de Gilgeous-Alexander en este tipo de acciones reside en la altura a la que va el balón, la cual es extremadamente baja. Un hecho que le hace más sencillo cualquier tipo de cambio de dirección, pero también de velocidad, castigando a los defensores que especulan o son extremadamente agresivos. Esto último le da la oportunidad a Shai de ganar el hueco necesario para tomar una decisión en una situación prácticamente terminal en la jugada en cuestión. Si frena y mantiene el regate buscará una línea para un tiro en suspensión y si ya lo ha perdido tratará de encontrar una diagonal hacia el aro para finalizar.
Puede que sea delgado pero no hay ningún viento que se lo lleve.
El método de Sam Presti para hacer de Oklahoma City Thunder un proyecto ganador no depende tanto de lo que el Draft pueda ofrecerles como de la paciencia que tengan con Shai Gilgeous-Alexander. Y es que no es descabellado asegurar que el canadiense tiene el repertorio adecuado para convertirse en alguien único en su especie. Uno de esos jugadores que marcan época y cuya constante evolución le abrirá puertas todavía por descubrir.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.