Todo lo que sucede en Los Angeles Lakers se magnifica, es lo que tiene encontrarse en uno de los dos mercados más grandes de la NBA y ser la franquicia más conocida del mundo. Si a esto se le suma contar con el mejor jugador de toda una generación como es LeBron James el alcance de lo que sucede en la organización y alrededor suyo es incluso mayor. De un tiempo a esta parte el conjunto californiano ha perdido el brillo y la fuerza competitiva que tuvo a la llegada de Anthony Davis. Desde que se alzasen como campeones en 2020 apenas han disputado 5 partidos de Playoffs y ganado únicamente el 48% de sus encuentros. Por el camino, decisiones cuestionables, lesiones, movimientos difíciles de defender y la sensación de haber desaprovechado la oportunidad de construir una dinastía.
Uno de los señalados durante este lapso que se aproxima a los tres años no es otro que Russell Westbrook. Un jugador llamado a dar descanso a LeBron y mantener el nivel del grupo en ausencia de Davis, pero que por diferentes circunstancias el objetivo no se ha cumplido del modo esperado.
Durante este largo periodo en el que los Lakers han navegado en la mediocridad Westbrook ha sido utilizado como cabeza de turco, como si su cuestionable nivel explicase por sí solo el rendimiento general y la deriva del equipo californiano. Sin embargo, desde la llegada de Darvin Ham y su traslado a la segunda unidad, el MVP de 2017 ha cambiado considerablemente. Ahora es una pieza muy difícil de sustituir dada la construcción del plantel del equipo angelino pues aporta puntos, eleva el ritmo de juego y ha conseguido reducir notablemente sus fallos.
Lo que antes eran vacíos y lagunas ahora son momentos de solidez. Lo que antes era un problema, ahora es fuente de respuestas.
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Russell Westbrook se ha ganado el derecho a ser respetado de nuevo como un miembro importantísimo en los Lakers a pesar de todo. Sí, su tiro en suspensión sigue siendo indefendible, al igual que su toma de decisiones en ciertos tramos, pero moverle lejos del equipo hundiría más si cabe a los de Darvin Ham.
Y esto último es un problema para los Lakers.
La temporada pasada estuvo marcada por el nulo aporte de Russ y su negativa a asumir un papel menor en favor del beneficio colectivo. Su bajo rendimiento llevó a la gerencia angelina a buscar diferentes opciones de traspaso que liberasen de algún modo los libros de cuentas a fin de enmendar el proyecto. El punto de fricción para Rob Pelinka y el resto de la organización residió en si era rentable o no desprenderse de más activos de Draft para solucionar un problema que ellos mismos habían producido. La decisión final fue darle un voto de confianza a Westbrook, esperar que mejorase al curso siguiente y rezar para que un equipo en reconstrucción aceptase quedarse con el base.
Prácticamente un año después de aquello la situación no puede ser más distinta. Russ es el cuarto máximo anotador entre los suplentes de toda la NBA (15,8), séptimo en rebotes (6,4) y primero en asistencias (8,1). Además, es uno de los 12 jugadores capaces de promediar más de 15 tantos, 5 rebotes, 5 asistencias y 1 robo en este curso. Más allá de los números tradicionales hay una cosa clara: sacar a Westbrook de la rotación de los Lakers les dejaría sin opciones y sin alternativas en el banquillo para asumir su carga y responsabilidad. Lo cual se traduce en una limitación en el margen de actuación de la franquicia pues no pueden prescindir de él y quienes llegasen para sustituirle en un hipotético traspaso tampoco alcanzarían a igualar lo que Russ da.
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Si a esto se le suma el nulo mercado de expirings que hay en esta temporada 2022-2023 la coyuntura es aun más difícil de gestionar desde las oficinas de los Lakers. Entre los jugadores que pueden ser agentes libres el próximo mes de julio destacan Nikola Vucevic, Khris Middleton, Kristaps Porzingis, James Harden o Kyrie Irving. No obstante ninguno de estos tendrían opciones de ser intercambiados por Westbrook por razones deportivas. Un salario de la magnitud del #0 del equipo angelino (41,3M) es muy difícil de cuadrar en un potencial traspaso ya que, en el mejor de los casos, se necesitarían dos jugadores para hacer funcionar las matemáticas.
La problemática de los Lakers con Russ es que quienes más fácil harían un intercambio no van a ser traspasados; y quienes más opciones tienen de serlo, menores salarios tienen y más ingeniería y negociaciones se requieren para que sea viable.
Todo esto sin mencionar el hecho de que con total seguridad deberían incluir una o dos Primeras Rondas de Draft para que la otra parte de la negociación asumiera a Westbrook. Cosa que Rob Pelinka ha querido evitar sistemáticamente.
Con este contexto, a los californianos solo les queda una opción de cara al trade deadline y al resto de la temporada 2022-2023 es tratar de mejorar el plantel sin mover al MVP de 2017 con el objetivo de seguir creciendo en la clasificación y alcanzar la postemporada. ¿Pensar a futuro? Quizá en otro lugar, esto son los Lakers y aquí solo importa el siguiente partido.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.