Existe una mística inalterable al tiempo que relaciona el triángulo ofensivo con el éxito inmediato, como si se tratase de una fórmula mágica que resolviese todos los problemas ofensivos de un equipo. El sistema bajo el cual Phil Jackson y Tex Winter hicieron campeones a Los Angeles Lakers y los Chicago Bulls en diferentes ocasiones lo ha convertido en un objeto de estudio y análisis por el cual se ha asumido, casi sin cuestionamientos, su infalibilidad en todo tipo de contextos. Sin embargo, la complejidad del mismo hace de la ofensiva del triple poste un sistema que precisa de una serie de variables muy concretas para que se alcance el objetivo colectivo marcado.
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Con el estreno del documental "The Last Dance" en el que se narra la última temporada de Michael Jordan en los Chicago Bulls y que verá la luz el próximo 19 de abril en Estados Unidos (un día después en el resto del mundo), nos detenemos a analizar cómo el equipo de Phil Jackson consiguió extender su dominio en la NBA durante casi una década y cuáles fueron las claves que hicieron del triángulo ofensivo un sistema tan efectivo.
Origen
El germen de lo que en los años 90 sería la característica más reconocible de los Chicago Bulls de Michael Jordan se encuentra en un pasado remoto: en la Kansas State de la década de los 50. Allí, Tex Winter desarrollaría tras su experiencia previa con RJ "Sam" Berry un sistema bautizado como The Triple-Post Offense. Winter llevaría a la práctica este sistema, totalmente primitivo en aquel entonces, en su primera oportunidad como técnico asistente en Kansas State de la mano de Jack Gardner, para más tarde convertirse en técnico principal desde 1953 a 1968.
En un básquet de posesiones largas, difícilmente pensado para altas puntuaciones, un juego de trincheras y sin reloj de posesión (la NCAA masculina no lo introduciría hasta 1985) la propuesta de Winter era totalmente adelantada a su tiempo. A partir de una disposición de cuatro jugadores abiertos y uno en el poste bajo, Winter planteaba la creación de situaciones en las que desde un pase se produjesen geometrías triangulares entre los jugadores. Situados en armonía y siempre ocupando una posición que garantizase un pase, el jugador con balón tendría diferentes opciones desde las que crear los triángulos. En esta fase, la rapidez de ejecución y decisión de los jugadores era lo que decantaba la balanza entre éxito y trinchera.
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La inexistencia de la línea de tres puntos hacía que los jugadores no estuviesen condicionados por una frontera lineal, y el uso de las esquinas y el espacio entre compañeros fuese un terreno inexplorado para gran parte del básquet. No así para Winter, quien daba rienda ancha al juego sin balón y a la movilidad de sus pupilos. La progresiva implantación de la ofensiva de Winter dio con un resultado inmediato en una parte del juego: la anotación. En todos sus años al mando del programa, los equipos de Winter no bajaron de los 67 puntos de media por encuentro cuando sus rivales se establecían alrededor de los 58-60.
El triángulo ofensivo quedaría en el baúl de los recuerdos en los siguientes veinte años hasta el momento en el que Jerry Krause le rescató para trabajar como ayudante de Phil Jackson en su llegada a Chicago Bulls en 1989.
Bases y principios
El fundamento principal del triángulo se basa en una sobrecarga del lado fuerte a partir de un poste bajo desde el cual tratar de encontrar líneas de pase abiertas o finalizar de espaldas al aro. Una premisa sencilla pero que desde el pase de entrada hasta que se produce un tiro de campo intervienen un complejo número de automatismos que hacen de ésta una ofensiva difícil de defender pero también de interiorizar.
En palabras del propio Phil Jackson, "el elemento más positivo radica en que estimula automáticamente la creatividad y la labor de equipo, con lo cual libera a los jugadores de tener que memorizar decenas de jugadas preestablecidas". El sistema primero ha de comprenderse y no memorizarse, pues no se trata de una serie de secuencias cerradas que conducen irremediablemente a un tipo de tiro de campo concreto, pues su apertura e interpretación tiende a la fluidez del balón.
Todo gira en torno a la lectura constante de la reacción del rival a un primer estímulo originado por el ataque, que puede ir desde un corte a un bloqueo indirecto o un pase al poste. El triángulo ofensivo es un ataque sin fin como lo pudiesen ser los ochos de Aleksandr Gómelski, la Shuffle Offense de Dean Smith o la Flow Offense de Steve Kerr.
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La creencia del triángulo ofensivo es que "los cinco jugadores deben estar plenamente integrados en cada instante o el sistema falla", y se rige por los siguientes principios:
- Juego sin posiciones: en la ofensiva de tres postes ningún jugador tiene una posición concreta o determinada, pues todos pasan por el poste bajo, por la inversión o las medias distancias. Una premisa con la que se busca generar un jugador lo más completo posible y que sea capaz de poner en práctica todos los fundamentos ofensivos del juego al mayor nivel posible.
- Continuidad: este sistena se puede ejecutar de manera ininterrumpida hasta que se presente una oportunidad clara de anotación. Este es uno de las principales diferencias con las jugadas o set y se acerca más a la idea de series que conocemos actualmente.
- Ayuda al desarrollo del jugador: al necesitar de una lectura previa de la defensa rival, el sistema sirve como un aprendizaje continuo para sus integrantes, pues les fuerza a separar lo que quieren hacer de lo que es posible hacer. De este modo, han de pensar y reaccionar en un timing concreto para sobreponerse a las trabas que pone el contrincante.
Funcionamiento
Como se puede apreciar en el video, el juego de los Bulls se inicia siempre con un pase a 45º y un corte del base hacia una de las dos esquinas. Si este carga sobre el lado derecho se producirá el primer triángulo con el que poder introducir el balón al poste y empezar a producir acciones potenciales de canasta.
En caso opuesto, si el primer pasador decide pasar al extremo izquierdo y ocupar esa esquina se dará una situación de sobrecarga previa inversión y, acto seguido, un indirecto entre los jugadores del lado débil para llevar a uno al poste y crear un triángulo.
A partir de aquí la primera regla a respetar por todos sus integrantes es que el balón no se detenga, que siga vivo y que pueda forzar a la defensa a dar un paso en falso que acabe condenándola. La razón por la cual este sistema ha sido tan efectivo es porque sus equipos han contado con tres tipos de jugadores: buenos pasadores (Gasol, Kukoc, Odom, Pippen...), buenos bloqueadores (Fisher, Harper, Rodman) y una estrella generacional (Jordan y Bryant).
Desde estas dos situaciones base puede llegarse a infinitas variables y varios tipos de jugadas de rescate, cuyo objetivo es descongestionar el ataque para conseguir una opción de canasta. Esto puede ser por medio de un poste alto a través del cual realizar una entrega al escolta o el alero así como una inversión o un pick&roll.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.