Probablemente entre tanto análisis y debate sobre los mejores jugadores y actuaciones de todos los tiempos en la NBA, alguna vez se hayan preguntado por el otro lado del espectro: los rendimientos más negativos que se hayan visto en la competencia. Jugadores que hicieron historia... pero no de la manera que cualquiera quisiera ser recordado, sino todo lo contrario. Obviamente esa calificación es tan subjetiva como las que destaca a los mejores, pero podemos recurrir a las estadísticas como para al menos tener una respuesta. No necesariamente la única, pero sí en la que pondremos el foco en esta ocasión.
¿Qué apartado estadístico elegimos para la evaluación? Uno que ha crecido en consideración muchísimo en los últimos años, como el BPM. Box Plus-Minus, del cual pueden encontrar su completa explicación aquí pero que no hace más que dar un estimado de la contribución al equipo de un jugador mientras está en la cancha, proyectando la cantidad de puntos por 100 posesiones que suma, en relación a un protagonista promedio. El líder de ese rubro en la 2020-2021 fue el MVP Nikola Jokic, quien terminó con un BPM de +11,7. Es decir, Denver fue 11,7 puntos mejores por 100 posesiones con él en cancha que lo que hubiera sido con un jugador de nivel medio.
Ahora bien, la mejor actuación histórica desde el BPM le corresponde a LeBron James en la 2008-2009 (+13,24), superando al Michael Jordan de la 1987-1988 (+12,96) y al propio MJ de la 1990-1991 (+12,01). Pero como dijimos, aquí no estamos para hablar de leyendas, sino del otro extremo de la tabla. Y es por eso que el protagonista de este informe es un nombre muchísimo menos reconocido: Anthony Avent.
Avent, un ala pivote de 2,06, fue drafteado con el 15° pick del Draft 1991 por los Hawks, franquicia con la que jamás llegaría a jugar. Tras un año de experiencia en el básquet italiano, el ex Seton Hall llegó a la NBA de la mano de los Milwaukee Bucks en la 1992-1993 y tuvo su mejor campaña en la liga, promediando 9,8 puntos y 6,2 rebotes como rookie. Nada hacía imaginar la debacle que llegaría a partir de allí.
El interior comenzó la siguiente temporada con Milwaukee con un rendimiento similar, pero fue traspasado a Orlando y comenzaron los problemas: 3,5 puntos, 64% en libres y un flojísimo 34% de campo en 41 partidos, 20 de los cuales comenzó como titular. La siguiente temporada (1994-1995) apenas fue algo mejor con el Magic: 3,6 puntos y 43% de cancha en 71 partidos.
Sin embargo, la caída definitiva llegaría en la 1995-1996... nuestra campaña en cuestión. En aquel año se incorporaron a la liga dos equipos canadienses como Toronto y Vancouver, con los Grizzlies apostando por el ala pivote de por entonces 26 años. De hecho, no solo lo incorporaron a su primer plantel NBA, sino que le dieron la chance de ser titular en buena parte de ese certamen (32 de 71 partidos). Todo mientras Avent se encaminaba a tener la peor actuación de todos los tiempos (al menos desde lo estadístico).
Los números del oriundo de North Carolina en ese año no lucen tan malos a simple vista: 5,8 puntos y 5 rebotes en 22,3 minutos. Sin embargo, el déficit llega cuando los miramos en mayor profundidad: 38% de campo, a pesar de no tirar de tres. Casi no iba a la línea de libres. Cerca del doble de pérdidas que de asistencias. Y aporte muy pobre en los rubros defensivos (robos y tapones). Ah, también vivía cargado de faltas personales (4,6 por 36 minutos).
El problema de Avent es que aparentemente quería ser un jugador que sencillamente no estaba capacitado a ser. Uno de esos clásicos ala pivotes de los años 90 y 2000, que vivían del lanzamiento a media distancia. De hecho, el 65% de sus intentos catalogados en la NBA (desde que hay datos al respecto) fueron dobles desde la distancia intermedia. ¿El problema? ¡Lanzaba por debajo del 20% de campo en esos tiros! Es decir, no solo vivía de un tipo de disparo poco eficaz, sino que además era históricamente impreciso con ellos.
Toda esa ineficacia llevó a Avent a tener el peor BPM de la historia entre los jugadores calificados: -7,3. Lo que hace que no sorprenda que sus siguientes dos temporadas las pasara alejado de la NBA, jugando primero en Grecia y luego en ligas menores de los Estados Unidos.
Avent volvió a la liga en la 1998-1999 y siguió con sus hitos: 1,8 puntos con un 31% de campo en la 1998-1999 con el Jazz y 1,7 puntos con un 30% de cancha en la 1999-2000 con los Clippers. De hecho, en ambas campañas tuvo un BPM inferior a la de su marca histórica (-12,4 en la primera y -7,4 en la segunda) solo que esos registros llegaron en menos minutos de los calificados.
El mapa de tiro de Avent en su última campaña NBA (vía Basketball-Reference)
Si de legados hablamos, el de Anthony Avent es sin dudas uno de los más particulares y pocos deseados de la historia.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.