Los Playoffs de la NBA se basan en ajustar. Sobre una idea inicial se va moldeando el estilo del propio equipo hasta conseguir una réplica lo más cercana posible a la imagen que el oponente proyecta. Año tras año esta máxima se hace más fácil de ver. Los cuerpos técnicos invierten una enorme cantidad de recursos durante y después de los partidos para tratar de minimizar al máximo las virtudes del oponente. Y muchas veces estás consiguen sus objetivos, o al menos sirven para igualar la batalla. Sin embargo, en contadas ocasiones, cualquier ajuste, cambio o planteamiento es desarticulado por un selecto grupo de elegidos. Nikola Jokic fue uno de ellos en el primer partido de las Finales del Oeste y los Lakers estuvieron en el lado incorrecto de la historia.
Los números del serbio deberían ser suficientes para resumen lo que fue una de las exhibiciones más dominadoras de su carrera en los Playoffs. A saber, 34 puntos, 21 rebotes, 14 asistencias, 2 tapones y un 70,6% de acierto en tiros de campo, incluyendo un 3 de 3 desde el triple. Aun con todo, las estadísticas no lo dicen todo, pues en esta acumulación de guarismos no aparece que los Lakers cambiaron hasta en tres ocasiones el tipo de marcaje sobre Jokic. Y ninguna tuvo éxito.
Un resultado amargo para los intereses angelinos, más si se tiene en cuenta el brillantísimo nivel atrás que vienen teniendo desde el mes de febrero, siendo uno de los mejores conjuntos atrás de toda la liga.
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Eso dio igual. Al primer cuarto Jokic ya sumaba 8 puntos, 12 rebotes y 5 asistencias y apenas había comenzado la segunda mitad un triple-doble reinaba en su hoja de estadísticas. Todo ello ante la impotente mirada de unos Lakers que intentaron todo tipo de estratagemas para mitigar el impacto del dos veces MVP sin éxito.
En primera instancia Darvin Ham apostó por ser conservador. ¿Qué significa esto? Un emparejamiento clásico en uno contra uno de su mejor defensor, en este caso Anthony Davis, contra Jokic. Una estrategia lógica y que diese confianza a AD para medirse cara a cara frente al serbio. Las reglas de esta decisión eran claras: no ayudaba a nadie más, tenía que intentar alejarle de la pintura y concederle el tiro antes que la penetración. No obstante, el resultado no fue muy favorable para los intereses de los Lakers.
No es solo que Jokic le destrozase en tiros en suspensión, sino que el de Sombor estuvo sumamente cómodo en la distribución, aspecto fundamental para anular la ofensiva de Denver:
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El siguiente ajuste de Ham fue por la línea de darle más apoyo a Davis con el objetivo final de frenar el impacto de un Jokic desatado.
Así, los Lakers empezaron a colaborar en conjunto para mitigar cualquier recepción o desbloqueo del serbio que les pudiera hacer daño, ya fuese en ayudas agresivas, dos contra uno o directamente en cambios de marcaje.
En esta posesión se puede apreciar a la perfección cómo LeBron realiza un bump, que no es otra cosa que una cobertura sobre alguien sin balón que cae tras un bloqueo indirecto. Con este movimiento los Lakers querían frenar a Jokic y que Davis pudiera llegar más cómodamente a una potencial situación de uno por uno. El problema es que al fijar su atención en el serbio permitieron acciones cómodas de lanzamiento para el resto de Denver.
Aunque el marcaje de Davis continuó durante casi todo el partido, Ham se atrevió a gastar su última bala con una estrategia muy interesante.
Alrededor del ecuador del último cuarto, Rui Hachimura hizo su aparición y, en lugar de ir con Aaron Gordon como había hecho hasta entonces, se colocó con Jokic. Esto, lejos de ser un desajuste, permitió a Anthony Davis colocarse como ayuda y protector de aro de manera constante. Al desplazar a la estrella a un rol sin balón, su impacto pudo ser mayor, dificultando al serbio un control total del ataque.
Solo así se explica que el Joker cerrase con un 0 de 2 en tiros de campo, apenas 2 asistencias y con 2 pérdidas en ese último asalto, todo ello mientras los Lakers recortaban distancia en el marcador y luchaban por la victoria.
Esta es una vía muy interesante, la cual abre dos preguntas que se resumen en una: ¿Funcionó por ser el plan adecuado o solamente porque pilló a Jokic desprevenido?
Y a pesar del relativo buen resultado que tuvo esta decisión, el jugador serbio siguió encontrando grietas en la defensa angelina para liderar a la victoria de los suyos:
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Los Playoffs de Nikola Jokic están siendo la prueba tangible de cómo en la era de los aleros y los guards de rapidez endiablada un interior puede dominar a todos los niveles.
Y lo está pudiendo hacer porque su aproximación al juego no guarda tanta relación con la de un center tradicional, sino con la de un jugador completo, más próximo a lo que representa la concepción clásica de base. El serbio es uno entre un millón porque sabe tanto adaptarse a las circunstancias como imponer su propio estilo.
Y el mejor resumen lo dio Aaron Gordon al término del encuentro.
"Hace que todo parezca realmente simple. Pero también hace que parezca milagroso al mismo tiempo. Es ridículo".
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.