James Wiseman es, sin duda alguna, el prospecto más enigmático de los proyectados para los primeros puestos del Draft 2020 de la NBA.
Dueño de una capacidad atlética asombrosa y un físico privilegiado de 2,16 metros, el pivote de 19 años llama la atención de los scouts desde su adolescencia, cuando se fue transformando en el principal objetivo de reclutamiento de varios de los equipos más prestigiosos del básquetbol universitario.
Sin embargo, pudieron verlo poco y nada al pasar por ese nivel, uno que no será el básquet profesional pero que ya representa algo muchísimo más competitivo que los torneos escolares: el oriundo de Nashville, Tennessee, se perdió los amistosos de pretemporada por distintas lesiones y luego apenas pudo jugar tres partidos de la temporada regular hasta que fue declarado como inelegible para jugar en la NCAA, debido a una sanción referida a su proceso de reclutamiento por la Universidad de Memphis. En diciembre de 2019, tras cumplir unos partidos de una sanción que iba a ser reducida, Wiseman decidió irse de Memphis y prepararse para el Draft de la NBA, sin conocer lo caótico que sería el año 2020.
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Ahora el pivote está a dos días de cumplir un año sin jugar partidos oficiales y apenas disputó tres encuentros en los últimos 500 días, y todo eso resulta una gran ¿ventaja o desventaja? para él. No tuvo oportunidad de afirmarse como un jugador dominante en un nivel superior, pero tampoco de "decepcionar" y que sus acciones pierdan valor a los ojos de las franquicias de la NBA.
A nivel de high-school era de lo mejor: promedió 25,8 puntos, 14,8 rebotes y 5,5 tapones en su último año escolar y fue condecorado con varios premios de mejor jugador a nivel nacional. También ha mostrado buen nivel en las selecciones formativas de Estados Unidos, consagrándose en el FIBA Américas Sub 16 disputado en Formosa, Argentina (2017), aunque al año siguiente tuvo el infortunio de no poder jugar el campeonato mundial Sub 17 por una lesión.
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En el básquet universitario Wiseman promedió 19,7 puntos, 10,7 rebotes y 3 tapones en 23 minutos, tirando un 76,9% de campo, pero sus primeros dos rivales (South Carolina State e Illinois-Chicago) fueron dos de muy bajo nivel, y Memphis ganó por 33 y 46 puntos respectivamente. La única prueba seria para Wiseman fue enfrentar a Oregon como visitante, partido en el que finalizó con 14 tantos, 12 rebotes y un tapón, cometió 3 faltas personales en 22 minutos en cancha y Memphis perdió por 82-74, con el joven ya en medio del escándalo por su sanción. No jugó mal, pero no deslumbró. Y no se volvió a ver más de él.
El pivote decidió prepararse por su cuenta para el Draft, pero no se ha podido verlo enfrentar a otros jugadores de forma seria. Para colmo, las limitaciones que le ha impuesto la pandemia del Covid-19 a los entrenamientos previos al Draft que se realizan usualmente han impedido verlo a Wiseman midiéndose ahí con otros jóvenes destacados de su camada. El equipo que lo escoja deberá realizar un acto de fe importante con una evaluación mucho más limitada respecto a la que se puede hacer con otros proyectos top como LaMelo Ball (jugó solamente 12 partidos pero fueron a nivel profesional en Australia), Anthony Edwards (32 partidos en NCAA) o Deni Avdija (experiencia profesional en Israel y hasta más de 30 partidos jugados en Euroliga).
Cierto es que las características físicas de Wiseman serían las mismas haya jugado en NCAA, G-League, China o Escocia, pero el nivel de los rivales influye para medir todo lo demás, desde su técnica hasta los intangibles.
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Igualmente, el suyo no es el primer caso similar de un jugador que llega al Draft en un contexto así.
Darius Garland, elegido quinto en el último Draft por Cleveland Cavaliers, apenas había disputado cinco partidos en la NCAA, quedando fuera de la temporada por una lesión en los meniscos de la rodilla izquierda. Sus números como rookie NBA fueron de 12,3 puntos y 3,9 asistencias en un Cleveland que le dio mucho protagonismo, más de para el que estaba preparado.
El Draft de 2011 vio a Enes Kanter ser escogido con el pick número tres a pesar de no haber podido jugar ni un partido en la NCAA debido a una sanción similar a la de Wiseman y su adaptación a la NBA le llevó un tiempo, tomando un rol importante recién en su tercera campaña, además de que terminó siendo una elección apresurada visto el rendimiento de Kanter en la NBA y el de otros jugadores de su camada.
Para otros jugadores seleccionados dentro del top 10 con poca experiencia previa de un cierto nivel ya hay que remontarse al Draft del 2005, el último que permitió que los jugadores salten directamente desde high-school a NBA. Martell Webster, elegido sexto en aquel Draft por Portland Trail Blazers, jugó solamente 260 partidos como titular en la NBA entre 2005 y 2015. Andrew Bynum, décimo pick de aquel Draft, fue otro que llegó joven e inexperto pero tras dos años se adaptó y pasó a ser un jugador importante para Los Angeles Lakers, siendo campeón en 2009 y 2010 y All-Star y All-NBA en 2012, hasta que a los 26 años las lesiones de rodilla terminaron con su carrera.
Dwight Howard y LeBron James, los picks número uno de 2004 y 2003, pudieron dominar la NBA con la potencia física que ya demostraban a nivel escolar, saltando directamente desde ahí al profesionalismo, pero casos previos como Kwame Brown (#1 del 2001), Darius Miles (#3 del 2000), DeSagana Diop (#8 del 2001) y Jonathan Bender (#5 de 1999) lejos estuvieron de los resultados deseados por las franquicias que apostaron por ellos.
La mayoría de estos casos no fueron gran cosa y terminaron engañando un poco. Pero también está la chance de dejar pasar a un talento generacional: su capacidad atlética es algo que no se enseña.
Sin dudas es una decisión arriesgada que puede costarle el futuro a una franquicia y a sus directivos responsables del Draft, con mucho por ganar y perder ante una apuesta tan poco segura. Pero en un Draft con tan pocas cosas claras por este contexto extraordinario, será solamente cuestión de que alguno se atreva a jalar el gatillo creyendo en él, en un pivote que pueda revolucionar la NBA de los perimetrales.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.