La NBA celebrará en la temporada 2021-2022 su 75º aniversario, un momento de recuerdo, de memoria y para mirar para atrás hacia la rica historia que posee la liga norteamericana. Una competición surgida al calor de los cambios que se produjeron en la sociedad americana tras la II Guerra Mundial y que favorecieron el auge del deporte como un reclamo más dentro de la gran oferta de ocio de aquel momento.
MÁS | Los mejores jugadores de las décadas 1940 y 1950 | 1960
Para cuando se creó la BAA en 1946, organización que acabaría resultando años más tarde en la NBA tras su fusión con la NBL, el básquet profesional había crecido enormemente, siendo uno de los principales intereses para los aficionados, así como el juego que ya contaba con nombres reconocibles y que dejarían su huella en el tiempo.
Es por ello que desde el staff de NBA.com en español hemos decidido elegir a los 10 mejores de cada década en la liga, los jugadores que marcaron un antes y un después, por su talento y éxito. Es importante matizar que esto no es un top ni los protagonistas están ordenados de mejor a peor, sino que todos ellos tienen el mismo valor. Tras las dos primeras décadas llegamos a la primera edad de oro de la NBA, la década de 1970, era de mucha variedad y exploración, así como el momento en el que la competición absorbió a los equipos de la ABA, añadiendo talentos generacionales.
Kareem Abdul-Jabbar
El hombre que definió esta década y la siguiente, pues Kareem Abdul-Jabbar fue el gran dominador de la competición desde el primer momento que puso un pie en la liga. Las expectativas se cumplieron con creces con el neoyorquino, impactando automáticamente y llevando a la recién nacida franquicia de Milwaukee Bucks a su época más gloriosa hasta la fecha. A su enorme tamaño se le sumaba una rapidez impropia que le permitía superar a sus oponentes con una facilidad insólita. En el momento en el que Abdul-Jabbar era capaz de recibir de espaldas, anotar era cuestión de tiempo. Podía ser un póster, una bandeja o bien su característico skyhook, recursos no le faltaban al pivote que asaltó el trono de Wilt Chamberlain en un tiempo récord.
En su segunda temporada fue capaz de guiar a los Bucks a su primer anillo junto a Oscar Robertson, con una media de 26,6 puntos y 17,0 rebotes en los Playoffs, resultando una fuerza prácticamente imposible de detener. De la mano de Kareem, la franquicia se convirtió en la gran fuerza a derrotar en la Conferencia Oeste en el inicio de la década, logrando regresar a las Finales en 1974, perdiendo en 7 encuentros ante Boston Celtics en una serie para el recuerdo. El nivel individual del pivote no hizo más que crecer año tras año, logrando en 9 de 10 temporadas posibles promediar más de 25 puntos en la década de los 70, siendo en dos de ellas el máximo anotador de la competición.
Un Kareem que se llevaría la mitad de los MVPs de los 70 (1971, 1972, 1974, 1976 y 1977) demostrando su superioridad individual y diferencia con respecto al resto de la competición. Algo que, dadas las circunstancias en los Bucks, lo llevaría a solicitar el traspaso en 1975 rumbo a Los Angeles Lakers, donde la fortuna no lo acompañaría de manera instantánea, siendo el único MVP en la historia en no disputar los Playoffs (1976).
El legado de Abdul-Jabbar va más allá del básquet y de los registros históricos, pero sería preciso que colgase las botas para que el mundo finalmente pudiese apreciarlo como algo más que un deportista.
Tiny Archibald
El único jugador en toda la historia capaz de terminar una temporada liderando la NBA en anotación (34,0) y en asistencias (11,4), además de la media más alta de minutos (46,0). Aquel curso 1972-1973 fue la definitiva confirmación de que Nathaniel "Tiny" Archibald era una figura de primer nivel, destacándose como el principal líder de los renovados Kansas City Kings. Sin embargo, su enorme talento individual no encontró en la histórica franquicia el mejor lugar para cumplir sus expectativas colectivas, alcanzando en tan solo una ocasión los Playoffs sin mucho éxito.
Un base de un abanico de recursos técnicos inagotable que le permitió hacer olvidar rápidamente su déficit físico en comparación a sus oponentes. Una zurda certera en las penetraciones y desde la larga distancia que de haber existido la línea de 3 en sus primeros años habría alcanzado unas medias todavía más altas.
El éxito para Archibald tardaría en llegar, debiendo pasar primero un verdadero calvario con las lesiones a finales de la década para recalar definitivamente en los Celtics, donde se coronó en los ochenta.
Rick Barry
Una personalidad impredecible e imposible de contener y, al mismo tiempo, uno de los competidores más feroces que haya pisado una cancha de básquet. Rick Barry fue un caso extraño y muy particular, tras tener un impacto instantáneo en su llegada a la liga, una serie de problemas con la franquicia de los Warriors lo llevaron a dar el salto a la liga rival, la ABA, desempeñando 4 campañas ahí y convirtiéndose en el mejor jugador de la misma mientras las lesiones se lo permitieron. A su vuelta, The Miami Greyhound demostró que podía seguir siendo una figura de primer nivel en la NBA, llevando a Golden State a las Finales del Oeste en 1973 y dos años más tarde al campeonato con una actuación memorable.
Las lesiones mermaron considerablemente la rapidez y destreza cerca del aro que caracterizaron los primeros años de carrera de Barry, pero este supo reconvertirse progresivamente en su vuelta a la NBA, habiendo añadido el lanzamiento exterior como arma tras su paso por la ABA, donde llegó a promediar un 41% de carrera con 3,1 intentos por noche.
El alero era la elegancia personificada, de una técnica pulida y con un toque para definir que lo colocó entre los más grandes de su época. Un competidor abrasador que no paraba de hablar durante todo el partido hasta desesperar a sus oponentes. En cierto modo, Barry fue un precursor en su posición como creador de juego, llegando a superar las 400 asistencias por temporada de manera continuada y las 500 en 1979, algo que únicamente había logrado Havlicek previamente.
Dave Cowens
El prototipo perfecto de lo que años después se convertiría en indispensable, un adelantado a su tiempo en la forma de jugar y entender este deporte que le valió para devolver a los Celtics a lo más alto tras un breve periodo de reconstrucción.
Dave Cowens fue la pieza angular del proyecto verde y gracias al cual fue creciendo a pasos agigantados en un Este carente de un conjunto dominador. El nativo de Kentucky fue el perfil de point-center cuando aquella función ni siquiera se contemplaba y que sirvió de precedente para otros creadores de juego de sus dimensiones.
All-Star en todas las temporadas de la década salvo su año de debut y el curso de cierre de los setenta, Cowens fue capaz de marcar la diferencia en ambos extremos del campo, dominando bajo los aros sin ser nunca un gran anotador. Su pico de carrera llegaría pronto, alzándose con el MVP en 1973, aunque su madurez competitiva fue creciendo con el paso de los cursos hasta que el físico se lo permitió.
Julius Erving
Si Barry fue un precursor en su posición, Erving la puso patas arriba. Con un estilo inédito hasta el momento, el Dr. J logró elevar el puesto de alero hasta una cima inexplorada hasta ese momento. Un jugador capaz de conducir el juego de su equipo, cargar con la anotación y producir en prácticamente cualquier contexto. Al neoyorquino se le debe el hecho de haber allanado el camino para toda una generación de exteriores que acostumbraron a jugar por encima del aro, no solo para finalizar con fuerza en él, sino como un medio a través del cual expresarse, con bandejas, rectificados o acciones de un enorme despliegue físico que anteriormente era difícil ver.
La imagen más asentada de Erving remite a los años 80, ya en el ocaso de carrera, pero es precisamente en su explosión en la ABA donde más alto y mejor jugó este, realizando auténticas exhibiciones anotadoras con los New York Nets que le valieron dos campeonatos y 3 MVPs con apenas 25 años. Su traslado a la NBA en 1976 y el impacto que tuvo a su llegada fue el mejor ejemplo de lo que se habían perdido los aficionados, conduciendo a Philadelphia a sus primeras Finales desde 1967 y quedándose a las puertas del anillo.
Apenas 3 cursos en la NBA durante la década de los 70 le han bastado a Erving para entrar en un ránking donde no podía faltar.
Walt Frazier
El ejemplo perfecto de que los 70 fueron una época de cambio y de evolución en el juego, sobre todo en la posición de base. Frazier fue un actor clave en el avance con respecto a las normas de palming (acompañamiento), ayudando a que progresivamente fuese cambiando la interpretación. La razón de esto es sencilla y es que la leyenda de los Knicks poseía un control del balón sinigual, el cual haría del cambio por la espalda y sus diferentes variantes su seña de identidad más reconocible y una manera de dejar sentados a sus rivales con una comodidad pasmosa.
Pero la importancia de Frazier no solo reside en su técnica individual, sino en su lectura del juego, especialmente en defensa donde se estableció como uno de los que mejor anticipaban las líneas de pase para entrar al robo, así como presionando a su par hasta conducirlo al error. No es casualidad que a inicios de la década fuesen los Knicks quienes se coronasen en dos ocasiones como campeones con una de las defensas más eficientes de toda la competición.
Un jugador total y que supo adquirir diferentes roles por el bien del equipo, conformando un tándem memorable junto a Earl Monroe que llevó a Nueva York a su época más brillante. Sirva como ejemplo que en toda la década tan solo John Havlicek y Frazier lograron más de 10.000 puntos, 4.000 asistencias y 4.000 rebotes.
John Havlicek
Tras crecer a pasos agigantados durante los sesenta como detallamos en el ránking de aquella época, fue después de los retiros de todas las leyendas de los Celtics cuando definitivamente se pudo ver la versión a pleno rendimiento y sin límites de Hondo. Junto a Cowens lideraría la segunda edad dorada con otros dos campeonatos, en 1974 y 1976.
Durante este periodo Havlicek se consagraría como una de las figuras más importantes de la historia de Boston, cerrando su trayectoria en 1978 como el máximo anotador de la organización gracias a 26.395 puntos, siendo el 60% de ellos en los 70.
Elvin Hayes
El gran olvidado de la década y quien más cerca estuvo de la excelencia individual de Abdul-Jabbar en este periodo. Y es que Hayes fue un cuatro anotador de gran elegancia, combinando a la perfección movimientos finos y dificultosos con acciones de gran poderío físico. El interior hizo del poste bajo su hábitat natural, recibiendo casi siempre de espaldas al aro para definir a placer en un solo drible o bien en su clásico fadeaway.
Tras un arranque de carrera descomunal en lo individual en los Rockets, siendo el primer jugador en la NBA en liderar en rebotes desde que llegasen Russell y Chamberlain y tener una temporada rookie de 28,4 puntos, sería en los Baltimore Bullets donde alcanzaría su madurez profesional. Junto a Wes Unseld formaría un tándem inseparable, el equilibrio necesario entre ataque y defensa que los llevaría a conquistar el título de 1978.
Un Hayes que fue uno de los grandes dominadores de los 70, logrando 6 nominaciones para los equipos All-NBA en toda la década, además de dos para los equipos defensivos.
Pete Maravich
La creatividad hecha jugador de básquet y llevada al extremo. La mejor representación de que el espectáculo puede abrirse paso en la NBA si viene acompañado de una mente privilegiada, y Pete Maravich la tenía. Su adaptación a la liga no fue instantánea, precisamente por su heterodoxo estilo de juego, tan dado a la interpretación y a la lectura libre, algo que colisionó de lleno con el plantel de Atlanta Hawks. Era cuestión de tiempo de que Pistol Pete acabase explotando y mostrándose tal y como era, y así sucedió a partir de 1973 donde logró ser All-Star por primera vez e iniciando un rápido ascenso al estrellato.
Sería en New Orleans Jazz donde podría jugar en un rol más adecuado a sus necesidades y siendo el punto del que emergía todo el juego del equipo. Elgin Baylor le entregó las llaves del ataque y este respondió convirtiéndose en el máximo anotador de la competición con 31,1 puntos por partido en 1977. Sus explosiones anotadoras se convirtieron en una de sus señas de identidad, logrando 35 encuentros con 40 tantos o más y siendo su pico de trayectoria los 68 que le metió a los Knicks en 1977, siendo el tercer jugador en la historia en llegar a esas cifras junto a Wilt Chamberlain y el mencionado Baylor.
Bill Walton
La carrera de Bill Walton fue tan brillante como fugaz. En cuestión de un lustro pasó de ser uno de los mejores pivotes de la NBA a quedarse completamente fuera de competición. Y, lamentablemente, su caída no fue por una cuestión de rendimiento sino de lesiones, pues la trayectoria de este quedó para siempre definida por sus problemas físicos.
Fue tal la superioridad del californiano en su llegada a la liga que en su segundo curso ya era el líder absoluto de Portland Trail Blazers y al tercero logró conducir a los de Oregon a su primer y único título de campeones en su primera aparición en los Playoffs. Lo destacable de la figura de Walton fue su destreza para dominar los tableros, especialmente en defensa, donde se convirtió en un muro, logrando ser el máximo taponador en 1977 y consiguiendo 2 nominaciones All-Defensive de primer equipo consecutivas.
En el tercer encuentro contra los Sonics en 1978 cayó lesionado del tobillo izquierdo, rompiéndose la articulación y empezando un calvario que le haría jugar tan solo 14 partidos entre 1979 y 1982. Ahí cambió todo.
- Menciones de honor: Wes Unseld, George Gervin, Artis Gilmore y Bob McAdoo
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.