Salvar la temporada de los Dallas Mavericks pasaba necesariamente por conseguir a un jugador que ayudase del modo que fuese a Luka Doncic. El esloveno estaba teniendo otra campaña de calibre MVP que corría el riesgo de verse empañada por el irregular rendimiento de los Mavs, inmersos en una perpetua batalla por evitar el Play-In y tener factor cancha en Playoffs. La desesperación puede inducir a cometer errores y los texanos se lanzaron a la primera oportunidad que les dio el mercado: Kyrie Irving. Su valor nunca había estado tan bajo por todo el ruido que rodea a su figura, pero indudablemente era un movimiento que estaban obligados a hacer. Las consecuencias del mismo no son algo que preocupase en exceso a la gerencia, con razón.
El encaje de Kyrie y Doncic rápidamente se puso en entredicho. Dos manejadores con un uso tan alto como estos dos y con semejante tendencia al aclarado podía no acabar saliendo muy bien. Más allá de esa lectura en caliente o a vuelapluma, el brevísimo tiempo que llevan juntos compartiendo equipo ha permitido despejar todas las dudas sobre su coexistencia en cancha. Las dos estrellas funcionan cuando están simultáneamente sobre el parqué porque se complementan. Si bien podía intuirse que Irving iba a poder desempeñar de un modo óptimo las funciones de ejecutor y moverse sin la bola, quedaba ver hasta qué punto iba a conseguir Jason Kidd encajarlo en un sistema tan poco creativo.
En todo esto hay algo fundamental y que es muy importante destacar. A diferencia de otros compañeros que ha podido tener Doncic en este tiempo o incluso de otras estrellas que hubiesen podido llegar en una situación similar, Kyrie Irving está dispuesto a "perder" algo para que todo funcione con el esloveno. Es decir, el recién llegado quiere funcionar junto al esloveno en lugar de realizar desde el primer minuto aquello que siempre ha hecho. Un ejemplo de esto está siendo la regularidad con la que Irving tiende a salir de una pantalla cuando Luka va al poste o bien ejercer como bloqueador en un dos por dos con el ex del Madrid.
A diferencia de la experiencia vivida junto a Porzingis, donde su coexistencia dependía de que el letón obtuviese oportunidades de realizar su juego, con Kyrie Irving todo parece surgir de manera más orgánica y, en definitiva, natural. En tan solo 58 minutos juntos han registrado un descomunal 126,96 de ratio ofensivo según PBP Stats por un 97,5 del esloveno cuando está sin su nuevo escudero al lado. Datos que todavía deben ser mirados con cierto recelo y escepticismo, pero que dejan entrever una línea positiva y en la que creer.
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Pero lo que Irving aporta y va a aportar a los Mavs va más allá de dos manos de grandísima calidad con las que acompañar a la estrella de Liubliana. Y es que el hecho de que Kyrie haya llegado a Dallas está dejando aflorar una versión de Luka Doncic hasta ahora imposible de ver y que va a ser clave.
Desde que el base llegase a la NBA ha tenido la bola en sus manos. En muy pocas y contadas ocasiones no ha sido el eje del juego de los Mavs. Eso se ha traducido en una enorme tasa de uso, pero también en que la mayoría de sus puntos no han sido asistidos. La gran consecuencia de este contexto es que Doncic se ve muy penalizado físicamente por el desgaste que ello conlleva durante un encuentro de 48 minutos, más si se proyecta en una temporada de 82 partidos. No obstante, esto no ha significado que su aporte ofensivo haya caído, más bien todo lo contrario, pues Luka está conectando el 34,1% de sus triples tras bote siendo el segundo que más lanza de toda la liga. Dato que ha ido oscilando y que hace apenas una semana rondaba el 36%.
La llegada de Irving a Dallas está permitiendo que Doncic juegue sin la pelota, que tenga oportunidades de anotar sin necesidad de estar constantemente creándose sus propias oportunidades. Un aspecto que se traduce en que en estos 3 partidos ya haya acumulado un 13% del total de las acciones de recepción y tiro o división de toda la temporada (13 de 97).
Especialmente importante es el hecho de que sus triples en recepción estén experimentando un repunte. Desde que Kyrie llegó Luka ha conectado 5 de sus 7 intentos tras pase más allá del arco. ¿En los 47 duelos anteriores? Solo lanzó 35 triples en catch & shoot y con una efectividad no demasiado alta (40%).
¿Y por qué este pequeño detalle es importante?
Luka Doncic es uno de los jugadores que más distancia ofensiva recorren por partido, ubicándose entre los 30 con más kilómetros en sus piernas en estas dos últimas temporadas. Si a esto se le añade que es el sexto jugador que mayor uso ofensivo asume en los últimos cuartos se puede llegar rápidamente a la conclusión que la fatiga es un factor clave a despejar para el esloveno.
La llegada de Irving, además de añadir dos manos más, supone una importante descarga ofensiva en los primeros 36 minutos de encuentro. Ahora el jugador de los Mavs no va a tener que empezar el duelo anotando el 58,6% de los puntos del equipo en la primera mitad (33,3 respecto a 56,8 de Dallas). Luka podrá dosificarse, pero también disponer de oportunidades de anotar sin apenas carga y mella física.
Doncic es un buen tirador exterior que ha tenido que concentrar todos sus esfuerzos en acciones en suspensión, más complejas y de porcentajes menores. Un breve periodo al lado de Irving ha permitido ver un arma apenas utilizada anteriormente por el esloveno:
Además, un efecto indirecto de esto es que con Kyrie está teniendo más opciones de recibir y atacar porque la bola se mueve más en el ataque de los Mavs. Eso incrementa las posibilidades de aprovechar el imponente primer paso de Doncic. Sin ir más lejos, en sus tres duelos con la ex estrella de los Nets este tipo de acciones han representado un mayor porcentaje en el juego del balcánico (15,3%) que el poste bajo o transiciones (10,2% ambas).
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El potencial de unir a estos dos es casi infinito y, mientras Irving esté abierto a hacer concesiones en su juego, los Mavs pueden acabar salvando su temporada y, quién sabe, si su proyecto.
Solo el tiempo puede determinar si este rendimiento de Luka Doncic como tirador en recepción ha sido fruto de un momento de lucidez o un cambio a tener en cuenta como consecuencia de contar con un compañero tan peligroso como él en ataque.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.