El básquet es un juego que vive en un constante cambio. Este axioma se ha hecho más evidente a lo largo de la última década, donde se han producido las alteraciones más rupturistas y veloces desde que se instaurara el reloj de posesión en la NBA. El triple lo ha modificado todo, pero reducir lo acontecido únicamente a que ahora se lanzan más tiros exteriores sería contar la historia a medias. La técnica individual se ha democratizado a todos los niveles, lo cual implica un conocimiento de la misma independientemente de arquetipos físicos o posiciones estancas. Esta vanguardista aproximación a la enseñanza de los misterios del juego ha permitido emerger a figuras que en otra época habrían sido imposibles. De Giannis Antetokounmpo a Luka Doncic pasando por Kristaps Porzingis o Zion Williamson.
Una de las consecuencia indirectas que esta nueva fase del juego ha generado tiene que ver, precisamente, con las posiciones. Las cinco categorías que daban sentido a los quintetos y plantillas ahora carecen de sentido, o al menos del que tenía hace no mucho. La polivalencia ha ganado terreno a la especialidad. La versatilidad ha conquistado un espacio antes dominio de una planificación cerrada y concreta. Los jugadores que se han adaptado mejor a esta nueva realidad han conseguido sobrevivir, concretamente aquellos que más alejados del aro jugaban, ¿pero qué ha pasado con los que no? En otras palabras, ¿qué ha ocurrido con los pivotes?
Durante esta última década ha sucedido un proceso de regeneración de la posición de center fruto de la revolución ofensiva. Al haber un alejamiento progresivo del aro y una predominancia del dribble respecto del pase se ha primado la versatilidad defensiva, lo que ha condenado al ostracismo a aquellos gigantes de movimientos lentos que antes tanto se buscaban. Así, una de las frases más repetidas en este tiempo ha hecho referencia a la desaparición de los pivotes tal y como se conocían anteriormente, así como del juego al poste bajo.
Nada más lejos de la realidad.
Esa evolución interminable y eterna que define a este deporte obliga a todos a estar permanentemente en auto-revisión y en deconstrucción, en busca de una solución a un problema que quizá no la tenga. Solo así la rueda sigue girando y cada vez más rico el juego. Los pivotes no son igual que tiempo atrás, es evidente, lo que marca la diferencia es la aproximación a esta afirmación. Es decir, la postura que se tome, o se ve como algo negativo o positivo. Todo esto ha obligado a los profesionales a estar en una incesante formación, poniendo el ojo en aspectos de los que antes no se habían percatado o no eran igual de importantes.
"La evolución del juego de la NBA ha sido bastante dramática en los últimos años", dice Matt Babcock a The Sporting News, profesional con años de experiencia en el mundo de las agencias tanto en NBA como en FIBA y que ahora ejerce de analista en medios como Basketball News o BabcockHoops. "Hay tal énfasis en el espaciado de la cancha que, naturalmente, crea más valor para los jugadores que pueden tirar de lejos en ataque y brindan versatilidad en defensa".
"Además los interiores tradicionales han disminuido gradualmente su valor, una situación similar para los guards más pequeños, que se enfrentan desafíos defensivos debido a sus limitaciones físicas", continúa el experto. "Ha sido un proceso para mí, como analista y scout, para adaptarme porque muchos conceptos que con los que crecí aprendiendo ya no se aplican al juego de hoy".
Los objetivos a la hora de planificar van mutando, de ahí la complejidad a la hora de presentar alternativas desde el punto de vista del entrenador. Algo que entronca directamente con uno de los debates de este tiempo: no, ahora no es que se defienda menos, es que nunca había resultado más difícil defender. Si los interiores son capaces de hacer más cosas y mejor, ¿cómo se les pone freno? Teniendo unos focos tan concretos como abstractos y abiertos a ser modificados.
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"Lo primero que miro es su perfil de pivotes: si es uno más tradicional (tamaño, juego de espaldas al aro, muchas continuaciones, protección de aro) o más moderno (abre la cancha con el tiro, juega de cara, echa la bola al suelo). "Y, desde ahí, encontrar patrones que repita en sus fortalezas", expone Nacho Losilla, ex-miembro de The Sporting News y NBA.com durante 4 años además de scout en CB Pozuelo. "Para mí, el aspecto clave es la capacidad de movilidad, sobre todo en su lateralidad, y el equilibrio que tenga con su resistencia a contactos, su fuerza para proteger el aro. El pivote es la figura sobre la que se edifica la defensa y hay que encontrar los puntos débiles, en ocasiones, agujeros, para hacer daño ahí".
Lo más curioso de un momento como este, en el que las viejas estructuras ya parecen haber desaparecido, enterradas por la imparable fuerza que son los resultados, es que ha sido ahora cuando se han asentado dos jugadores interiores que están cambiando el juego y que han transformado de nuevo lo que se entiende como pivotes: Nikola Jokic y Joel Embiid.
Joel Embiid y Nikola Jokic, dos perfiles para cambiarlo todo
En un momento en el que el juego vertical se impone sobre el horizontal, donde el ritmo roza las 100 posesiones por noche de media y en el que la versatilidad es la llave de todo, Nikola Jokic y Joel Embiid son dos anomalías en un mar de aleros y guards. Como si se tratase de un error en la matriz, estos dos pivotes internacionales se han afianzado como los principales y perpetuos candidatos al MVP en las últimas tres temporadas. Si uno realiza una aproximación superficial sobre lo que estos aportan o lo que les define puede que no encuentre muchas diferencias con lo que Bill Russell o Hakeem Olajuwon hacían a nivel ofensivo en sus diferentes épocas.
Y hasta cierto punto podría tener razón.
La cuestión es que estos dos nombres representan una inesperada consecuencia de la revolución ofensiva y técnica que atraviesa la NBA. Son tan polivalentes como fieles a la ortodoxia de este deporte. Con unos recursos que se fundamentan sobre una base clásica, en la que el dominio de aspectos como los apoyos, la media distancia o el aclarado al poste les hace pertenecer a una larga estirpe de brillantes interiores. De Joe Lapchick a Shaquille O'Neal, pasando por Wilt Chamberlain, David Robinson o Pat Ewing.
El renacimiento de la posición, o mejor dicho, de la responsabilidad de ejercer como pivotes tiene que ver con lo que Jokic y Embiid están haciendo. Por añadir algo de luz en términos estadísticos, los dos son los que más juegan al poste de toda la liga con diferencia y, al mismo tiempo, los que mejor lo hacen según la analítica, ocupando el percentil 91 en el caso del serbio y el 87 en el del camerunés.
"La posición de pivote no se está muriendo", responde Steph Noh, uno de los expertos de The Sporting News en el juego NBA. "Pero lo que se está desvaneciendo es la idea del center de la vieja escuela de los años 90. Los equipos solían jugar de dentro hacia fuera, ejecutando sus ataques a través de hombres grandes en el poste. A día de hoy solo los interiores más eficientes pueden realizar este tipo de acciones a un ritmo elevado. Jokic y Embiid son los mejores porque tienen una habilidad tremenda además de su tamaño".
En esa misma línea va Matt Babcock, cuando asegura que "comúnmente se dice que los interiores son una especie en extinción. Sin embargo, no estoy necesariamente de acuerdo con esa idea", dice. "La diferencia más significativa entre la NBA moderna y el estilo de los años 80, 90 y principios de los 2000 es que si un grande no puede moverse con fluidez, es difícil para ellos mantenerse al día en un juego tan abierto como el de hoy. Y, por supuesto, hay excepciones".
Esta revitalización ha sido posible por la aparición de talentos del más alto nivel, pero también por una vocación de sus equipos por hacerlo posible, por ir a contracorriente cuando Curry y compañía eran el estándar.
"Evidentemente el perfil de pivote más común es el que aporta energía defensiva, corre la pista y anota desde el roll y el rebote ofensivo. Con interiores como Jokic o Embiid entramos en perfiles sobre los que recae la responsabilidad ofensiva de su equipo", comenta Dani Rubio, entrenador profesional en Azul Marino Mallorca. "Son prodigios técnicos, generan juego, anotan de cara, de espaldas... Por lo tanto necesitan tener la pelota en sus manos una gran parte de la posesión, ellos deciden si generan o ejecutan".
Pero visualizar que ambos iban a establecer el estándar de élite en 2016 cuando ambos comenzaron a despuntar no era fácil por muy buena pinta que tuvieran o las esperanzas que se tuvieran. Casos de interiores con gran talento que se quedan ahí ha habido muchos, por lo que el riesgo era alto, pero también fundamental a la hora de decidir qué camino tomar.
Denver tardó en ver que tenía a uno de los mejores pasadores de la historia en su segunda unidad mientras que Philadelphia hubo de esperar a que este estuviera sano para disfrutarlo a pleno rendimiento.
¿Y qué tuvo que ver para que ambas franquicias diesen un giro de 180º para convertirse en vanguardia.
"Hay que partir de la base de que no es que los entrenadores quieran discriminar un tipo de juego porque sí", reflexiona Ander Isuskiza, experto en analítica avanzada y parte de Baskeroseno, servicio de scouting profesional. "Buscan lo mejor para su equipo y si no lo encuentran en un sitio, lo buscan en otro. Jugar de espaldas suele cortar ese ritmo alto y por eso ha bajado la frecuencia, pero sigue siendo muy eficiente y no va a desaparecer. Vivimos en el básquet sin posiciones, o casi, al menos en la NBA, y por eso no hay que limitar el juego en poste bajo a los hombres grandes ni los lanzamientos triples a los pequeños. Optimización de recursos según lo que ofrezca o permita el rival".
Esa optimización de los recursos que menciona Isuskiza es la base desde la cual parten los entrenadores actuales a la hora de confeccionar sus sistemas. Pero como es de esperar ni Jokic ni Embiid son el estándar de interior, más bien son la excepción a la norma, una regla que se define por figuras altas, de poco peso y que puedan hacer dos cosas básicas: bloquear y anotar en la pintura. Estos interiores martillo configuran la clase media dentro de la NBA de hoy, e incluso pueden ser activos de un increíble valor como Deandre Ayton, Robert Williams o Jarrett Allen.
Estos rim-runners "surgen como una necesidad", cuenta Marc Castillo, también parte de Baskeroseno y director técnico en JAC Sants. "En transición, necesitas jugadores que ocupen la zona, para fijar a la defensa y ofrecer espacio a los tiradores. Si no son defendidos, tienen tiro de alto porcentaje cerca del aro. En ataque estático, su papel se limita a ofrecerse como continuación tras bloqueo. Perfiles capaces de desarrollar este papel, sin incidencia “activa” en la generación, son más fáciles de encontrar que los Jokic o Embiid, mucho más escasos".
"Es probable que todavía haya algunos grandes por aquí y por allá que sirvan como motores ofensivos, como Jokic o Embiid, talentos de élite", prosigue Babcock. "Así que tendrás a pivotes móviles y grandes que pueden proporcionar protección y correr hacia el aro, defender y cosas por el estilo. Sin embargo, el tipo de interior que se está volviendo cada vez más común son los que pueden jugar abiertos, que pueden ir de cara y lanzar de lejos".
Pese a todo, Jokic y Embiid están ayudando a poner las semillas del cambio en la posición dentro del contexto de la NBA. Quizá no tanto en los jugadores con los que comparten época de un modo directo, sino más bien influyendo en quienes toman las decisiones deportivas. El caso más visual puede ser el de Alperen Sengun que en los Rockets poco a poco está viendo cómo le dan la oportunidad de expresarse como un pasador y un creador de juego. Algo parecido a lo que ocurrió con Bam Adebayo en Miami Heat y que ha acabado siendo todo un éxito para su carrera.
El corazón de un equipo es el base, el que eleva el nivel y las posibilidades del mismo es el exterior anotador, pero sin un interior lo suficientemente solvente es imposible tener el equilibrio necesario para ganar en la NBA. Y en esta nueva era esto sigue siendo una máxima de la que no se puede escapar.
La posición del futuro
En este básquet líquido donde las categorías y etiquetas han perdido peso y casi todo el sentido, el futuro parece brillante no obstante. Tratar de aventurar cuál será la siguiente fase que vivirá la NBA en términos de creación de juego es prácticamente imposible. ¿Gigantes de 2,10 moviéndose como si fuesen Stephen Curry? ¿O bien una alerización total donde el "base" apenas se diferencie del "center"?
No hace falta ir en busca de una bola de cristal o un DeLorean para saber cuál puede ser la siguiente fase del hombre grande en la NBA. Tan solo hay que ir a París a visitar a Victor Wembanyama. El galo nacido en 2004 es un espécimen único en el sentido más estricto del término. Se mueve como un escolta con la altura de Boban Marjanovic y la velocidad de Kevin Durant. El futuro número 1 del Draft de 2023 es el diamante en bruto al que todos quieren echar el guante.
Si esto no fuese suficiente, a raíz del fenómeno Wemby es de esperar que muchos equipos traten de dar con otro que cumpla el perfil y se le parezca. Al igual que sucediera a principios del siglo XXI con los cuatros abiertos o recientemente con los combo-guard, en la NBA va a haber muy probablemente un efecto en cadena que hará que proliferen perfiles de enorme tamaño y un repertorio técnico a la altura. Inaugurando así una nueva fase del juego.
"Los jugadores con grandes habilidad siempre serán valiosos en la liga", reflexiona Steph Noh. "Lo que hace que Victor Wembanyama sea un proyecto tan intrigante es que tiene habilidades de manejo de balón y tiro que van de la mano con un gran tamaño. Presenta un problema de mismatch. Ese tipo de jugadores seguirá siendo muy codiciado".
"Wembanyama se adaptará a la NBA y la NBA se adaptará a Wembanyama, lo que sea más beneficioso tanto para él como para el equipo que lo firme", sigue en una línea similar Ander Isuskiza. "De momento parece que tiene el pack completo con juego al poste, movilidad y verticalidad para conectar en pick & roll y una muñeca competente. Veremos cómo se adapta a una competición más física, teniendo en cuenta que su cuerpo no se ha acabado de desarrollar".
El francés es el unicornio definitivo, llamado a hacer olvidar todo lo establecido. Y a riesgo de resultar imprudente, tiene todo a su favor para cumplir con creces las expectativas y hacer que el hype se quede corto.
"El perfil de Wembanyama es el que más va a proliferar, pero claro, ahí tendremos que ver la efectividad de ese unicornio, lo bueno que sea, porque no todos son Wemby", cuenta Nacho Losilla. Mientras que Marc Castillo ve en Wemby "un grande con esa capacidad para generarse tiros, pero de fuera hacia dentro, y con opción de ser amenaza desde la distancia, va a ofrecer una posibilidad de distribución de espacios muy interesante".
El futuro genera siempre ilusión e incertidumbre a partes iguales. La posibilidad de que algo pueda llegar a ser es el motor del mundo y este hace que el deporte siga en constante movimiento.
Tratar de adelantarse al rival es siempre el objetivo, disponer de una ventaja comparativa que marque la diferencia. Saber de cuál se trata es algo más complicado.
Por eso y como colofón, algunos participantes en esta pieza han dado su visión de cómo creen que se verá la posición de pivotes dentro de 10 o 15 años, mandando un mensaje a un futuro no tan lejano.
Nacho Losilla (@Losilla_), DAZN News: "Creo que seguiremos el camino actual. Es decir, la función se comerá todavía más a la denominación que tengas en cancha. El que sea estrella será muy especial, sobre todo en ataque. Tendrá mucho tiro (con todo lo que eso supone en un grande) y una capacidad brutal para generar, para hacer jugar a su equipo. Me genera dudas cómo podrá marcar diferencias posteando en la pintura -ya me las genera- de cara a Playoffs. Ahí sería clave, si la evolución continúa, el hacer más grande la cancha o echar para atrás la línea de triple. Desencadenaría un efecto dominó muy curioso. Y el pivotes que no sea estrella tendrá que tener atributos muy específicos. El perfil físico y trabajador u ofensivo que abre la cancha y da algo diferente en ataque siempre será demandado".
Steph Noh (@StephNoh), The Sporting News: "Los ataques con cinco abiertos están creciendo más y se abren cada vez más. Eso significa para los pivotes es que deben ser capaces de anotar triples o de hacer jugadas desde más allá del arco para sacar a su defensor de debajo de la canasta. Los interiores que no tengan capacidad de pase o de tiro seguirán siendo útiles pero cada vez será más difícil para ellos tener minutos de calidad".
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.