Corrían tiempos complicados. La primera temporada de existencia de la BAA, la organización que años más tarde desembocaría en la NBA, había sido un fiasco en lo económico. Era de esperar, pues al fin y al cabo lanzar una competición que aspiraba a ser nacional iba a sufrir notablemente en sus primeros pasos. De poco servía que la mayor parte de las 11 franquicias originales estuviesen emplazadas en enclaves geográficos llamados a ser viables monetariamente. Al término de aquel curso 1946-1947 desertaron 3 organizaciones, dejando en 8 el núcleo competitivo de la liga.
Por ello, en la segunda temporada de existencia de esta competición (1947-1948), Eddie Gottlieb, el encargado de realizar los calendarios de la liga durante varias décadas, tuvo claro que era preciso reconfigurar la planificación para sacar el máximo rédito económico. Hasta el asentamiento definitivo de la televisión como un medio de masas y así como del deporte en directo, las únicas formas de seguir a un equipo en vivo eran la radio y asistir al estadio.
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La única manera que los equipos tenían para hacer dinero durante la primera etapa de existencia de la liga era la venta de entradas. Con unos ingresos prácticamente ínfimos por patrocinadores, los cuales servían normalmente para pagar los viajes o bien se traducían en viáticos para que los jugadores pudiesen comer en algún restaurante local, un buen aforo en casa era sinónimo de una organización exitosa.
En ese momento Nueva York era el principal mercado de la liga, siendo habituales los doubleheaders como atractivo para los aficionados, pudiendo ver por un módico precio dos encuentros seguidos, normalmente con algún jugador local de por medio o un equipo famoso. Ned Irish, dueño original de los Knicks y el Madison, supo aprovechar su emplazamiento geográfico magníficamente, llegando a programar encuentros de los Harlem Globetrotters como previa de la propia NBA para aumentar los beneficios.
De este modo se decidió que fuesen los Knicks quienes liderasen el experimento, probando la entidad de su gran mercado y el hecho de que durante el periodo navideño la población de Nueva York crecía notablemente. Las alternativas de ocio que existían en aquel entonces a nivel deportivo no eran muy amplias, por lo que la BAA lo tuvo claro y eligió el tercer Madison Square Garden como campo de pruebas.
En este contexto, la BAA planificó su primera jornada navideña para el 25 de diciembre de 1947 con dos partidos, siendo el primer encuentro entre los Knicks y los Providence Steamrollers y el segundo en St. Louis con los Bombers recibiendo a los Washington Capitols. Los de Rhode Island, ahora franquicia extinta, contaban en sus filas con algunos nombres reconocibles para el aficionado de la época, ya fuese por su pasado como profesionales ambulantes o bien por haber tenido cierta relevancia en college.
Las promociones del partido se centraron en las figuras de Ernie Calverley y Kenny Sailors. El primero conocido por ser el responsable de que Maurice Podoloff incluyese las asistencias en la hoja de estadísticas gracias a su maestría en la ejecución del pase. Mientras que el segundo fue uno de los mejores jugadores de universidad de los años 40, liderando a Wyoming al campeonato nacional bajo los focos del Madison en 1943 sobre la potente Georgetown.
Para aderezar la velada se programó un encuentro de exhibición entre los trabajadores de las tiendas de Gimbel's y de Abraham & Strauss, los dos primeros clasificados de la Knickerbocker League. Una extravaganza vista con los ojos del presente pero que tenía todo el sentido del mundo en aquel momento, pues la oferta básquetbolística en lo profesional durante la primera mitad del siglo XX era mucho más amplia de lo que es en la actualidad. Sin ir más lejos, el componente obrero y de clase que tuvo la práctica profesional durante sus primeros años de existencia fue clave para su asentamiento, especialmente en el Medio Oeste como bien reflejaron los casos de ciudades industriales como Cleveland, Fort Wayne o Detroit.
Como curiosidad, los jugadores de Gimbel's se llevaron el partido por 56 a 37, logrando su cuarta victoria y manteniendo su imbatibilidad en la competición.
Los Knicks llegaban a aquel partido ante los Steamrollers tras haber perdido en Providence contra ellos tan solo un par de días antes ante poco más de 1.000 espectadores. Un enclave frío y desamparado como era el Rhode Island Arena en donde los entrenados por Joe Lapchick sucumbieron al juego de George Nostrand, autor de 10 puntos y clave para el triunfo de los Rollers.
El viaje y la Nochebuena sentaron bien a los neoyorquinos, que hicieron valer su superioridad y el factor cancha para atar la victoria de manera contundente por 89-75. No obstante, los Knicks no ganaron plácidamente, sino que tuvieron que edificar su triunfo, debiendo remontar una diferencia de 9 puntos antes del descanso. Fue un impulso anotador tras la reanudación liderado por Carl Braun y Tommy Byrnes, quienes hicieron posible el éxito del equipo local.
Sin embargo, lo destacable de aquel partido no sería el resultado, al fin y al cabo uno más en una temporada de apenas 48 encuentros, sino más bien la acogida que tuvo entre los aficionados. Un aforo récord de 15.427 espectadores abarrotó las gradas del tercer Madison Square Garden que estaba preparado para un máximo de 18.000 personas, suponiendo esta la ocasión en la que más gente acudió a un partido de básquetbol profesional en ese recinto.
El éxito de aquel primer ensayo sirvió como muestra de que merecía la pena apostar por una jornada navideña de básquetbol profesional, algo que al curso siguiente repitieron recibiendo los Knicks a los Chicago Stags y que en adelante se convertiría en una tradición que solo ha faltado a su cita en una ocasión (1998) por fuerza mayor (lockout).
La NBA en el día de Navidad es una tradición con mayor recorrido que el Superbowl, llegando a tener un récord de partidos de 10 en 1971 y que acostumbra a dejar los registros de audiencia más altos de la Fase Regular. "Resulta especial porque sabés que todo el mundo te está viendo", resumiría a la perfección Shaquille O'Neal hace unos años.
"Puedes ver a la mayoría de grandes jugadores en un solo día. Todo en la misma jornada", dijo el vicepresidente de la NBA, Tom Carelli, a Sporting News en 2017. "Sabemos lo importante que es este día. Queremos mostrarle a la gente nuestros mejores jugadores, nuestros mejores equipos, nuestros mejores rivales. Este es el día para hacerlo".
74 años después de que los Knicks recibiesen a los Steamrollers bajo los viejos focos del tercer Madison, serán los Hawks quienes se presenten en Nueva York para representar la tradición más antigua que existe en la NBA.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.