Las Finales 2021 llegan con aires frescos de renovación. Tanto desde los equipos participantes, como desde las figuras que encabezan ambos planteles. Hablamos de unos Milwaukee Bucks que no llegaban a estas instancias desde 1974 y de unos Phoenix Suns que no lo conseguían desde 1993. Mientras que se tratará del debut para todos los nombres propios importantes de uno y otro: Chris Paul, Devin Booker, Deandre Ayton, Jrue Holiday, Khris Middleton, Giannis Antetokounmpo... ninguno ha estado aquí antes.
De hecho, podemos ir todavía más allá: el único jugador en ambas rotaciones con experiencia en Finales es Jae Crowder, quien disputó el Heat vs. Lakers del 2020. El resto, novatos absolutos a la hora de jugar por el anillo de campeón. Incluyendo también a los entrenadores, Mike Budenholzer y Monty Williams.
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¿Es sorpresa encontrar a estos equipos en la última serie de la temporada? Puede parecerlo desde los nombres y la falta de costumbre. Pero no desde el juego. Durante toda la campaña se vio a un Milwaukee preparado para pelear por la corona del Este con los Brooklyn Nets, mientras que probablemente nadie haya mostrado un mejor básquet que los Suns en el Oeste. La única duda en su caso pasaba por la inexperiencia en Playoffs de su núcleo joven, pero esos interrogantes se disolvieron rápidamente en la 1° Ronda ante los Lakers.
Las Finales 2021 son infrecuentes... pero lógicas. Los dos mejores de cada Conferencia están donde les corresponde.
Volvamos, sin embargo, al foco de la frecuencia. ¿Cuán extraño es tener unas Finales con las características ya mencionadas? Demasiado. Al punto de que encontramos muy pocos casos haciendo un repaso histórico de cada una de las series que consagraron a un campeón NBA.
Empecemos por el tema jugadores: se tratará de las primeras Finales de este milenio en el que no hay al menos una figura que ya haya estado allí antes.
Desde el 2020 al 2011 no hubo Finales sin LeBron James o Stephen Curry. Mientras que desde el 2010 al 2000 tuvimos a Shaquille O'Neal, Kobe Byrant o Tim Duncan en todas las definiciones. Y a su vez, casi todos ellos tuvieron su presentación en esas instancias junto a compañeros o rivales que ya sabían lo que era ganar o al menos pelear por un anillo: LeBron frente a los Spurs del Big 3 en 2007, Curry ante el propio James en 2015, Shaq ante los Rockets de Olajuwon y Drexler en 1995, Kobe con el mismo O'Neal de compañero en el 2000.
La excepción: Tim Duncan. Y es con ese nombre con el que encontramos el último caso de Finales sin estrellas con experiencia previa. Hablamos de la definición de 1999 entre Spurs y Knicks, ganada por San Antonio por 4-2. Por el lado del campeón, se trataba del debut para Duncan y David Robinson, mientras que en New York sucedía lo mismo con Latrell Sprewell y Allan Houston. Vale mencionar que Patrick Ewing integraba el plantel de esos Knicks y que en su caso sí tenía antecedentes en Finales (1994 ante Houston), pero el jamaiquino estaba lesionado y no disputó ni un solo segundo de la llave ante los Spurs.
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Ahora bien, esa es solo una parte de lo que hace al Suns-Bucks tan especial. Porque no solo se trata de jugadores, sino de equipos. Y en el caso de aquel Spurs-Knicks de 1999, la segunda mitad de la ecuación no cumple con el requisito: New York había jugado las Finales apenas cinco años atrás, cayendo por 4-3 ante los Rockets. Muchísimo más cercano que los 28 años de sequía para Phoenix y los 47 para Milwaukee.
Entonces, ¿cuál es el último antecedente de una serie decisiva sin estrellas con paso previo ni equipos con participación reciente? La llave de 1977 cumple con casi todos los ítems: se trató de las primeras Finales en la historia para los Blazers, como así también del debut allí para sus estrellas, Bill Walton y Maurice Lucas. Del otro lado hacían su presentación en esa etapa Julius Erving y Doug Collins, referentes de los Philadephia 76ers. El problema es que los Sixers habían jugado las Finales solamente diez años atrás (victoria 4-2 ante Warriors en 1967), por lo que dependiendo de cuán estrictos seamos con los parámetros, podría invalidar el punto.
Pero la serie que elimina cualquier tipo de dudas y que realmente más se asemeja a la del 2021 es la que ocurrió en 1971.
De un lado los Baltimore Bullets. Del otro, un nombre repetido en el contexto actual: los Milwaukee Bucks. En ambos casos se trataba de las primeras Finales en la historia de la franquicia, con un asterisco curioso: en 1948 y cuando la NBA aún tenía el nombre de BAA, tuvimos a unos Baltimore Bullets campeones, venciendo a los Warriors por 4-2. Sin embargo, aquella era una franquicia diferente a la que llegó a las Finales en 1971. Compartían nombre, pero no historia, con la primera desapareciendo en 1954 y la segunda surgiendo en 1961. Igualmente, aún si por algún motivo quieren emparentar a ambos equipos (lo cual sería un error), tampoco invalidaría el punto ya que hablamos de 23 años de diferencia entre 1948 y 1971. Más que suficientes para cumplir con lo que estamos buscando.
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Ya con tilde verde para el tema equipos, queda comprobar el factor estrellas. En los Bucks, debutaban en Finales unos jóvenes Kareem Abdul-Jabbar (Lew Alcindor) y Bob Dandridge, como así también un Oscar Robertson que no había alcanzado tal instancia durante su etapa previa con los Royals. Presentación absoluta para todos ellos. Lo mismo ocurría en los Bullets: sus cuatro mejores jugadores, Jack Marin, Earl Monroe, Fred Carter y Wes Unseld, tenían 26 años o menos y habían pasado toda su carrera NBA en Baltimore, obviamente sin apariciones anteriores en Finales.
En aquel caso, exactamente 50 años atrás, el aire fresco llegaba luego de 14 Finales consecutivas en las que siempre estuvieron Bill Russell o Wilt Chamberlain. La explicación para ello venía de la mano de unos Bucks con un Big 3 de enorme calidad, liderados por un monstruo a la hora de anotar en la pintura. En frente, un equipo repleto de talento joven, construido a través del Draft.
A veces la historia tiende a repetirse... y si tenemos en cuenta que los Bucks se llevaron aquella serie por 4-0, todo Milwaukee espera que las coincidencias se mantengan durante unas semanas más.
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