Muchas cosas de la NBA cambiaron, sea por una evolución del juego o por los reglamentos mismos. Hoy la liga tiene poco que ver con aquella de los años 50, 60 y 70, en la que financieramente se encontraba en una posición totalmente distinta.
Hoy en día, entonces, es imposible ver a alguien ser entrenador de un equipo y al mismo tiempo un jugador más del plantel. Todo está mucho más profesionalizado y probablemente sería dar una ventaja, además de que directamente se encuentra prohibido por las reglas salariales de la liga, debido a que el salario de los entrenadores no va dentro del tope salarial, por lo que se podría fichar a un jugador bajo esa posición para evitar alguna limitación.
Pero en las primeras décadas de la historia de la liga, fue "normal" ver a varias leyendas pasar por ese rol en el final de sus carreras. Bob Cousy en Cincinatti Royals, Dave DeBusschere en Detroit Pistons, Bill Russell en Boston Celtics, Richie Guerin y Bob Pettit en Saint Louis y Atlanta Hawks, Dolph Schayes en Philadelphia 76ers y Lenny Wilkens en Seattle Supersonics y Portland Trail Blazers fueron los nombres más reconocidos en tomar ese lugar.
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El último de todos fue visto en la temporada 1978-1979, hace más de 40 años. Fue Dave Cowens, ícono de Boston Celtics, MVP de la temporada 1972-1973 y campeón en 1974 y 1976. Como jugador-entrenador estuvo lejos del éxito. De hecho volvió a jugar. Y este rol quedó enterrado en una NBA que ya se parecía cada vez más a la de la modernidad.
Cowens, un jugador amado por los seguidores de los Celtics por el enorme corazón que ponía dentro de la cancha además de los logros obtenidos, era el emblema de los Celtics post retiro de Bill Russell y con Tommy Heinsohn como entrenador. Cuando Tommy se alejó del puesto a inicios de 1978, la franquicia eligió a un entrenador de 40 años llamado Tom Sanders, también ex jugador del equipo que estaba actuado como asistente de Heinsohn. Pero los resultados no acompañaron a Sanders para nada: ganó 23 partidos y perdió 39.
Así fue como con apenas 14 juegos de la 1978-1979 disputados (dos victorias y doce derrotas), Sanders fue despedido. Y la idea fue poner a Cowens, de 30 años y uno de los más experimentados del plantel, a cargo. O la idea principal quizá fue ahorrar dinero, como lo cuenta Cowens. "John Y. Brown, el dueño de la franquicia, echó a Sanders y no quería pagar otro salario. Entonces me pidió que sea el entrenador, sin un aumento de sueldo. Lo acepté para hacerle un favor al equipo: ninguno de nosotros quería tener que aprender un nuevo sistema de juego en el medio de la temporada", le declaró a ESPN.
Boston mejoró un poco con Cowens de director técnico, pero siguió siendo un equipo mediocre: finalizó con récord de 29-53, teniendo un balance de 27-41 en la era Cowens. El pivote, que llevaba siete temporadas consecutivas siendo All-Star, no fue considerado para ese evento en 1979: sus números cayeron de 18,6 puntos y 14 rebotes por juego a 16,6 tantos y 9,6 rebotes. Igualmente Cowens siguió bastante activo: disputó 66 de los 82 partidos y promedió 37 minutos por juego.
"Yo era simplemente un jugador en el equipo, y de golpe también era el entrenador. Así que tuve que manejar esa transición, ahora tenía autoridad sobre los chicos con los que antes era un par", dice Cowens, que agrega: "lo divertido sobre ser entrenador es que no podés ser el entrenador mientras estás jugando. Solamente podés hacerlo cuando estás en el banco. Entonces cuando yo estaba en la cancha le daba el mando a Bob MacKinnon y K.C. Jones y cuando volvía a sentarme tenía que hacerme cargo sobre la marcha, entendiendo cómo iba el partido". Jones y MacKinnon ya eran los asistentes cuando estaba Sanders y se mantuvieron en ese rol. "Fue demasiado para mí", explicó Cowens luego.
A la temporada siguiente el pivote continuó como jugador pero el rol de entrenador tuvo un nuevo ocupante: Bill Fitch, un experimentado que llegaba desde Cleveland. Con Fitch, pero más que nada con el debut de un rookie llamado Larry Bird, Boston pasó de ganar 29 partidos a triunfar en 61 ocasiones y alcanzó las Finales del Este. Cowens, All-Star en aquella campaña, se retiró al quedar eliminado, dejando lugar para dos nuevas incorporaciones: Kevin McHale y Robert Parish.
Dos años después volvió a la NBA, pero no lo hizo con los Celtics que ya tenían su rotación de interiores establecida, sino que fue traspasado a Milwaukee Bucks. Jugó 40 partidos en la temporada 1983-1984, promediando 8,1 puntos y 6,9 rebotes. En los 90 Cowens regresaría a la NBA pero ahora si definitivamente en el banco de suplentes: fue asistente de San Antonio Spurs entre 1994 y 1996, estuvo a cargo de Charlotte Hornets y Golden State Warriors entre 1996 y 2001 y fue asistente en Detroit Pistons entre 2006 y 2009.
Bill Russell, el antecedente exitoso
A Boston ya le había ido de maravillas con su jugador-entrenador anterior. Este había sido Bill Russell entre 1966 y 1969, sus últimas tres temporadas en la NBA. Red Auerbach, el entrenador más exitoso de la historia de los Celtics, se retiró en 1966 y pensó en varios nombres para reemplazarlo: Frank Ramsey, Bob Cousy y Tommy Heinsohn.
Todos ellos rechazaron a Auerbach por distintos motivos: Heinsohn pensaba que sería imposible poder manejar a Russell. Pero propuso que el mismo Russell, el jugador más determinante de la NBA por entonces, sea jugador-entrenador. Bill aceptó y de esa forma se convirtió en el primer afroamericano en ser entrenador de la NBA. Y no el primer jugador-entrenador en ganar un título (Buddy Jeannette lo había hecho en 1948) pero si el único en ganar dos campeonatos: 1968 y 1969. Todo esto mientras continuaba siendo determinante en la cancha: promedio de 12,3 puntos, 21,8 rebotes y 5,4 asistencias en Playoffs en esos años. Al terminar las Finales de 1969 y retirarse, Russell no solo dejó a Boston sin su mejor jugador, sino también sin entrenador.
Bill luego volvería a la NBA como entrenador a tiempo completo, pero no tuvo demasiado éxito con Seattle Supersonics en la década del 70 ni con Sacramento Kings en la temporada 1987-1988. En ese último paso apenas duró 58 partidos, de los que perdió 41.
Tree Rollins y Mike Dunleavy Sr., colaborando desde el banco
Después del caso Cowens, sí tuvimos a algunos asistentes que volvieron a ponerse los pantalones cortos. Por caso, Mike Dunleavy Sr. entre 1989 y 1990 y Tree Rollins entre 1993 y 1995.
Rollins había llegado a Orlando Magic con 38 años y más de 15 temporadas en la NBA. El pivote de 2,16 metros iba a ser el asistente de Brian Hill y un mentor para un joven Shaquille O'Neal. Pero también terminó siendo una ayuda desde el banco, ocupando el rol de pivote suplente en varios partidos. "Shaq estaba lesionado y un día, después de la práctica, Hill bromeaba con que yo jugaría esa noche. Cuando llegué al vestuario me di cuenta de que no era una broma: tenía una camiseta lista".
Rollins jugó 96 partidos de fase regular y 17 de Playoffs en su paso por Orlando, sentado con una pizarra en el banco y siendo una importante presencia defensiva al ingresar a la cancha. En 1995 se retiró definitivamente del básquet pero continuó en el Magic como asistente un año más: luego ocupó ese cargo en Washington e Indiana.
Lo de Dunleavy fue más esporádico. El escolta se había retirado en 1985 con una corta edad: 31 años. Los dolores en la espalda lo forzaron a tomar esa decisión. En 1987 se reintegró a Milwaukee Bucks, el equipo en el que se había retirado, como asistente del entrenador Del Harris, y a la siguiente temporada volvería a vestirse de jugador: lo hizo en dos partidos en febrero de 1989, acumulando cinco minutos en cancha y tres puntos. A la temporada siguiente lo repitió y jugó más: 43 minutos repartidos en cinco minutos, anotando 17 puntos.
¿Cómo verían a Tim Duncan, Tiago Splitter o Pablo Prigioni haciendo algo similar?
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