La comparación entre Luka Doncic y James Harden no tardó en aparecer, una vez que el esloveno se transformó en uno de los jugadores más determinantes de la NBA, tan temprano como en su segunda campaña en la liga. Dos bases grandes y fuertes, que acaparan constantemente el balón y destacan tanto como anotadores como a la hora de asistir. Incluso detalles como la habilidad para lanzar en step-back o los problemas en defensa unen a La Barba con el ex Real Madrid.
El problema para los Mavericks no pasa por la comparación de Doncic con uno de los mejores jugadores ofensivos que se hayan visto en la NBA, sino por lo poco que parece haber aprendido Dallas del fracaso de proyecto de Houston. Especialmente en los últimos años de Harden con el equipo.
De la incorporación de Kyrie Irving a los Mavericks puede trazarse un paralelo casi perfecto con lo realizado por Houston en la temporada 2019-2020, cuando en un movimiento más desesperado que lógico, unieron a Harden con otro núcleo ofensivo como Russell Westbrook. Aquellos Rockets tuvieron sus altibajos y finalmente fueron despachados en las Semis de Conferencia por los futuros campeones Lakers, en una serie totalmente inclinada en favor de Los Angeles (4-1). Pocos meses después, tanto Westbrook como Harden abandonaron Texas.
El error que repite Dallas de aquel Houston no pasa solo por juntar a dos estrellas que necesitan el balón en su poder, sino por lo mal rodeadas que quedaron ambas duplas. En el caso de los Rockets, especialmente en el costado ofensivo y, en el de Dallas, peor aún: sin grandes defensores, pero tampoco anotadores que puedan complementar a Doncic e Irving.
Los otros titulares habituales de Dallas son Reggie Bullock y Tim Hardaway, dos supuestos tiradores que lanzan por debajo de 40% de campo en la temporada y un Dwight Powell cumplidor, pero que sería suplente en cualquier equipo con aspiraciones de campeón. De nuevo, ni grandes marcadores, ni mucho menos jugadores capaces de dar respuestas en ataque.
Tan limitado es el roster de Dallas, que en partidos en los que faltan Doncic y/o Irving, como este lunes ante Memphis (ambos estuvieron afuera), sus opciones de victoria son prácticamente nulas. Para dar una idea de lo que sucede, basta mencionar que ante los Grizzlies, los tres jugadores con más lanzamientos para los Mavs fueron el novato Jaden Hardy (28 puntos con 25 tiros), un Josh Green de 22 años (23 unidades con 15 disparos) y un McKinley Wright con apenas 26 partidos previos de experiencia en la NBA (9 con 12).
Robo.
— NBA Latam (@NBALatam) March 14, 2023
Pase largo.
Y la volcada de Aldama 🤩#NBAxESPN pic.twitter.com/KWpsGWPRnN
Memphis, mientras tanto, es la contratacara de los Mavericks e incluso sin titulares como Ja Morant o Steven Adams tiene equipo suficiente como para mantener un nivel alto. Aparecieron 23 unidades de Desmond Bane, 19 de David Roddy y Dillon Brooks, además de otra buena actuación del español Santi Aldama (10 puntos y 9 rebotes). Ni siquiera necesitaron de una gran noche de un All-Star como Jaren Jackson Jr. (7 puntos y 6 rebotes) para vencer a este Dallas por 104-88. La diferencia entre un contendiente y un pretendiente.
Básicamente, la apuesta de ese Houston y de este Dallas es ganar por el peso específico de sus dos mejores hombres. En los Rockets, Russ y Harden promediaron 44,8 lanzamientos por partido. En Dallas, Luka y Kyrie están en una media de 41,3. El tercer jugador con más protagonismo en esos Rockets era Eric Gordon, con 12,9 disparos por partido, pero apenas un 36,9% de campo. En Dallas la historia es muy similar: el tercero en discordía es Tim Hardaway Jr., con 12,1 tiros y un flojo 39,5% de campo.
En otras palabras, todo pasa por dos jugadores y cuando se buscan otras respuestas, aparecen variantes de baja eficacia y capacidad.
No sorprende en lo más mínimo que la mejor temporada de esos Rockets de Harden haya llegado con otra fórmula que la de juntar a dos anotadores. Fue la 2017-2018, cuando la pareja de La Barba fue un Chris Paul de tanto o más nivel que Westbrook o Irving, pero otro rol completamente diferente: mucho menos tiro (13,8 disparos por partido) e infinitamente superior en cuanto a organización y pase. De hecho, Harden y Paul se combinaron para solo 33,9 lanzamientos por encuentro en esa campaña, muy lejos del +40 de Harden-Westbrook o Doncic-Irving.
Todavía hay mucho camino por recorrer para los Mavs en la temporada, pero las primeras señales no son positivas a la hora de imaginar el futuro de su dupla estelar. La historia demuestra que a los cracks como Doncic es mejor rodearlos con buenos defensores y otras figuras que no solo destaquen por su anotación en uno contra uno. Tal como tenían el año pasado en el inteligente y adaptable Jalen Brunson, con quien alcanzaron las Finales de Conferencia del Oeste en 2022. Un objetivo que cada vez parece más lejano para este Dallas de Jason Kidd.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.