El desembarco de Dejounte Murray en Atlanta Hawks respondía a la necesidad de descargar de peso ofensivo y de responsabilidades a Trae Young. Sobre el papel el jugador de 24 años iba al fin a cumplir con las expectativas de que se convirtiese en una versión actualizada de Stephen Curry. Alguien con capacidad para crear sobre bote, pero por encima de todo, de moverse sin la bola. Sin embargo y como demostró la derrota por ante Cleveland Cavaliers por 114 a 102, esas expectativas no se verán cumplidas.
Un partido en el que Young tuvo que asumir una responsabilidad mayor ante el evidente mal duelo de su pareja de baile. El líder de Atlanta comandó a los suyos con 25 puntos en 10 de 22 intentos (45,5%), añadiendo 10 asistencias y 6 pérdidas. Un positivo aporte si se compara al de Murray, que se quedó en una serie para el olvido de 4 de 18 en tiros de campo (22,2%), 6 asistencias y 4 pérdidas para 11 tantos.
De la derrota ante un rival directo en la pugna por el factor cancha como son los Cavs se puede sacar una valiosa lectura.
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El tiempo había probado que, si bien Young se trataba de un excelente anotador y un reseñable director de juego, su abusivo uso ofensivo resultaba una limitación para aprovechar todo su potencial. Después de firmar su tercera campaña consecutiva por encima del 33% de uso y de que las sensaciones en Fase Regular fuesen las mismas, los Hawks tomaron una decisión.
La llegada de Murray no ha hecho sino aumentar la dependencia de Atlanta de Young a pesar de todo. El porcentaje de acciones ofensivas que culminan en las manos del base ha aumentado ligeramente, pasando del 33,3% al 33,6%. Mientras, Dejounte también ha incrementado los lanzamientos que él mismo se genera en detrimento de las ocasiones fruto de la circulación colectiva.
Este es un grave problema para Atlanta, que ve cómo pese a los cambios realizados la situación es la misma que meses atrás. El equipo depende en exceso de lo que Young pueda dar, tanto como anotador como pasador. La alternativa a este particular heliocentrismo no se contempla y esto se debe a que Dejounte Murray apenas cuenta con responsabilidades creativas. Así, el de Seattle ha pasado de ser un base puro a un receptor en semiventaja. Toca menos el balón y este pasa menos tiempo en sus manos.
Las cuentas no salen para unos Hawks que aspiran a proteger a su estrella para que llegue en condiciones de luchar por cosas importantes en Playoffs.
El problema está ahí y la solución al mismo no es fácil de llevar a cabo. Para acometer el cambio habría que modificar completamente todo el sistema, a riesgo de sacrificar resultados. Nate McMillan no es alguien muy dado a variar su planificación y no se espera que lo haga en esta ocasión por muy necesario que sea.
Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.