Recién tiene 22 años y está viviendo su primera postemporada en la NBA, pero Trae Young juega como si fuera un veterano de mil batallas con la sangre fría de un hombre que ya conoce lo que tiene que hacer para descifrar cada acertijo. Este miércoles fue desafiado por Milwaukee Bucks y respondió a la altura del duelo, atacando el aro con flotadoras y triples cuando lo invitaron a hacerlo pero también asistiendo a sus compañeros cuando tuvo la oportunidad. Acabó con 48 puntos y 11 asistencias y le dio la victoria a su equipo como visitante por 116-113 en un estadio en el que Miami Heat y Brooklyn Nets no habían podido triunfar en estos Playoffs. Lo hizo en unas Finales de Conferencia, una instancia en la que Atlanta Hawks no acostumbra estar y muchos menos tener éxito.
"Estuvo imparable, no tuvo miedo, estuvo como siempre, increíble, nos llevó adelante toda la noche", comentó su compañero Kevin Huerter. "Realmente siento que él está hecho para este momento de la temporada. Es un jugador sin miedo. Es un jugador con confianza. Es un chico que deja todo en cada segundo en el que está en la cancha", expresó su entrenador Nate McMillan.
Esa personalidad de Young parece que lo lleva a brillar en contextos como este, como él mismo lo dice: "Siempre amé jugar como visitante. Amo jugar contra los fanáticos rivales, contra el equipo rival. Realmente se siente como que estás sólo ahí con tus compañeros". Así sigue marcando la diferencia y haciendo historia en una franquicia que no ganaba un partido de Finales de Conferencia desde 1969, cuando esta instancia aún era llamada Finales de División (misma instancia previa a las Finales de la NBA) y que solamente había conseguido un triunfo en ese año.
Con todo esto vale preguntarse esto: ¿Young ha firmado la mejor actuación de un jugador de los Hawks en Playoffs desde que la franquicia se mudó a Atlanta a mediados de 1968?
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Su producción nos indica que, según los datos de Synergy Basketball, Young generó 80 de los 108 puntos que Atlanta anotó en los 41 minutos en los que estuvo en cancha. Una influencia total sobre el triunfo de su equipo que demuestra que sus números no tienen nada de vacíos.
