Hay jugadores que están hechos de otra pasta. Mientras algunos se arrugan, se desvanecen presos de las circunstancias, otros sacan lo mejor de sí mismos, versiones inéditas incluso, para conseguir victorias, objetivos o retos personales. Uno de esos ejemplos lo representó a la perfección Eric Gordon, quien consiguió su máximo de carrera contra Utah Jazz, con 50 puntos en la victoria de Houston Rockets por 126 a 117.
Una noche en la que todo parecía indicar un resultado completamente diferente: sin Russell Westbrook, sin James Harden, sin Clint Capela. La profundidad de banco de los texanos, siempre en cuestión, quedó a un lado en el Vivint Smart Home Arena, donde los de Mike D'Antoni consiguieron tumbar a uno de los mejores equipos de lo que llevamos de 2020.
Gordon anotó 14 de sus 22 intentos de cara al aro, incluyendo 6 de 11 en triples y sumando un 16 de 20 desde la línea de tiro libre. El escolta resultó imparable para la defensa individual de los Jazz especialmente en dirección al aro, donde la influencia de Rudy Gobert no intimidó al veterano jugador. 50 puntos que hacen del escolta el 63º desde que comenzase el siglo XXI en conseguir media centena de tantos en un partido, algo al alcance de muy pocos y que otros compañeros de equipo como Harden o Westbrook dominan a placer.
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El triunfo de Rockets y el impulso otorgado por Gordon tienen un valor especial, no solo por las mencionadas bajas, sino por el factor físico añadido de jugar en back-to-back y, además, unido a la gran altitud que existe en ambas ciudades: de Denver a Salt Lake City. Jugar en la capital de Colorado siempre resulta un condicionante negativo para los conjuntos visitantes, pues la metrópolis se encuentra a 1.600 metros por encima del nivel del mar, la más alta de toda la NBA, algo que en el caso de la ciudad del Estado de Utah no se reduce significativamente, estableciéndose en los 1.200 metros.
Los Rockets, acustumbrados a los imperceptibles 13 metros en los que se emplaza Houston, no dieron muestras del cansancio a pesar de todos los condicionantes humanos y físicos, consiguiendo de ese modo su tercera victoria en los últimos cinco partidos y con solo siete jugadores en la rotación de manera activa.
Eric Gordon se puso el disfraz de héroe y representó su faceta más devastadora. Un anotador puro que parecía haber quedado relegado al pasado, mermado por los continuos problemas físicos y la veteranía que tiempo atrás fue la tercera espada de unos Rockets que caminaban a la vanguardia de la NBA. Penetración tras penetración, con contacto, con pericia y astucia, The Hobbit castigó en la pintura a uno de los equipos que mejor la protege de toda la liga, al mismo tiempo que ampliaba su repertorio desde la larga distancia.
Ya fuese en transición o tras bloqueo directo, los cambios de ritmo con balón que Gordon ejecutó durante todo el encuentro dejaron sin respuesta a los de Snyder, que ajustaron de todas las maneras posibles con el objetivo de reducir el incansable goteo de puntos del escolta.
Su mejor noche en la NBA
La carrera de Eric Gordon comenzó con paso fuerte en Los Angeles Clippers, un conjunto en plena reconstrucción y que esperaba ansiosamente el debut de Blake Griffin. En su etapa californiana se demostró como un manejador de gran talento y un anotador de volumen, consiguiendo en su primera temporada 14 partidos por encima de los 25 puntos. Algo que tocó cima el 23 de enero de 2009 cuando frente a Oklahoma City Thunder el de Indiana se fue a los 41 tantos, en 12 de 19 tiros de campo y 5 de 7 triples. Un máximo de carrera que se había mantenido intacto e inalcanzable durante 11 años. Todo eso cambió ante el Jazz.
"Eric Gordon estaba fuera de sí. Ha sido una gran actuación", señaló el entrenador Mike D'Antoni sobre una demostración individual sin precedentes en Gordon
El que fuese 6º hombre del año en 2017 había conseguido mantener su perfil de anotación sólido y fiable en uno de los equipos con más vocación ofensiva de toda la liga. Sin embargo, desde 2018 su aportación al equipo había adquirido un carácter más inconstante y donde progresivamente se había ido diluyendo por diferentes problemas físicos de rodillas y derivados. Algo que quedó a un lado cuando más lo requirió el equipo, aportando no solo en ataque, sino siendo la llave de la defensa en los últimos minutos del choque cuando más ansias por remontar tenía el Jazz.
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Con un Bogdanovic ensimismado, Gordon focalizó en Mitchell al que dejó en 1 de 3 en los últimos 3 minutos y evitó que Utah finalmente le diese la vuelta al partido con varias acciones de altísimo valor.
"Lo tenía dentro", decía Gordon sobre su partido. "Pero creo que como jugamos hoy es como necesitamos jugar. Lo conseguimos gracias al nivel defensivo, simplemente seguir nuestro estilo. Cuando jugás siguiendo el flow del partido puedes conseguir un montón de lanzamientos. Ha sido algo colectivo, un esfuerzo de equipo. Lo más bonito es que conseguimos ganar", finalizó.
La sensación desde el inicio del partido es que Utah se confió en exceso al ver las bajas que asolaban a los Rockets, siendo esto aprovechado por Gordon y el resto del grupo para entrar en dinámica y conseguir el triunfo. "El otro equipo, puede que hayan decepcionado un poco. Pero nosotros seguimos jugando. Jugamos duro y conseguimos buenas jugadas durante todo el partido", señaló Gordon.
Victoria clave que no evita que Houston Rockets siga en sexta posición del Oeste, pero les permite colocarse con balance de 29-17.
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